Algarinejo - Granada

La pasada cumbre de Bruselas fue vendida por el gobierno como un éxito, pues se nos dijo que la reflotación de la banca no entrañaría contraprestaciones políticas para las naciones en apuros. Pero lo cierto es que la prima de riesgo no deja crecer, al tiempo que el ejecutivo de Rajoy anuncia nuevos recortes. La bajada de tipos de interés promovida ayer por el BCE supondrá una nueva inyección de aire para los responsables de la crisis sin contraprestaciones, ahora sí, tales como la afluencia del crédito ¿Entonces?

Las dos direcciones de la crisis, encaminadas para, por un lado, soportar a un sector financiero inmoral e irresponsable herido de muerte, y por otro, para que sean los ciudadanos los que, a través de subidas de impuestos y la mengua progresiva de sus derechos sociales, acarreen con las consecuencias del desastre auspiciado en compadreo por políticos y especuladores, evidencia el carácter inhumano de la gestión/servicio de las políticas liberales de Rajoy: el ciudadano paga y la banca y su entorno (político, que no público) se lo lleva crudo. A nadie debe extrañar que los últimos muestreos demoscópicos del CIS señalen a la clase política como uno de los principales problemas para los españoles. No nos representan, solo nos hunden. Pero como las sangrantes 17 taifas autonómicas son intocables por obra y gracia de la constitución del 78 (ninguna propuesta de solución puede inspirarse en esa abstracción errática) y las corruptelas que se derivan de ellas también, el gobierno anunciará en breve una subida del IVA y una reducción del periodo para la prestación por desempleo, que sumados a la reforma laboral (empleo más precario, despido mas barato) y a la subida del IRPF, dejarán exangües a los españoles. Descomposición social es descomposición nacional ¿Es lo que se pretende para que, sin resistencias, se apañe mejor el señor mercado? Parece que sí.

La prestación por desempleo, por ejemplo, es un derecho adquirido por todo asalariado que cumpla un periodo determinado de trabajo. Basta con echar un vistazo a una nómina. No se trata pues de un regalo del Estado. Solo atendiendo a esta realidad de principio puede entenderse la indigestión que generará entre los españoles la puesta en marcha de reducciones en el tiempo de la prestación (se baraja una reducción de entre 15 y 18 meses, frente a los 24 actuales) y hasta la eliminación de esta en caso de no aceptar el trabajo que se nos ofrezca. Esa misma medida ya la intentó poner en práctica Aznar en su segunda legislatura con el llamado “decretazo”, que dio lugar a una Huelga General que obligó a posponerla. Son medidas que nos colocarán nuevamente a la cola de la ejemplarizada Europa (siempre intentando que emulemos sus obligaciones, nunca sus derechos) lastrando las posibilidades de recuperación futuras.

Con este panorama, en España, país con un déficit exportador altísimo y cuyo PIB radica en el consumo interno, llega el remate de la subida del IVA, que precarizará más aún si cabe el consumo de una sociedad empobrecida por voluntad “popular” y obligará a cerrar a muchos pequeños comercios por razones obvias. Eso sí, serán libres de morirse las 24 horas del día tras la futura “liberalización” de horarios comerciales que ya se anuncia. Si existe un manual de lo que no debe hacerse en España, el gobierno de Rajoy lo transmuta en “medidas anticrisis”. Esquizofrenia institucionalizada por aquellos a los que se suponía, al menos, mejores gestores del capitalismo que sus predecesores. Falso. En la España de los mangantes plutócratas cualquier situación susceptible de empeorar, empeorará.

Desde FE-JONS volvemos a demandar la racionalidad del gasto público, no con los recortes en sanidad ni en educación; no con la subida de impuestos y con la sepultura del Estado social, sino bien al contrario, con la supresión de las autonomías, con la eliminación de las subvenciones a partidos políticos y sindicatos, con la constitución de una banca social que optimice el crédito para toda empresa que desempeñe un cometido de interés común, con la implicación de los españoles en los órganos de gestión política al margen de los corsés partidistas. En definitiva, con más España y no con menos.

España merece alternativas que superen las ideologías caducas de siglos pasados. Socialismo y capitalismo han fracasado, pues no han acercado al hombre a su realidad espiritual y a su misión terrenal, sino que le han alejado de ellas. Es tiempo de que los españoles deleguen menos y exijan el protagonismo que les pertenece, partiendo de la premisa de que toda liberación pasa por la recuperación de un proyecto común y del trabajo unitario. Porque como bien han demostrado los españoles en el pasado, incluso hace tan solo unos días, por difícil que parezca, por caro y lejano que sea el objetivo, unidos, siempre es posible.