Agradecimientos de parte de Manolo Queridos paisanos y paisanas del Foro de Villar del Águila: En efecto, hoy es mi cumpleaños: medio siglo y la propina... Soy de la quinta que, alumbrada por fecunda generación de admirables madres acelgueras en 1956, tuvo la dicha de celebrar el pasado octubre que la vida todavía nos siga cobijando bajo su manto cálido y que podamos seguir pidiéndole muchos años más que no nos retire lo que tiene de dulzura. Como podéis suponer, me siento muy feliz en esta mi nueva edición, que ha casi acertado en la diana estacional de la primera (es lunes santo y aquel 29 de marzo del 56 era jueves santo). Ya se encargaron de recordármelo algunas de las entrañables mujeres que ayer tuvieron la amabilidad acudir a mi casa para una pequeña y espontánea celebración: mi tía Carmen recordaba que aquel fue el primer año en que los oficios se celebraron (como ahora) por la tarde, así que, al salir, ella y otras jóvenes esperaron la noticia del primero de los seis alumbramientos de Herminia mientras surgía en el horizonte, sobre el camino de la Fuente de la Carrasca, la luna brillante de la recién estrenada primavera. Bueno, me estoy poniendo casi sentimental, pero quería añadir que ayer tuve el privilegio de compartir dulces y licores con otras mujeres admirables, por ser acelgueras: mi tía Irene, Dolores y su hermana Anselma; mis queridas vecinas María la de Gregorio y Pepi (Vitoria estaba de viaje); María (la de Miguelín), las primas (mías y entre sí) Nati y Quica; la entrañable Concha. Y, en inmediato conciliábulo, arrostrando (con fruición mezclada de cierto entornar de ojos) las tibias caricias del recio sol acelguero tras este gélido invierno, los nombres de varones no menos entrañables: mis tíos Otiliano y Cesáreo; Gregorio, Felideo, Miguel (nuestro cariño le llama Miguelín), Mario y, en breves estancias, José Luis (el de Pepi), Emiliano, Víctor Manuel y Rubén (la juventud); y algunos y algunas más que se me olvidan (perdón). También me acompañaron dos de las nuevas familias (savia nueva y, a juicio de todos los del pueblo, de calidad) recientemente acelguerizadas: Jose y Juan, con sus afables mujeres y sus amables y educados niños. Mi amigo Enrique Vélez nos acompañó un rato y mi amigo Antonio (el del Seco) sedujo nuestros paladares y adormeció un poco nuestras conciencias con su inigualable pacharán, self-made y recién llegado de su bodeguilla secana, con tanto dulzor y buen sabor de endrinas como añeja y elevada graduación. Angelines, mi mujer, lo preparó todo (ya la conocéis) y estuvo en su línea de siempre: ser lo mejor que me ha pasado en la vida. Bueno, imaginad todas las activas lectoras(y escritoras), así como algunos (más escasos) de los seguidores de nuestro Foro, si estaré contento y si tendré motivos para recordar este cumpleaños. Motivos de felicidad que, por otra parte, han aumentado sin límite las felicitaciones que algunas habéis escrito en el Foro. La sensación que me produce el ser hoy objeto de vuestra atención y de vuestro afecto es esa especie de confort que sentimos cuando estamos rodeados de gente buena: eso genera a nuestro alrededor una especie de zona cálida, de espacio de quietud y de cariño que nos recuerda que el mundo y la vida, pese a todo, valen la pena. Exactamente igual que lo que sentí ayer, en la plácida pero animada tarde primaveral del Domingo de Ramos: estar acompañado de gente buena. Creo que éste es el perfil más común de los acelgueros, el que corresponde a la gente de mi pueblo: el de gente buena. Un abrazo a todos, muchas gracias y: ¡Viva nuestra Villar del Águila! Manolo Pérez (de Adolo) Jiménez (de Heminia). P.D. Aunque no tengo mucha experiencia en esto del foro, voy a intentar colgar ahora (aunque sea para poco tiempo) un par de fotos mías (perdonadme), para que me reconozcáis y para que os acordéis de mí (¡es tan agradable!) todavía dos o tres días más.
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