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Diego Ramírez, escritor de Diálogos

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España > Cuenca > Villaescusa de Haro
Diego Ramírez, escritor de Diálogos
El primer escritor de Villaescusa del que se tiene noticia, o mejor del que se conservan textos escritos, es Diego Ramírez, el de la capilla de la Asunción.
Tiene el mérito de haber escrito unos diálogos renacentistas, tan famosos (y quizá mucho más importantes en su época) como los que escribiera Antonio de Nebrija, con el que compitió en la cátedra de Retórica en la universidad de Salamanca.
En las jornadas organizadas por la UCLM, que se celebraron en Villaescusa con motivo del quinto Centenario de la construcción de la capilla de la Asunción, se resaltó, sobre todo, su rasgo biográfico de mecenas de las artes, También se habló, aunque de una manera incidental, de su faceta de escritor. Esta faceta, sin embargo, es ,en mi opinión, la que le convierte en un artista del Renacimiento, puesto que su participación en la capilla de la Asunción no fue de creación directa, sino que se limitó a encargar el trabajo a otros, los verdaderos creadores de ese monumento histórico artístico de nuestro pueblo,
El homenaje recibido, en la celebración de estos 500 años, resultaba por tanto en cierta medida inmerecido, puesto que su aportación fue, como ya se ha dicho, meramente económica. Su labor de escritor le otorga, en cambio, un valor muy superior al que ya se le había reconocido como mecenas, puesto que si para ser esto último sólo hace falta tener dinero para ser escritor hace falta esfuerzo personal, creatividad, y otros requisitos que no se adquieren simplemente con riquezas.
La diputación de Jaén ha publicado la obra de Diego Ramírez de Villaescusa con el interés localista de reivindicar su patrimonio histórico al mantener viva la memoria de insignes personajes relacionados con la historia de su provincia, ya que nuestro autor era deán de la catedral de Jaén. Estas mismas razones me movieron a mí a buscar el libro, leerlo y a difundirlo entre mis paisanos por medio de este escrito.
Los Diálogos tienen el valor literario de dejar constancia de una época y de un género del que nos quedan pocas muestras. No gozan de la frescura de otros diálogos más populares como los del arcipreste de Talavera, por ejemplo, pero como esta obra deja constancia de costumbres, creencias y formas de ser de la gente. Lo que para nosotros, por ser el autor de nuestro pueblo, reviste un interés muy grande ya que podemos ver reflejadas en esas gente a nuestros antepasados de Villaescusa y de Cuenca.
Para un lector moderno, con toda seguridad, le resulten excesivas o sin interés las cuestiones teológicas de los diálogos. Aún así, el libro puede leerse como muestra de la literatura renacentista, y dentro del contexto de los diálogos renacentistas, relacionar a nuestro autor con otros autores de su época con los que tuvo relación probada. Entre ellos Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática que se ha hecho de la lengua española, al que Diego Ramírez ganó la cátedra de Retórica de la universidad de Salamanca en 1480. Y otros como los hermanos Juan y Alfonso Valdés con los que, si bien más jóvenes, les une el hecho de ser conquenses y autores de Diálogos (El Diálogo de la Lengua de Juan de Valdés es, junto con las obras de Nebrija, el estudio más importante de la lengua de la época, y Alfonso de Valdés, autor de diversos Diálogos, se ha descubierto hace unos años ser el verdadero autor del Lazarillo de Tormes, considerado anónimo durante siglos. Está probada la relación de ambos hermanos con la Corte, Alfonso fue secretario del emperador Carlos V, el mismo que nuestro obispo Diego Ramírez había bautizado en Gante.

A continuación transcribo una selección de los diálogos. He dejado fuera disquisiciones teológicas importantes y me he quedado con lo que puede resultar atractivo al lector moderno. Quién busque mayor profundidad puede acudir a leer la obra completa.

SOBRE LA OBRA, TÍTULO Y EDICIÓN.

