Mecina Tedel - Granada

En cuanto despierto tocó mis hombros
aún sabiendo que no es posible palpo lo imposible.
Anoche soñé que volaba como el águila imperial
desplegando mis alas crucé por la ciudad.
Llevaba una ilusión torpe emergencia enardecida
una utopía infantil de encontrar un humedal.
Me decía como un niño tú lo podrás encontrar
sabes lo que es sequía sabes lo que es asistir un potro
que no puede levantarse por su desierto interior.
También sabes de niños con piel rugosa que darían
cualquier cosa por aplacar sus ansias de beber.
En la medida que me elevaba vi la Tierra agonizar.
Por más que buscaba no vi nunca un humedal
salvo aquellos de mi infancia en donde flotaban
desperdicios humanos plásticos huesos latas.
Al mirar a uno más de cerca el color es verdoso
con moho de usinas y materias desechables.
El humedal está impedido de llorar, le han prohibido
a su líquido aflorar como antaño
cuando yo un niño veía en sus aguas mi sonrisa
transparente ingenua junto a movimientos oscilantes
que miraba fascinado hasta lograr marearme
tambaleando de piedra en piedra.
El humedal el ecosistema debido a los materiales
ajenos tiene prohibido respirar.
Aunque parezca imposible han ahogado al agua.
Despliego mis alas, para aterrizar en el desgarro
del amanecer palpitando sediento
mientras toco mis hombros.
No hay señales.
No hay rocíos.
Nadie me ha impulsado a volar.