Cuevas del Campo - Granada

Muy posiblemente este tema nos obligue a bucear en el pasado porque ya la mayoría de ellos han cerrado sus puertas.
Aún así, en cada pueblo, en cada lugar en el que alguna vez hubo una sala, todavía quedan vivos los recuerdos de aquellos que pudieron disfrutar de su magia. Porque ir al cine en un pueblo era mucho más que ver una película, era todo un ritual...un punto de encuentro casi obligatorio de las familias y jóvenes por su cuenta.

Probablemente algún pueblo afortunado haya podido mantener abierto su cine. Otros, seguramente con mucho esfuerzo, habrán logrado recuperarlo. Entonces...la pregunta es: ¿cuál es la historia del cine de tu pueblo?

Yo voy a hablar del cine de mi pueblo natal…

A mediados de la década de los años ’30 del siglo pasado, llegaba el cine sonoro a muchos pueblos del interior del país.

La sala no era muy grande pero estaba dotada de una muy buena acústica. El techo (cielo raso) eran de madera, la tela de pantalla (telón) cubría todo el ancho de la sala y bajo la misma había un escenario- también de madera. Tenía una capacidad de aproximadamente 150 localidades cubiertas entre sillas y butacas de madera, lo que daba una muy buena comodidad a los espectadores. Se proyectaban una película semanal; el domingo o en días de fiestas

El proyectista era un señor contratado por quien era ayudado por el dueño. Con el correr del tiempo de un año pasaba la titularidad al otro socio o heredero

A mediados de los años ’70, la venta a Rufino coloca al “Cinema Sampelayo” al borde del cierre, y al poco tiempo la familia decide venderlo en su totalidad al señor de la vecina localidad D Rufino

A fines de esta década otro factor importante irrumpe masivamente en la zona colocando nuevamente en jaque al cine del pueblo: la televisión. Lentamente el espacio aéreo sobre las casas del pueblo fue cambiando el paisaje: decenas de torres de hierro estructurado de más de 20 metros de altura sirven de sostén de las antenas necesarias para el funcionamiento de los televisores. Las familias que habían convertido el cine en un espacio público casi obligatorio de encuentro semanal, de a poco irán privatizando sus encantos eligiendo este arte en la pantalla chica.
“Cine ”, decide su cierre. El pueblo se quedaba sin su cine.

Pero no iba a ser el mismo cine de los años anteriores aunque los nuevos espectadores -jóvenes que no habían vivido las experiencias de las primeras proyecciones cinematográficas del pueblo- colmarán la TV. en sala del nuevo cine en cada una de sus casas.