Salt - Girona

La batalla está planteada entre cristianismo y satanismo

La brutal represalia marroquí sobre la población saharaui autóctona con el beneplácito del gobierno socialista español desvía y oscurece la atención respecto de otros desmanes igualmente totalitarios en nuestro suelo: un ateismo encanallado uno de cuyos objetivos es el cierre a cal y canto del Valle de los Caídos; un nuevo atentado contra los ya desposeídos pensionistas de antiguos derechos adquirido y pérdida acumulada de capacidad adquisitiva; el desmantelamiento sostenido de la unidad de España; una injerencia en la libertad personal mediante prohibiciones en diversos ámbitos, entre ellos el familiar; una animalización imperativa de la juventud mediante permisividad para lo inmoral y bestialoide y el bloqueo a la defensa de valores morales; una corrupción galopante que casi siempre emerge cuando conviene al gobierno atacar a la oposición; un clientelismo desaforado que solo en lo que va de año ha aumentado en unos trescientos mil el número de funcionarios y empleados en las diversas Administraciones; una continuidad sin apenas tapujos en la negociación concon el terrorismo etarra; unos índices alarmantes de criminalidad y delincuencia; una política exterior que nos ha conducido al descrédito yr convertido en el hazmerreír de la mayoría de los gobiernos extranjeros; un desfondamiento económico descomunal, sin visos de solución, y de casi imposible rescate por la Comunidad Europea pues dado su volumen conduciría a la quiebra de las potencias europeas y de la misma UE…

El cuadro descrito es espeluznante y sólo explicable, según convicción creciente, en que el poder está en manos de unos dementes que alían la ignorancia, la mediocridad, el resentimiento, un estreñido ateismo, la mendacidad, la malevolencia, el servilismo al Nuevo Orden Mundial y una obsesiva tendencia al control totalitario de la sociedad y de sus miembros, acentuada con el nombramiento de Pérez Rubalcaba como vicepresidente primero del gobierno, plenitud de poderes y controlador implacable de las instituciones básicas de lo que define a una Estado de Derecho, en sus manos un remedo del periodo soviético en que Beria controlaba el poder y Malenkov era un títere en sus manos. Lejos de poner el SITEL, el ojo electrónico que todo lo escucha y seleccionada, bajo la vigilancia de una Justicia independiente, ha sido objeto de ampliación y modernización. Ya lo confesó él mismo en un alarde de de cinismo y amenaza: “Lo sé todo de todos”.

Un viejo y penetrante artista me recordaba días atrás que si me tomo la molestia de revisar los grabados de los bandidos que infestaban los pasos montaraces del sur de España en el siglo XIX y le pusiera en la cabeza a Pérez Rubalcaba un pañuelo de los que aquellos usaban, quedaría alelado por la similitud. Su participación en no pocos de los desmanes del periodo de gobierno de Felipe González podría avalar la presunción de una cierta projimidad psicológica, al menos en lo concerniente a la falta de barreras morales. Es el motivo de que, habida cuenta del reencuentro socialista con el mimetismo sovietizador exhibido en la II República, prefiera como imagen expresiva a efectos políticos (las purgas son ahora incruentas, aunque no menos radicales) la similitud entre el tandem Pérez Rubalcaba-Rodríguez con el de Beria-Malenkov. Basta por conocer si ambos serán barridos por el Jruschov de turno.

He pretendido evidenciar que se superponen a un mismo tiempo multitud de temas agrestes que dispersan la atención crítica e insistente sobre cada uno de ellos. Pero también la X de la máxima responsabilidad respeto la deriva en que España se desquicia no es ya atribuible a la esquizofrenia política de Rodríguez, de la que se hacía portavoz la muy bien recolocada Fernández del a Vega. Mandaba mucho más, aunque escondido tras las bambalinas, su ministro de Interior. Y conocida su perversidad ateísta, su obsesión totalitaria y su dominio sobre el entero aparato institucional y de partido, a él corresponde la responsabilidad del cierre y eventual abatimiento por ruina calculada del Valle de los Caídos.

