la lengua Espero os guste, sacado de un diario. La lengua, ese órgano blando, rojo, húmedo y flexible que acaricia, lame, saliva, besa, toca y saborea, y que la mayoría de las veces olvidamos, es sin lugar a dudas la herramienta más poderosa que tiene el ser humano para manifestarse. Moverla es algo mecánico que se nos da de nacimiento; sin embargo, saber utilizarla es algo que sólo maneja el intelecto. Independientemente de que sea el órgano más fuerte que poseemos, lo componen 17 músculos perfectamente acondicionados, tiene la capacidad de someterse a nuestra voluntad y ayudarnos a decir lo que pensamos y sentimos, lo que creemos, lo que odiamos o amamos. Con ella nos damos a conocer a los demás. Nos sirve para reflexionar, pedir, criticar, gritar, acariciar, susurrar, seducir…en definitiva, dar a conocer a quienes nos rodean nuestro sentir más profundo. Es el tobogán por el que resbalan nuestros suspiros y también por donde se deslizan nuestros pensamientos más íntimos. Por eso no deja de ser curioso ver cómo está de mal empleada en los que gustan de llamarse “seres inteligentes”. La palabra desperdiciada en hacer daño, amenazar, tiranizar, herir, manipular, envenenar, fanatizar, criticar, amedrentar, es peor que el silencio rampante. Si la pobre lengua supiera para qué es empleada la mayoría de las veces por tantos “inteligentes” que nos rodean, decidiría por sí sola caerse antes que tener que servir a tan vil oficio.
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