Dehesas de Guadix - Granada

Esta es la continuación del Pregón para las Fiestas de Dehesas de Guadix (agosto 2004) cuya primera parte publiqué hace unos días en este mismo foro. En total serán seis entregas que se pueden copiar e imprimir, para que todos aquellos que no pudieron escucharlo ni leerlo en su día lo puedan hacer ahora.

CAPÍTULO II

Eso ocurrió meses después de la muerte de mi padre, Frasquito “El Carrizo”, sucedida un día después de la vuelta de Alamedilla, adonde habíamos ido a jugar y de donde tuvimos que salir poco menos que escoltados por la Guardia Civil.

De aquella noche, la más triste de mi vida, en la que la desolación se adueñó del corazón y de la libertad de un adolescente con apenas dieciséis años, todavía me queda el miedo al desamparo y el recuerdo de una tragedia nunca superada.

Cuando trasladábamos a mi padre, ya muerto, en la furgoneta Renault de Nicasio –al que siempre agradeceré su gesto de solidaridad, como agradecido estaré siempre a su padre José- el mundo se me vino abajo. Y mientras Kety –otra maestra amiga de la familia- me consolaba, en un imposible gesto de cariño para calmar mi angustia, me prometí no volver a llorar. Quizá, por eso escribo. Y cuando recuerdo a mi padre, que es siempre, y necesito de su palabra, que es cada día, escribo poemas como éste que dice:

ERA ABRIL

Ya es primavera:
El deseo vuela
por entre los alcores soñados.
Las miradas se tornan agua.
Las alas de las mariposas
son abanicos manchados de óleo.
Un arco iris imperfecto y obsceno
habla con las flores enamoradas.
La noche es llanto
y un niño se ríe de la muerte.
Era abril cuando él se fue.
El aire era azahar y la tierra pena.
Sí, era primavera.

Él, al que nunca le gustó el fútbol porque sostenía cuando entonces que eso “no daba olla”, me enseñó el valor de la honradez y de la dignidad, del respeto a los demás, a ser amigo de mis amigos y a estar al lado de quien te necesita cuando eres necesario. Tal vez por eso, todavía se le recuerda con cariño y con respeto en éste y otros pueblos de la comarca, donde todavía quedan amigos de su generación.

Y junto a él, siempre mi madre, Concha la de Vidal, una mujer luchadora, aire y piedra, río y mar, azahar flotando en el vacío: una mujer excepcional.

A ella, a mi madre, Concha Vargas Soria, que murió en 2011, cuando el otoño principiaba, en el hospital “Virgen de las Nieves” de Granada,le dedico este pregón.

(CONTINUARÁ)

Hola Paco, soy Luis Manuel (hermano pequeño de Juan Valero y Angustias)
Me ha conmovido tu poesía y todo en general, puede ser porque yo mismo viviera la misma situación, el caso es que todo esto me trae un grato recuerdo de tu madre que desde luego era una gran mujer a la que siempre recordaré con cariño. Un abrazo de un paisano.

Hola, Luís Manuel:

Te agradezco tus palabras y tu afecto. Compartimos tierra y apellido. Firmo con el de mi madre a modo de perpetuo homenaje a ella.

Esa era mi intención, que lo conozcan aquellos/as que no pudieron estar ese año en La Desa o no pudieron leerlo en aquel boletín que se publicaba entonces.

Un abrazo para ti y otro para tu hermano Juan.