“CUATRO DIALOGOS QUE TRATAN DEL INFAUSTO DIA EN QUE MURIÓ EL PRINCIPE DON JUAN, HEREDERO DE ESPAÑA”. Gaspar Armengoto, impresor y editor de la ciudad de Amberes que los sacó a la luz en Amberes.
En el incunable, impreso en 1487 se dice que lo escribió Diego Ramírez de Villaescusa, deán de la catedral de Jaén y capellán de la corte, para consolar a la reina de la pérdida de su hijo, suceso que conmocionó a todas las cortes europeas.
Hay dos personajes en cada diálogo.
En el primero, la reina Isabel habla con un personaje al que nadie conoce y que viene a preguntar por don Juan. A lo largo del diálogo se descubre que es la muerte y que viene a llevarse a su hijo. La madre se desmaya y cuando se recobra del desmayo intenta disuadir a la muerte para que no se lo lleve. Incluso la halaga diciéndole “tu conversación es muy agradable”, a lo que la muerte le contesta “¡Tú si que hablas bien y que hermosa eres!”.
En el segundo, el rey anuncia a su nuera la muerte de su esposo.
También aquí, la mujer se desmaya y al reponerse impreca a Dios parodiando los lamentos de Job y recordando a las muchas mujeres de la historia que han sufrido, comparando su dolor al de ellas.
En el tercero, hablan los reyes, Fernando e Isabel. El rey anuncia a su esposa la muerte de su hijo a la que la reina no pudo asistir. La reina no encuentra consuelo aunque lo busca en la Biblia: “he perdido a mi único hijo, mi hijo, mi ángel…”
En el cuarto diálogo, que está incompleto, los reyes visitan a su nuera y tratan de consolarla con la esperanza del niño que lleva en su vientre. Esa esperanza también se malogrará. Nacerá muerto.

SOBRE EL AUTOR

Respecto al autor se dice en esta edición de la diputación de Jaén lo siguiente:
Nació el 7 de diciembre de 1459, hijo de don Pedro Ramírez y María Fernández, natural de Corral de Almaguer.
Descendía por línea paterna del conde Juan Ramírez de Arellano [de Villaescusa], señor de Montoría, que vino de Navarra.
Aprendió las primeras letras en su pueblo natal [Villaescusa]y latín de Juan González en su preceptoría de Garci Muñoz.
Lo elogia Lucio Marineo Sículo.
Obtuvo la cátedra de Filosofía Natural en Salamanca. Allí le ganó otra cátedra, la de Retórica a Nebrija en 1480.
Hay una biografía suya, la del jesuíta García Olmedo F.S.J titulada: “Diego Ramírez de Villaescusa (1459-1537) Fundador del Colegio de Cuenca …”, publicado por Editora Nacional , Madrid en 1944.
Bendijo las bodas de la princesa Juana y el archiduque de Austria en Flandes y desde 1496, capellán de la reina Juana, bautizó a su hija Leonor en 1499 y luego a su hijo Carlos en Gante. Reside en España, Medina del Campo, a la muerte de la reina el 26 de nov. 1504. Se tiene noticia de que compró muchos de los libros de esta reina que se subastaron a su muerte.
Desde 1521 fue obispo de Cuenca, ciudad en la que murió el 11 de agosto de 1537. Está enterrado en la capilla mayor de la catedral.

