Víllora - Cuenca

EL CASTIL DE OLIVAS
(Romería a la ermita del Castil de Olivas).

Mañana sábado, 8 de Mayo, se celebra la romería a la ermita de la Virgen del Castil de Olivas. Parece ser que ese día el tiempo nos va a dar una tregua hasta el domingo y aunque el cielo estará nuboso es poco probable que llueva.

El río San Martín se encaja aquí en una profunda hoz sobre la que se levanta una lengua de tierra desde la que se controla perfectamente el cauce del río, tanto al norte como al sur. El fondo se abre en un pequeñísimo valle en el que hoy crece vegetación de rivera, pero que sin duda ha estado cultivado en épocas pasadas, como testimonia una vieja casa de labor totalmente arruinada (algunos testimonios parecen indicar que se trataba de una fábrica de cerámica)

El paraje del Castil de Olivas, en los límites de Enguídanos, ofrece una hoz con cuchillos de inigualable belleza. Este lugar estuvo ya poblado desde la segunda Edad del Hierro y en época romana, (posiblemente una statio o mutatio de un camino secundario hacia Zaragoza según los restos hallados).

En la llana lengua de tierra donde se encuentran los mojones de ambos pueblos (Villora y Enguídanos) y que da acceso al cerro que delimita la garganta angosta de la hoz, se erigió el edificio de la ermita, sobre un podio nada despreciable.

Inmediatamente a su lado perviven los tristes restos de lo que fuera una casa de postas mandada reparar por Carlos III, tal como testimonian documentos del ayuntamiento conservados por los vecinos de Villora.

El camino de los madereros hacia San Martín de Boniches también converge en este lugar, camino que servía de regreso a esta población después de que los gancheros, bien por este río en épocas de crecidas, bien por el Cabriel, formaran parte de esas maderadas que abastecían ya en época árabe y hasta entrado el siglo XX las tierras de Valencia.

Cuenta la leyenda, que a la cueva donde se encontró la Virgen del Castil de Olivas acudieron a rescatar una cabra que se había caído un pastor de Víllora y otro de Enguídanos. Apostaron que el primero que llegara a su pueblo a contar del descubrimiento de la Virgen sería quien se quedaría con ella. Como los dos llegaron a la misma vez, decidieron construir en estos límites la ermita, siendo obra de los Marqueses, los Zuñiga y de la Cerda. La ermita tenía un capellán a su cargo como atestiguan las respuestas de Villora del Catastro del Marqués de la Ensenada a finales del siglo XVIII.

La devoción y la romería se realizaba hasta el mismo siglo XX con personas de Villora y Enguídanos. Existe un grabado de unos trescientos años con la Virgen del Castil de Olivas (desaparecido en la guerra civil) y que Don Manuel Cambra Martí, siguiendo su rastro, logró fotografiar por estar en manos privadas. Allí aparecen los dos pastorcillos al rescate de esta cabra y la aparición de la Virgen. De haber encontrado antes este grabado, en la restauración de esta imagen en la Capilla el pastor no habría llevado barba (aunque sigue bastante fielmente este grabado con lo que quedaba de esta estampa).

La ermita sólo se abre al público una vez al año (el día de la romería). Es una gran ocasión para visitar el paraje del Castil de Olivas y ver las pinturas del siglo XVIII restauradas y ampliadas en el último cuarto del siglo XX).

El programa que ha realizado el Ayuntamiento de Villora es el siguiente:

SÁBADO 8 DE MAYO:
10:00 AM. Salida desde el pueblo de Villora hacia el Castil de Olivas
12:00 AM. Misa en la ermita del Castil de Olivas.

Después de la misa (14:00 horas, aprox), paella en el Castil de Olivas.

Nota: El Domingo 9 también habrá una Romería a la Cueva Santa, ubicada en el término de Mira. Pero a decir verdad, me temo que el tiempo "aguará" la fiesta.

José Saíz Valero.
Bibliografía: Manuel Cambra Martí / José Saíz Valero

EL CASTIL DE OLIVAS (II).

La ermita que mandaron construir los marqueses de Villora, los Zúñiga y de la Cerda, tenía un capellán a su cargo como atestiguan las respuestas de Villora del Catastro del Marqués de la Ensenada a finales del siglo XVIII:

"25. Que gastos debe satisfacer el común, como salario de Justicia y regidores, fiestas de Corpus u otras; empedrado, fuentes, sirvientes, etc., de que se deberá pedir individual razón.
A la vigésima quinta pregunta dijeron que este concejo tiene la obligación de pagar (...) treinta reales al predicador de nuestra Señora de Castil de Olivas,(...) el Posito Real tiene contra sí la carga de ciento y ochenta reales de vellón, réditos de un censo de principal de seis mil reales de vellón a favor de la Capellanía de nuestra señora de Castil de Olivas de que es capellán don Bartolomé Galindo presbítero de esta Villa." (Archivo Nacional. Respuestas del Catastro del Marqués de la Ensenada de Villora)

La ermita sólo se abre al público una vez al año (el día de la Romería, el segundo sábado de mayo). Es una lástima que esta gran obra no pueda ser visitada más a menudo, como extraño que se diga que la ermita y los 333 metros cuadrados que ocupan sus dependencias, declaradas de carácter religioso, pertenezcan a manos privadas.

