Villaescusa de Haro - Cuenca

Ola, soy esther. mi tia me pidio k pusiera mi cuento aki y weno eso hago. espero k os guste. Besos.




La Capilla de la Asunción.


Tras las revueltas ateas en el 2083, todo lo religioso desapareció. Muchos lucharon, pocos sobrevivieron. Algunos tuvieron que marcharse y cambiar de vida. Desapareció todo lo religioso: cuadros bellísimos pintados por grandes artistas, cúpulas e iglesias construidas por genios de la arquitectura....
Pocas iglesias sobrevivieron, aunque estas quedaron en muy mal estado. Algunas cayeron en el olvido bajo escombros y nunca volvió a saberse de ellas. Los líderes prohibieron hablar de religión: todo lo que sonara a cristiano era juzgado y posteriormente castigado.


Mi historia comienza diez años después, en el 2093, cuando, por casualidad, revisando un libro cayó una postal de algo que no había visto jamás. Le di la vuelta y leí “Capilla de la Asunción”. Me quedé impresionada al ver tanta belleza plasmada en una hoja tan pequeña. Fui corriendo a mi madre para preguntarle por esta capilla. Al principio se quedó callada, inmóvil. Luego me arrebató la postal y me prohibió volver a hablar de ello. Me quedé asombrada ante tal reacción; ¿Por qué me había quitado la postal?
Subí corriendo a mi habitación y me puse a buscar en Internet sobre la capilla. La mayoría de las páginas estaban restringidas. Mire muchas y no encontré respuestas a mi pregunta.
Pero por fin encontré una que me llamó la atención. Decía que tras las revueltas ateas en 2083, se había destruido y cerrado muchas iglesias. Esto había afectado a las iglesias de Villaescusa de Haro. En la misma página salían algunas fotos del retablo y de la capilla.
De pronto mi hermana irrumpió en la habitación, de manera que pudo ver lo que yo estaba mirando en Internet.
- Está bien, - dijo- te contaré lo que pasó en realidad. Tú no te acuerdas de todo eso porque apenas tenías cinco años. Yo lo viví muy intensamente ya que tenía casi diez.
Nosotros proveníamos de una familia acomodada, y además estábamos bautizados en la fe católica. Cuando algunos grupos de personas se revelaron, algunos cristianos lucharon contra ellos. Dos de los que lucharon fueron tus dos hermanos mayores de los que nunca volvimos a saber. Después de esto tuvimos que abandonar Cuenca y vivir en algún pueblo cercano donde todavía no hubieran llegado las revueltas ateas. Para desgracia nuestra, varios meses más tarde llegó la tragedia.
Apenas quedó algo de Villaescusa: la iglesia de San Pedro, el convento de los Dominicos, los Frailes, Santa Barbará,......
Todo aquello donde se rendía culto desapareció. Por eso nunca has oído hablar de la capilla. Por eso nuestros padres nunca te hablaran de todo esto porque cuando desaparecieron nuestros hermanos dejaron de creer.
- ¡Vaya!- dije-. ¿Se destruyó la capilla?
- No, solo se cerró. Se tapono la entrada para que nadie volviera a pasar.
Sé como eres, por eso te prohíbo que indagues más sobre este asunto. Como te descubran, puedes ser juzgada y luego ejecutada.
- No te preocupes, no lo haré.

Pero mi mente no pensaba igual. Deseaba ir a esa capilla. Fuese como fuese, lo haría.
Me pasé la tarde en la biblioteca, buscando información y planos de la iglesia de San Pedro.
No encontré ningún libro, ni nada que contuviese tal información.
Cuando estaba dejando los libros en la estantería, se me cayó uno que dejo caer pequeña carta. Empecé a leerla y descubrí que la había escrito alguien que quería pasar a la iglesia igual que yo. Pronto me la escondí y me fui de allí para mi casa. Cuando estuve sentada en la cama de mi habitación, volví sacar la carta y ha leerla detalladamente. En ella describía como había pasado a la iglesia sin que nadie le descubriese y de cómo saldría de allí. Acaba de descubrir como pasaría a la iglesia sin que nadie me viera.
Cuando todos dormían placidamente, me escapé por la ventana, bajando por una cuerda que había atado a mi cama.
Me llevé la carta y una linterna. La calle estaba sola y no se oía ningún ruido.
Cuando llegue a la iglesia, la carta me pedía que moviera una piedra que me habriría una puertecita a la sacristía. Esta piedra se encontraba detrás de una columna, al lado de la antigua casa del cura. El pasadizo era muy estrecho y pequeño, y además contenía todo tipo de aracnidos y moho.
Logre pasar sin ningún problema y ahora me encontraba en una sala (que mas tarde supe que era la sacristía). No podía estar mucho tiempo en la iglesia, por lo que pronto me puse a investigar por le edificio.
Por cada sale que encontraba, en esa me metía. Llevaba ya bastante rato y todavía no había encontrado nada que me interesara. Sólo me quedaba una. En la entrada había una reja un poco oxidada, en la cual encima de la puerta tenia un escudo.
Pase dentro y allí descubrí el retablo. Durante un rato me quedé sentada en un banco, admirando su belleza. De pronto escuché un ruido que provenía de la sala por la cual yo había entrado; era una persona.
Cada vez sentía que se acercaba más a mí. Me escondí detrás de una lapida que había allí. Después de unos minutos, vi como aquel hombre se sentaba en el mismo banco en el que yo me había sentado, y se ponía a rezar.
Decía cosa como “he pasado por su ventana y no estaba” o “puede que este aquí” pero dijo que me llamo mucho la atención.
En ese momento salí de me escondite, y casi llorando, le abracé: había descubierto a uno de mis hermanos perdidos.
- Hola Esther, soy Enrique, tu hermano.
- Ya sé quien eres.

Estuvimos hablando toda la noche. Me dijo que Álvaro, mi otro hermano había muerto en el campo de batalla y que él había logrado sobrevivir y no ser capturado cuando terminó la guerra. Después estuvo tres años divagando y cuando supo que vivíamos en Villaescusa, se quedó en la iglesia. También me dijo que él había colocado la carta en uno de sus libros favoritos con la esperanza de que un día yo lo encontrase.
Salimos de la iglesia y nos fuimos a casa. Cuando llegamos vimos a nuestra madre llorando, pero cuando esta nos vio, corrió a abrazarme. Explique a mis padres que había descubierto pasadizo en la iglesia y que allí había encontrado a mi hermano.
Luego Enrique les explico como había llegado aquí y lo que le había ocurrido a Álvaro.
Desde entonces mi familia vuelve a ser creyente (en secreto, claro) y yo de vez en cuando paso a la iglesia.

Gracias Esther.


Viva Villaescusa libreeeeeeeeee¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

esther, escribes muy bien. LE podías decir a tu tía que te cuente historias del pueblo, recuerdos que tenga de tus abuelas, bisabuelas , vecinas o tías para que tu las escribas y las des a la Junta directiva de la asociación de Muejres , para el concurso. Ánimo. Esperamos tus historias.

Me ha resultado muy ocurrente y original lo de las "revueltas ateas".
Me ha gustado tu cuento. No conocía tu veta literaria.
Un abrazo.