Carataunas - Granada

Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.

Los puercoespín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.

Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.

De esa forma pudieron sobrevivir.

Moraleja de la historia

La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y a admirar sus cualidades.

Cuentan que en los tiempos antiguos un rey mandó construir un palacio rodeado de hermosos jardines para regalárselo a su hija cuando tuviera la mayoría de edad.

La princesa poseía el don de hablar con las plantas, aunque lo mantenía en secreto para que no pensaran que estaba loca, solo su familia lo sabía.

Sus jardines eran preciosos y la princesa los cuidaba personalmente.

Una mañana paseaba como siempre por sus jardines y se encontró un enorme ciprés doblado, como si hubiera pasado un huracán, la princesa sorprendida le pregunto qué le había pasado, el ciprés le contesto que estaba muy contento de estar en su jardín con la esbeltez que tenía pero que le hubiera gustado ser como la parra que tenía al lado y dar frutos dulces y jugosos.

La princesa siguió caminando sin entender muy bien aquello hasta que de pronto estuvo junto a la parra, y se dio cuenta de que también le ocurría algo, pues sus hojas y uva estaban muy arrugadas. De nuevo la princesa pregunto qué le pasaba y la vid le respondió que estaba muy contenta con estar en el jardín pero que le gustaría ser como el rosal de Zoraida con hermosas flores, la princesa se volvió a quedar sin saber qué decir y siguió paseando cuando llegó al rosal y le encontró mustio y sin aroma, y le pregunto la causa de ésta situación a lo que el rosal contestó que estaba muy agradecido de estar en su jardín pero que a él cuando miraba al ciprés tan grande y a la parra con sus frutos sentía envidia de ellos.

La princesa siguió andando sin apenas decir palabra pues sabía que aquello que deseaba el rosal no se lo podía dar, y con la mirada llena de tristeza clavada en el suelo vio de pronto a una margarita en un rincón de malas hierbas, resplandeciente de bonita se le acercó y le pregunto ¿Cómo puedes estar tan bella el día de hoy?

Veras, le dijo la margarita, yo tengo claro desde el día que me plantaste en tu jardín, que tu querrías que fuera una margarita, desde entonces cada día me esfuerzo por ser la margarita mas bella.


Quizás en lo que se precipite esa moraleja del puecoespin es en mirar primero los defectos de los demás antes de darnos cuenta de los nuestros.

Si pensamos que "somos tolerantes" con los defectos ajenos caemos en el peligro de creernos perfectos.
Y lo que para nosotros es un defecto puede que sea una virtud.
Es el enemigo el que primero me señala mis defectos, luego ese es mi mejor amigo.

Nadie es perfecto.

Somos tan perfectos como perfectos consideremos a los demás