De ser así, tampoco entiendo cómo ha podido pasar a manos privadas un patrimonio de uso religioso reedificado por los propios Marqueses de Villora (1769, como consta en los restos de la espadaña) o cómo necesariamente el Ayuntamiento (al no haber pertenecido la ermita al Obispado de Cuenca), ha dejado estas dependencias públicas en manos de particulares. No llego a entender cómo una parcela excluidas por el Catastro de las casi 12,5 hectáreas que comprende la parcela de la Virgen, haya podido atribuirse al propietario de estos terrenos colindantes.

No en vano, tendría que haber constancia de la venta de la ermita por parte de los antiguos Marqueses de Villora, en las sucesivas Desamortizaciones o de Gil Roger Duval pues de no ser así, pertenecería al Pueblo o a los herederos de este último por adquisición a los marqueses.

Gil Roger Duval en 1906 aún era propietario del sur de Villora (medio término) donde se encuentra el Castil de Olivas, tras la venta a sus habitantes del término norte por sesenta mil pesetas de la época; venta que no estuvo carente de conflictos.



SOBRE LAS CAPELLANÍAS

Eran muchas las Iglesias de La Mancha que, en mayor o menor grado, poseían bienes en propiedades rústicas y urbanas. Procedían de donaciones y herencias de particulares que permanecieron en su poder, manos muertas, hasta la Desamortización de Mendizábal.

Desde 1833 las fincas fueron tasadas por peritos de Hacienda y subastadas después, alcanzando una puja media del 220% sobre el precio de salida. Dado el distinto tamaño de los lotes, eran en teoría asequibles para grupos sociales de bajos ingresos, pero en la práctica los propietarios y los inversores burgueses acapararon las compras, puesto que eran los únicos que tenían liquidez, sabían pujar y podían controlar fácilmente las subastas. Comprar era un excelente negocio: sólo se abonaba el 20% al contado.

Con esto se produjo el desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza, toda vez que el diezmo fue igualmente suprimido en 1837.

Esta desamortización afectó a las tierras pero nunca a los edificios religiosos que se enclavaban junto a las mismas, que nunca fueron vendidos. Desde este momento las tierras se pusieron a la venta y los edificios pasaron a formar parte del Estado (como edificios públicos). Bien es cierto que quedaron abandonados numerosos edificios de este tipo, de interés artístico (iglesias, monasterios) con la subsecuente ruina de los mismos, y otros en cambio se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones.

Volviendo al origen de las capellanías, estas donaciones de fincas rústicas, cuyas rentas se utilizaban como beneficio del clero, convertían a la Iglesia en heredera de importantes extensiones de terreno agrícola, constituyendo lo que se dio en llamar Capellanías.

A cambio de estas rentas, las Parroquias venían en la obligación de garantizar el cumplimiento de las disposiciones testamentarias fijadas por el Fundador de la Capellanía, cargas, misas y otros rezos en favor de su alma y la de sus familiares difuntos.

La CAPELLANÍA era una donación individual (como el caso del Marqués), laica o eclesiástica, dotada de tierras que se arrendaban para uso de sus rentas en pago al clérigo encargado de ella.

Con capital suficiente para que sus rentas compensen las cargas que pesan sobre ella. Misas, en general, cuyo número está siempre relacionado con la cuantía de la renta.
Las hay de 12, 24, 36,... misas al año. Pero también de sólo 9, y de hasta 250 misas. El número más frecuente era 52. Como nota ilustrativa podemos señalar que por una misa rezada se pagaban tres reales.

El encargado, poseedor, de una Capellanía solía ser un Presbítero (sacerdote), pero lo eran también clérigos ordenados de menores. Estos no pueden confesar ni decir misa.
La creación de las Capellanías, donaciones y Obras Pías, no es un fenómeno exclusivamente castellano sino que fue un hecho generalizado que se extiende por toda Europa desde la Baja Edad Media.
Y tuvo su origen en la creencia en el Purgatorio, lugar de tránsito de las almas no condenadas al Infierno y que precisan de una purificación temporal previa a la contemplación de Dios.
Y sólo la intercesión de los vivos, en su favor, puede acortar la estancia purificadora mediante oraciones, rezos, responsos, misas,...

