Pinarejo - Cuenca

DEL AUTOR DE PINAREJO EL MEJOR PUEBLO

Gran casa está la de los herederos de Federico, que en paz descanse. En su día fue un gran caserón que llego a formar parte de tres calles y una plaza. Dichas por este orden: Cruces, Veguilla, Plaza, Eras y callejón. A lo largo de los siglos como si se le hubieran ido dando bocados la casa se fue subdividiendo en pequeñas propiedades. Una se la quedó Federico, otra Feliciano y así podríamos continuar. A mí me recuerda la casa solariega de Don Quijote de la Mancha. Es una casa tradicional de labranza. Se la pueden imaginar allá en el siglo XVIII en tiempos en que eran sus propietarios D. Francisco Belinchón y Dña Teresa de Toledo. Hijo del matrimonio fue D. Pedro Belinchón Toledo (1785): Universidad de Salamanca. Abogado de los Reales Consejos. En el año 1796 ejercía en la Sala 4ª de lo Civil, del Crimen y de los Hijosdalgos de la Real Chancillería de Granada.

Posteriores propietarios han sido Miguel Belinchón Ruiz Zorrilla y Por último Federico.

La fotografía nos muestra la imponencia de la fachada a la que en cierta medida le falta uniformidad en ciretos elementoscomo pueden ser las rejas de las ventanas. De todas formas la casa guarda su empaque y finura. La casa, aun con las matizaciones que he comentado, es muy interesante y yo diría que uno de los últimos exponentes de aquel latifundismo agrario que va a dominar a lo largo de una buena parte de nuestra historia.

Buena fotografía

Estamos muy orgullosos de habernos criado en esta gran casa junto a mis padres Federico y M. Jesús, y junto a mis hermanos.
Me encanta el pueblo y cada vez que puedo me escapo a pasar unos días en esta gran casa que tantos recuerdos me traen y tanto cariño le tengo, junto a esos Pinarejeros que tanto los quiero.
Gracias por el comentario que has hecho de mi casa.
Se despide con un gran abrazo

Mary

DEL AUTOR DE PINAREJO EL MEJOR PUEBLO

Me alegro que el comentario sea de tu gusto.

Atentamente: José Vicente Navarro Rubio

DEL AUTOR DE PINAREJO EL MEJOR PUEBLO

Cae la blancor del día
desde siempre
y se convierte en luz invasora
que avanza y trepa por las paredes
de esa casa imponente
que orgullosamente se asoma a la plaza
y como si fuera un fiel testigo
del transcurrir de la vida en Pinarejo
guarda silenciosamente
entre sus viejas piedras y cal endurecida
por el sol que relame su cuerpo,
y allí donde las tejas besan el cielo,
tantos y tantos secretos
que con ellos se podría escribir una historia.
Y es en los amaneceres de los días
con el transitar de personas
hacia la vetusta plaza de Pinarejo
cuando la casa recobra renovada vida
y se convierte en una bella estampa
de lo que fue y ha sido
ese el tejido urbano de un pueblo
que hunde sus profundas raíces
en ese túnel del tiempo
donde el hombre solo alcanza ha hacerse
muchos interrogantes
y algunas que otras preguntas.