Cuevas del Campo - Granada

VIVÍA EN SU MUNDO
caída de la tarde solitaria
de un verano con olor a tierra regada y raída
donde la sombra de un almendro se alarga.
Por un camino que lleva al Macil de las tinieblas,
entre olivos y acequias va,
a solas como espantapájaros y su locura,
va el hombre, hablando con gestos.
Lejos se ven sombríos estepares,
colinas con malezas y bancales,,
y una casa de campo con cabras sueltas,.
El hombre vive de su mundo
a solas con su sombra y su quimera.
Es curiosa y grotesca su figura;
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos hundidos y oscuros ocultan su secreto,
con rostro demacrado.
Huye del pueblo. Pobres maldades,
paupérrimas virtudes y quehaceres
de ociosos aburridos, y ruindades
de falsos mercaderes.
Por el campo libre, el cuerdo avanza.
Tras la tierra esquelética y seca,
barba poblada, pardo ceniza.
hay un sueño de delirio
Huyendo del pueblo, que le agobia.
No fue por una trágica amargura,
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del que juzga.

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