CITAS DE LOS DIALOGOS

(Citas entresacadas de los “Diálogos”)
La reina pegunta a su marido:
“Y- ¿A quien pertenecerá la carne humana con la que otro hombre se ha nutrido obligado por el hambre?
¿Se reintegrará en el cuerpo del que la comió o volverá al de aquel que sufrió detrimento por haber sido comida? P. 155
F- Volverá pues la carne aquella al hombre en la que tuvo su origen desde aquel otro que tomada a reciprocidad, la volverá al primero. No de otro modo que el dinero ajeno ha de ser devuelto a su dueño. Lo cual se hará en este caso por Aquel que puede reintegrar hasta lo que se difuminó en la atmósfera.
Confirma esta verdad la Suma Verdad que dice que ni uno solo de los cabellos de su cabeza perderían los bienaventurados, luego de su resurrección.
Y -¿Y si ni un solo cabello se ha de perder en aquel que resucite, se le devolverán también los residuos que dejó en casa del peluquero? ¿Y qué de las uñas que han sido recortadas mil veces o de las grasas de la gordura?
F- Lo que dice el señor de que ni uno solo de los cabellos se perderá se refiere al número pero no a la longitud de ellos con lo que puede entender mejor y así vale para el cabello como para las uñas. Por lo que respecta a la gordura y a la flaqueza y a ciertas deformidades, debe entenderse de este modo: aquello que constituía la deformidad se reintegrará a la masa del cuerpo pero no a lugares de donde pueda resultar el cuerpo deformado, a semejanza de lo que ocurre cuando se hace una vasija de arcilla, la cual si se deshace todo su componente y se vuelve a hacer otro vaso perfecto con el mismo material. En este caso, no es necesario que la arcilla que formaba, por ejemplo, el asa vuelva a ser asa y que lo que fue la base, vuelva a formar la base; con tal de que la vasija se convierte de nuevo en la vasija, es decir: todo el barro en toda la vasija sin desperdicio de nada. P. 157
Y - ¿A qué edad resucitará nuestro hijo que tenía 21 años y dos meses cuando se murió?
Y- Bueno ¿y qué estatura tendrá nuestro hijo cuando resucite?
F- Como afirman los autores sagrados, resucitará con su estatura cabal a la que hubiera llegado si la naturaleza no hubiera interrumpido, por la muerte, su normal proceso de crecimiento.
Y - ¿Y los enanos, por ejemplo cómo resucitarán?
F- Para el poder reparador de Dios, tan fácil es suplir la falta de estatura de un enano como fácil fue la formación con limo de la tierra del cuerpo de Adán, el primer hombre.
[…….]
Y - ¿Las mujeres resucitarán con su propio sexo o con sexo varonil?
F - Es indudable que cada uno resucitará con su propio sexo.
Y- ¿Y habrá algún desorden o perturbación por el hecho de andar los cuerpos desnudos?
F- Allí los cuerpos, glorificados, se verán libres de todos lo vicios…El sexo femenino no constituirá allí ninguna incitación al pecado, porque la naturaleza estará allí libre de coito y de parto. Los miembros de la mujer habrán dejado de servir para un menester innecesario y gozarán de nuevo atractivo que no incitará a concupiscencia alguna (porque ninguna será posible)p.165
Y - ¿Quién dio poder a la paja para que conserve la nieve sin que se derrita o, por el contrario, que con su calor haga que maduren las manzanas metidas entre ella?
¿Y qué decir del carbón que es tan frágil que un tizón fácilmente se quiebra con pequeño esfuerzo pero sin embargo es tan duradero que no se altera ni por la humedad ni por el paso del tiempo, de modo que solían enterrarse por aquellos que querían fijar mojones en las lindes de los predios para demostrar al que pleitease, con ellos, que tales carbones habían estado allí durante mucho tiempo fijando el límite?
[…..]
¿Qué de la piedra diamante, imposible de quebrantar ni por fuego ni por corte de metales por más esfuerzo que se derroche y que, sin embargo, es dócil y frágil ante la sangre de un macho cabrío?
Ante todos estos fenómenos, los físicos no saben que responder, por lo que no hay que decir que algo no pueda suceder en el futuro porque no se haye explicación para ello. ¨ (p. 166]
El rey sigue hablando de maravillas como la pirita, piedra que quema, las yeguas de Capadocia que conciben del viento potros que viven tres años, etc. Luego habla de los males de la vejez que canta Salomón en la Biblia. La reina le dice a su marido que no entiende ese lenguaje tan poético, que se lo explique y Fernando así lo hace. Luego cita a Cicerón y al santo Job de los que deben aprender a tener paciencia y fortaleza en la adversidad.
Sigue el diálogo entre los esposos:
“F- Comienza por examinar tu conciencia por ti misma.
Y- ¿Cómo podré yo conocer las cosas que hay ahora mismo dentro de mí?
F- Ese examen de en ti misma lo puedes hacer en tres tiempos averiguando la respuesta a estas preguntas ¿qué eres, quién eres y cómo eres?”
Y la reina le pide:
“Y- Esto explícamelo muy despacio”. (p.183)
El rey le contesta con otro Díálogo que lleva el subtítulo de “COMO NOS PUEDE APROVECHAR LA TRIBULACION”.
Por este y otros temas, los Diálogos resultan más medievales que renacentistas. Tienes así el valor de ser una muestra del paso de una época a otra como también lo es la capilla. Los Diálogos completan en el campo literario lo que la capilla hace en el campo de las artes plásticas y la arquitectura. Ambos tienen el incuestionable valor de ser obras de transición de la Edad Media al Renacimiento.
Según nuestro obispo, que pone en boca del rey Fernando, “Existe una ley en nuestros miembros, contrapuesta a la ley de nuestra mente que crece y se esponja con la prosperidad, pero que se aplaca con la adversidad. Por el contrario la ley de la mente se debilita con la prosperidad y viceversa ( p. 204) a lo que la reina le contesta con el ejemplo de cierto monje acosado por la tentación de la carne que no cesaba ni con ayunos ni con vigilias ni con oraciones. Por indicación del abad lo monjes comenzaron a hacerle la vida imposible, atribuyéndole crímenes y maldades sin cuento que el jamás había cometido y ni siquiera imaginado…Así, un día, interrogado por el abad si aún le molestaban las tentaciones, el monje respondió malhumorado: ”Si no me dejan ni siquiera vivir, como voy a fornicar?”
¿A que no se imaginaban a la reina Isabel la Católica usando este vocabulario?
Otras veces hay mayor realismo, como en la siguiente petición de la reina que expresa muy bien su angustia y su afán de saber los pormenores de los últimos momentos con vida de su hijo:
“Y - Aunque al oírlo no pueda menos de deshacerme en lágrimas, quiero que me digas todo lo que hizo y dijo este hijo de mi corazón, en sus últimos momentos.”
No tan verosímil es que un padre, por muy rey que fuera, ante tal pregunta contestase con un discurso, supuestamente las últimas palabras de su hijo, que acaban así:
“Enjuga las lágrimas de mi dulcísima esposa Margarita de Austria, más casta que Lucrecia, más docta que Safo y que Proba, más fiel que Pompeya y que ahora va a ser semejante a Porcia. Cobíjala en el mismo amor paterno con que lo hacías conmigo. Ten compasión. No puedo más: me estoy muriendo. Adiós y ruega por mí.” (p. 207)
Entre mitologías y citas de la historia clásica como, por ejemplo, Escisión el Emiliano, la Biblia con David llorando la muerte de sus hijos y consolando a su esposa Betsabé, etc., inserta otros que nos resultan más próximos geográficamente a los conquenses.
Se trata del rey don Sancho, hijo de Alfonso VI acudiendo en defensa de la fortaleza de Uclés. Los moros le cortaron la retirada y murió en combate (p. 212) Le siguen citas de santos, milagros y apariciones que ensalzan el poder de las misas con las que termina el Diálogo tres.
Termina “Pero ay, que nos hemos entretenido demasiado con esta conversación. Vayamos ahora a Salamanca donde, triste y desolada, llora a su esposo nuestra hija Margarita y allí trataremos de consolarla cuanto podamos” (p.224)
Es lo que hace el Dialogo 4 y último, inacabado o perdido, del que sólo queda media página.