En Castilla aparecen las Capellanías mencionadas en Leyes Civiles hacia el s. XIV. Su número debía ser notable en el siglo XV, porque ya las Cortes se quejan de ello. En el siglo XVI su aumento es espectacular. Aumento que no cesa en el siglo siguiente. De tal manera, que en el XVIII, sólo en nueve diócesis de Castilla se cuentan 20.000 Capellanías.

Como llevamos dicho, el patrimonio se invertía o arrendaba y los réditos se dedicaban a sufragar los sufragios solicitados por el Fundador.

El carácter perpetuo de la Fundación lo garantizaba el Patrono nombrado por el testador/fundador, a cuyo amparo quedaba el capital inicial.

Eran las Capellanías una de la fuente de ingresos más sustanciosa para el Clero, a la vez que uno de los pilares básicos de la economía de la Iglesia. El conjunto de los bienes pasaba a propiedad de la Iglesia, dependiente del Ordinario de la Villa (Párroco) y su enajenación precisaba de la aprobación de la autoridad eclesiástica.

Queda, pues, patente la doble finalidad de la Capellanía:
- contribuir a la salvación del alma del Fundador, y
- generar unas rentas capaces de mantener al Capellán de forma vitalicia.

La seguridad económica que el ejercicio sacerdotal requería venía dada, en la mayoría de los casos, por el disfrute de capellanías y censos.

Las capellanías, además de para asegurarse los sufragios salvadores, solían fundarse en previsión de que algún miembro de la familia tomase el estado eclesiástico; con ello se aseguraba la atención de las mismas y, a la vez, la solvencia económica del clérigo familiar; por esta vía muchos varones se veían impelidos a tomar el estado eclesiástico.

En muchos casos, por tanto, las capellanías se fundamentaban en relaciones familiares entre el beneficiario y el creador de la misma.

Y es en este cuadro histórico-social donde, en 1769, el Marques de Villora, don Antonio de Zuñiga y de la Cerda, fundó o refundó en el Castil de Olivas la Capellanía del mismo nombre.

BIBLIOGRAFÍA

La Encomienda y la Capellanía. Dos Instituciones Fundamentales en la vida agraria manchega de los siglos XV, XVI y XVII. Francisco Adrados Fernández

Las Capellanías en el 1697 (para la historia económica de Valdepeñas).Fernando Jiménez de Gregorio.

Las Capellanías en los siglos XVII y XVIII a través de su escritura de fundación. Candelaria Castro, Mercedes Calvo y Sonia Granado.

LA ROMERÍA DE LA VIRGEN DEL CASTIL DE OLIVAS
Lunes, 10 de mayo de 2010:

Bueno. Por fin conseguí ver la ermita del Castil de Olivas por dentro.

A la cuarta va la vencida. A ver si el año que viene se puede hacer una romería conjunta con gente de otros pueblos del Cabriel.

Como estaba previsto, el sábado pasado salió desde Víllora la procesión con destino a la ermita del Castil de Olivas.

Los 5 km fueron recorridos entre los cantos y rezos de sus gentes en esa fiesta en honor de la Virgen de Castil de Olivas, cuya imagen mariana se traslada desde la iglesia parroquial hasta su ermita.

Los coches que quedamos rezagados tuvimos que seguir el paso de la procesión. Los más avispados ya estaban en el lugar de destino esperando la romería. La imagen estuvo soportada todo el tiempo por mujeres y tras alguna que otra parada en "descansillos" realizados para tal menester y donde se cantaba a la Virgen, llegamos al paraje del Castil de Olivas.

Una vez allí, el párroco don Pascual celebró la misa en honor de la patrona y las gentes que acudimos allí pasamos el día descansando,orando en la ermita, tomando cervezas por doquier, comiendo entre amigos o en familia, disfrutando del paisaje de la Hoz del río Villora o San Martin (también llamado Regajo de la Vega a su paso por Enguídanos), de los Cuchillos de la Virgen, etc.
Todo ello amenizado por una banda de músicos y la campanilla rescatada de la espadaña de la ermita.

Una paella para doscientas personas (para las 150 personas que finalmente acudirían a la cita), unos cacahuetes y unas olivitas y los barriles de cerveza que allí se consumieron, nos dejó un regustillo y las ganas de volver al año que viene.

A media tarde se volvió a llevar a la Virgen en hombros hasta la iglesia, tras un día romero de fiesta mayor y armonía espiritual.

Tuve la suerte de que mi acompañante llevara el coche hasta la ermita, de seguir a pie la romería, y de conocer a su párroco, don Pascual, con el cual, en un encuentro casual, tuve el placer de comer y conversar sobre los pueblos del Cabriel, sentados en los "poyos" que los restos del "convento" anejo nos ofrecía.

Doy fe de que con personas como estas, entiendo que hasta el más agnóstico recobre su esencia espiritual más escondida.

José Saíz Valero

Hola Villorenses

Hola

Cuando son las fiestas patronales

Creo que en agosto