La Rábita - Granada

Bruto y Casio fueron los mayores traidores de Roma, siendo célebre su confabulación contra el emperador Julio César. Efialtes traicionó a su pueblo de Esparta entregando la victoria a los persas de Jerges en la Batalla de las Termopilas. Famoso es el beso de Judas Iscariote, que traicionó al mismo Jesucristo. “Roma no paga a Traidores” fue la frase que escucharon antes de su ejecución los lusitanos que traicionaron a Numancia. Y ahora a estas hay que añadir una nueva gran traición: la consumada por José Sánchez, su hija y sus secuaces al pueblo de La Rábita.

Dice el diccionario de la Lengua Española que traidor es el que comete una traición, esto es: falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener. Pues bien, tras tres largos años de mentiras, José Sánchez y Maria José Sánchez han mostrado su verdadera cara. Al principio de la legislatura se llegó a un acuerdo de gobierno, basado en su apoyo a la Entidad Local Autónoma de La Rábita, que firmaron de puño y letra. Y cuando uno da su palabra y encima la rubrica con su firma, uno espera que se cumpla.
Y así ha sido por parte del Partido Independiente. Un partido serio, que ha demostrado su madurez y responsabilidad alcanzando acuerdos y permitiendo la gobernabilidad el municipio durante estos tres últimos años, en los que hemos sido fieles a nuestra palabra: como no podía ser de otra forma. Y era lo que tocaba hacer. Y es que, aunque a contracorriente, se ha ido consiguiendo un respaldo o cuanto menos permitiendo el avance del proceso de creación de la ELA. Todo eso esta conseguido, y permitirá llegar hasta la decisión final.

Pero al final, las máscaras han caído, y se ha confirmado lo peor. La puñalada trapera. Tras tres años han consumado la mayor traición de la historia a los rabiteños. Y lo han hecho con nocturnidad y alevosía. Pero por otro lado eso esta bien, para que todos veamos la autentica cara del sanchismo: falsos, cínicos, mentirosos, capaces de todo por permanecer en el poder, sin ninguna honestidad ni credibilidad. Y la hija, lo mismo que el padre, o peor. Y no digamos de los que le siguen, como un buen rebaño, detrás de un gran pesebre. Pero todos bien unidos, a la hora de impedir el pogreso de La Rábita.

Pero, “Roma no paga a traidores”, y La Rábita, tampoco.