MODELOS DE MUJER EN LA VILLAESCUSA DEL XVI

Me he detenido en las citas de mujeres que aparecen en el los Diálogos, porque aunque estas aparezcan dictadas en boca de una mujer, la princesa Margarita, y cumpliendo una función muy especifica en la obra, la de servirle de ejemplo y consuelo ante la pérdida del esposo, tienen el valor añadido de mostrar qué modelos de mujer se tenía en Villaescusa en esa época. Al menos eran los modelos de mujer de un señor nacido en Villaescusa y que seguía manteniendo relación con su patria chica.
En lo párrafos anteriores ya hemos visto que el autor ha comparado a la viuda con Safo, con Proba, Pompeya y dice que ahora, sin marido se supone, va a ser una Porcia.
Hay que tener en cuenta que quien lo escribe es un hombre del XVI y obispo. Afortunadamente las mujeres de Villaescusa tenemos, y estoy segura que nuestras antepasadas también han tenido, otros ideales. Pero bueno, quizá la riqueza de estos diálogos tenga quever con el hecho de que todavía estén ahí escritos esos nombres para poder analizar hoy su sentido y establecer comparaciones.
“Ay quien pudiera ser como las esposas de los argonautas que fueron encarceladas en lugar de su marido o, como las espartanas, trocar la suerte muriendo en lugar del esposo.
Quien pudiera, como lo hizo Artemisa, reina de Acaria, levantar yo otro mausoleo dentro de mi corazón donde reposase mi esposo.
También Hipocratea, esposa de Mitridates, rey del Ponto, fue incapaz de sufrir siquiera una corta separación de su esposo que iba a la guerra y cambiando su atuendo por el de un soldado logra segur a su esposo al que tanto amaba.
Acudid a mí, esposas de los cimbros pues soy de vuestra raza por nacimiento y por temperamento”. (p.121)

También cita a Julia, hija de César y de Cornelia, con lo que nuestro autor parece ignorar la vida licenciosa de esta mujer según la historiografía moderna, no creo que de tenerlo en cuenta la pusiera como modelo a seguir.
A Porcia, quien a la muerte alejó de su marido se quemó para estar con él, “la privaron de espada pero el fuego vino en su ayuda.”
Con la noble Sulpicio que marchó al destierro para no abandonar a Lentulo Trustelio acaba el Diálogo dos. El rey se va a llamar a la reina para que consuele a la viuda Margarita.
Enviado por: Luz gonzalez | Ultima modificacion:19-07-2008 13:47
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Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:15/01/2020
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