Castelló d'Empúries - Girona

Esperanza Oña | Crueldad identitaria

Redacción | Publicado el 5 Agosto, 2010 | Enviar un comentario

No me gustan las corridas de toros y los que me conocen saben que digo la verdad. Me parece un espectáculo fuerte, duro, impresionante que en mi familia jamás ha tenido ninguna tradición. Tampoco me gusta la hipocresía y menos en política, porque daña a mucha gente como consecuencia de decisiones fingidas adoptadas por conveniencia y no por convicción. Siempre hay víctimas de la falta de sinceridad.

Por defender lo que pienso me he llevado críticas lacerantes de aquéllos que monopolizan el derecho a la libertad de expresión sólo para los que indefectiblemente se ubican en su mismo espacio político. En ese antro de la doctrina ideológicamente correcta ya se ha establecido previamente lo que está bien y lo que está mal. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. O mejor, Libertad ¿para qué? como se preguntó Lenin.

No me creo la pena por los toros en Cataluña como causa para prohibir la llamada Fiesta Nacional. Si así fuese se habrían prohibido otra serie de celebraciones típicamente catalanas en las que el animal sufre más, es humillado sin posibilidad de pelea, es maltratado sin compasión y es elemento de diversión exclusivamente por su dolor. Los espectadores disfrutan gracias al sufrimiento del toro, sin existir ningún otro aliciente.

Pongamos varios ejemplos de fiestas violentas y crueles en Cataluña. El Toro de Fuego o Toro Embolado es una fiesta macabra que no despierta la sensibilidad de los prohibicionistas progres catalanes. En este caso, al animal le colocan unas antorchas o bolas inflamables en los cuernos untados con alquitrán. El toro aterrorizado viendo su cabeza envuelta en fuego, muge con desesperación y se golpea para desprenderse de la llama. Le va cayendo líquido candente y brasas que le producen quemaduras en los ojos, la boca, el cuello y el resto del cuerpo. Es muy edificante.

El Toro Ensogado es otra víctima de la maldad humana. Se le atan unas cuerdas a los cuernos con la finalidad de poderlo arrastrar violentamente por calles repletas de gente enfebrecida de placer. El animal sufre graves traumatismos en la cabeza y profundos desgarros en los músculos del cuello. Pero la diversión es infinita.

Toros al Mar. Los animales son perseguidos hasta que acorralados y sin otra posibilidad, los obligan a tirarse al mar desde el muelle. Muchos mueren ahogados. Tampoco aquí encuentro justificación para mantener una fiesta que no pretende otro objetivo que el maltrato como elemento de jolgorio y alegría.

Por lo anterior afirmo rotundamente que la pena por el toro no es la verdadera razón. Puede ser sin embargo que la falta de afición taurina, cada vez más evidente en Cataluña, haya servido para que los nacionalistas y separatistas aprovechen la ocasión de distanciarse más del resto de España. Saben que su pretexto hipócrita será bien recibido por otros hipócritas anti españoles que se ponen la careta de amigos del toro pero que acuden embrutecidos a celebrar fiestas catalanas de violencia extrema hacia el animal que dicen defender.

Creo, desde el amor que profeso a los animales, que no se merecen ser usados como coartada de metas independentistas. Hagamos una seria reivindicación para erradicar el maltrato despiadado que conocemos y aceptamos con indiferencia. Empecemos por evitar el sufrimiento, elevando el nivel de consideración hacia ellos en granjas, explotaciones ganaderas y mataderos. Castiguemos duramente la maldad de los que abandonan cada año a miles de animales de compañía. Exijamos que se cumplan las leyes ante pirómanos y cazadores furtivos.

No puedo terminar este artículo sin establecer una comparación que chirría y hace daño en mi conciencia. Estoy segura de que molestará a los que sólo saben posicionarse dentro de lo políticamente correcto. Pero también sé que si permanezco callada, me traiciono. Y eso nunca.

Los toros sufren y se prohíben las corridas en Cataluña. Los fetos humanos sufren, pero se permite el aborto. Los abortistas alegan a su favor que a ninguna mujer se le obliga a abortar. Los taurinos alegan en el suyo que a ningún catalán se le obliga a presenciar la Fiesta Nacional.

El razonamiento es impecable. Los hechos, desgraciadamente, no.

Esperanza Oña es portavoz del PP-A en el Parlamento andaluz y alcaldesa de Fuengirola (Málaga)

https://ww.minutodigital.com/noticias/2010/08/05/esperanza-ona-crueldad-identitaria/