La apelación a la “memoria histórica” y a la condición franquista del Valle de los Caídos es falsa y encubre la verdadera entraña ateísta y satánica del intento de secularización partidista de la basílica. El odio que corroe a los componentes de la Federación Foros por la Memoria ha dejado meridianamente claro el propósito perseguido: volar la Cruz del Valle de los Caídos que corona la basílica y es visible desde muchos kilómetros a la redonda. Las restantes pretensiones (retirar los restos de Franco y de José Antonio, desmantelar el templo, convertirlo en una suerte de museo del laicismo rampante y demás) son meros pretextos. Lo que incordia es la existencia de la Cruz, cuya voladura arrastraría el derrumbamiento de la entera basílica.

La historia real de la construcción y la misión otorgada a la basílica del Valle de los Caídos es de sobra conocida. Varios libros, entre ellos el sistemático de Juan Blanco, desmontan por completo las falsedades vertidas desde no sólo una izquierda que, como denunció Otero Novas, ex ministro del Adolfo Suárez, en uno de sus libros, careció de operatividad contra el régimen de Franco, sobre todo en el ámbito socialista, y sólo asomó el plumero revanchista después de su muerte. Tampoco cabe aducir desconocimiento sobre la inhumación en sus osarios de los restos de víctimas de la persecución roja y de combatientes de ambos bandos. Unos con filiación conocida y a petición expresa de sus deudos; y otros innominados procedentes de fosas de fortuna, no pocas de ellas de combatientes de uno y otro bando. Los monjes benedictinos han orado día tras día por todos ellos. Por todos los muertos de nuestra ya lejana guerra en el tiempo y en la superación a la que tantos españoles, la mayoría, nos dimos.

Era previsible que Benedicto XVI defendiera los principios evangélicos de la moral cristiana, denunciara las consecuencias nefandas del relativismo materialista y condenara cualesquiera prácticas contra el derecho a la vida. Rodríguez no sólo quiso marcar distancias con la Iglesia al eludir sus deberes como Jefe del Ejecutivo para recibir al Papa en Santiago de Compostela mediante la improvisación de una viaje a Afganistán que podía realizar en cualquier otro momento. Sabía que las palabras del Papa pondrían en evidencia la radicalizada subordinación de su gobierno y del P(SOE) a la estrategia disolvente del NOM. Lo reconoció no hace mucho con la declaración extemporánea e innecesaria de que su gobierno no tiene que acomodar sus leyes y acciones a lo que quiera el Papa. El ateismo gubernamental necesitaba anticipar a la visita de Benedicto XVI una reafirmación de su radicalismo anticristiano. Una afrenta a la Iglesia. Y montó el tinglado del cierre del Valle de los Caídos. No se trataba sólo de mostrar la musculatura coercitiva frente a la Iglesia, a sabiendas de que la abadía benedictina del Valle de los Caídos, como todas las abadías benedictinas, es autónoma y su vinculación con la jerarquía eclesiástica no es institucional sino de comunión en la fe. Ahí radica el verdadero origen del cerco progresivo al Valle de los Caídos y de su desembocadura en el cierre a cal y canto, el cual situaba a la Conferencia Episcopal ante una situación delicada y engorrosa.

No contaba Rubalcaba con la resistencia casi heroica de los monjes benedictinos, dispuestos a cumplir su misión de amor, caridad y perdón a campo abierto y a despecho de las presiones y perversas zancadillas del poder totalitario del gobierno. Tampoco con la multitudinaria reacción de los fieles que el pasado domingo colapsaron todos los acceso al Valle por carretera y obligaron a abrir su puertas para asistir a la Santa Misa oficiada a la entrada de la basílica. Ahora se insinúa que, culminadas las obras de reparación en el interior, inexistentes según el abad en los términos aducidos para el cierre, y completado el andamiaje protector de la Piedad, ya medio destrozada, el Valle de los Caídos se abrirá al culto a partir del 26 de diciembre. Ya veremos si la decisión es firme, una vez cumplidos los objetivos establecidos, o se trata de una nueva maniobra de distracción.

La jerarquía eclesiástica ha pedido una oración por la apertura al culto del Valle de los Caídos en los templos católicos. ¿Cumplirán la invitación todos ellos o remolenearán pocos o muchos, sea por pasiva indiferencia o por miedo? Lo que sí espero, o deseo, es que la Conferencia Episcopal, en su próxima Asamblea, traduzca esa invitación en una condena explícita y acorde con la denuncia de Benedicto XVI de que el anticlericalismo de la II República se reitera ahora en ofensiva secularizadora.

https://ww.alertadigital.com/2010/11/25/la-batalla-esta-planteada-entre-cristianismo-y-satanismo/