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Enguídanos - Cuenca

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España > Cuenca > Enguídanos
10-06-09 19:51 #2462803
Por:No Registrado
Borrado por un Moderador.
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10-06-09 19:55 #2462832 -> 2462803
Por:No Registrado
RE: PALETOS
TIENES RAZON ALLI SOLO HAY PALETOS
TIENEN MENOS CEREBRO QUE UN MOSQUITO
JAAJA LA VERDAD ES QUE DAN PENA
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11-06-09 01:33 #2466478 -> 2462832
Por:jsaizvalero

RE: PALETOS
Que bonito es insultar a los demás desde el anonimato.
Ah... claro. Os hace más "hombres" pero urbanitas.
Además no sabeis diferenciar entre ser "paleto" y "tener poco cerebro". Que es lo vosotros parece que estais demostrando.
En primer lugar, la cultura rural no tiene que ver con la cultura de la ciudad. Vosotros la adquiririais para sobrevivir en la ciudad pero nunca sobrevivirías en contacto con la naturaleza.
Sobre todo, porque con vuestra forma de actuar, nunca seriais aceptados (y os perderiais en cualquier bosque).
Darle al botoncito del móvil y de los videojuegos que eso es para vosotros la cultura.
No sólo me demostrais que no teneis cultura, sino falta de respeto "paletos de ciudad".
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11-06-09 17:44 #2470740 -> 2462832
Por:No Registrado
RE: PALETOS
Me parece de mal gusto el comentario, vosotros sois los que dais pena, penita, pena. No tenéis verguenza de insultar desde el anónimato; pero eso demuestra la clase de personas que sois, unos barriobajeros sin escrúpulos (no se porque sois tan malas personas). Si tan mal os han tratado en este pueblo lo que tenéis que hacer no volver a pisar por allí, porque para nosotros vosotros sois la escoria que no necesitamos para nada.

Riendote
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11-06-09 21:50 #2472957 -> 2470740
Por:jsaizvalero

RE: PALETOS
Es más triste todavía: "garrulos internautas" cuyo afán de bronca la manifiestan también en la red, en vez de utilizar internet como un estupendo portal donde unir a la gente, a enseñar virtudes... no pecados capitales o una falta desmesurada de educación o respeto a los demás.
¿Esto es la juventud que estamos creando o los padres que educan a esta juventud? En cualquier caso... personas maleducadas.
Para portarse como animales está el establo, como personas: un mundo de convivencia.
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11-06-09 22:04 #2473070 -> 2472957
Por:jsaizvalero

RE: PALETOS
Ser ciudadano o de pueblo es una forma de vida, no una forma de ser.
Como seres humanos, como lo que sois, habeis demostrado que sois peor que los "paletos" a los que haces mención, sois MALOS ciudadanos. ¿Así es como convivís con la gente de la ciudad? ¿O es más fácil, o cobarde, meterse con los más desprotegidos?
El insulto es lo más fácil; la humildad una virtud.
Que es muy probable que vuestros padres o abuelos fuesen tan "paletos" como los que insultas y sólo por respeto a ellos deberíais pensar lo que escribis antes de hacerlo.
Ah... sólo os resta pedir perdón y hacer examen de conciencia, propósito de la enmienda y de no volver a pecar.
Como "castigo" o como "oración" teneis que rezar cuatro "padresnuestros" y dos "avemarías". El rosario para cuando os pase por la mente actuar de esta manera.
Saludos a Francisco y a sus trenes.
Francisco: cosas representativas de Enguídanos, no ferrocarriles de España y de toda la línea Madrid-Valencia.
La semana que viene voy por Barcelona.
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12-06-09 11:19 #2476067 -> 2473070
Por:No Registrado
RE: PALETOS
Que vergüenza hablar de esa manera, sois unos mamarrachos como dice J. Sainz Valero en el anonimato se habla muy bien pero que no tenéis vergüenza ni principios, seguro que en el campo os moriríais de hambre y os perderíais, habláis de paletos, mejor no conoceros por que si así fuera seria para cogeros y atados tiraros a la corriente del río o al pantano, aquí hay grandes personalidades, maestros, catedráticos, grandes médicos y cirujanos, arquitectos y militares, todos de gran prestigio, no se que seréis vosotros en la vida, los del pueblo estemos aquí o no, somos gente humilde y de buen corazón, no como vosotros que sois gentuza, si sois algo hijos del pueblo, sois hijos de Satanás, no os daréis a conocer, porque no sois dignos de pisar el pueblo.

El administrador de la pagina tendría que tomar cartas en el asunto y poner trabas a estas ofensas y comentarios, yo no entrare mas al trapo sobre estos comentarios, se deberían borrar automáticamente estos comentarios, un saludo a toda la gente de buena voluntad y a ti J. Sainz Valero

Ya se ha avisado al administrador para que elimine este mensaje
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12-06-09 19:12 #2480110 -> 2476067
Por:No Registrado
RE: PALETOS
Pepe y compañia, no le deis más vueltas que estos ni son hijos del pueblo ni han estado en su vida en el.
Estos son los tipicos aburridos de la red, que por casualidad han encontrado esta pagina y como su coeficiente intelectual no les da PÁ más, pues ala a meterse con el primero que encuentran.
Asi que lo mejor dejar aqui el tema y centrarse en lo verdaderamente importante (nuestro pueblo), mejor o peor pero NUESTRO a mucho orgullo.


ESPAÑA ES DIFERENTE, CUENCA ES UNICA Y ENGUIDANOS INCOMPARABLE.

Un pirulo.
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12-06-09 21:46 #2481322 -> 2480110
Por:jsaizvalero

RE: PALETOS
No, si ésto era para que quedara claro que aquí no se admiten tonterías.
Esto va para los paletos de ciudad ("paquentren" en materia, o en un poquito en la cultura:

ENGUÍDANOS:
DE ALDEA DE CUENCA A VILLA DE REALENGO.
(450 AÑOS DE LA VILLA DE ENGUÍDANOS)

Hubo un tiempo en que Enguídanos fue aldea. Hasta recibir su título o condición de Villa, vivió con los privilegios y las obligaciones de la Ciudad de Cuenca, ya que fue lugar o aldea dependiente de esta ciudad. De ella recibirá su ordenamiento jurídico – el Fuero de Cuenca- con el que se regirá, y sufrió o se benefició, según se mire, de la distancia de esta ciudad y del aislamiento fuera de importantes caminos, o caminos de paso entre otras villas y ciudades.
Gran parte de la historia de Enguídanos por aquella época, o de sus orígenes, se la debemos al siglo XVI y en gran parte al Rey Felipe II.
Felipe II tuvo un conocimiento muy preciso de la geografía y de la historia de los pueblos de Castilla. Esto lo consiguió a través de la extraordinaria obra conocida como las “Relaciones Topográficas”. El Rey la promovió entre 1579 y 1581 y proporcionó una información detallada de la población, economía e historia de unas seiscientas poblaciones.
En las Relaciones Topográficas del Obispado de Cuenca recogidas por Julián Zarco Cuevas, hallamos las referentes a Enguídanos. Este documento tiene gran relevancia si tenemos en cuenta:
a) Que hasta el siglo XV en España se estaban utilizando mapas elaborados a partir de la “Geográfica” de Ptolomeo del siglo II d. C. (en época romana).
b) Que las Relaciones Topográficas se realizaron de manera similar a una encuesta: Se elaboraba un cuestionario tipo y el escribano transcribía las respuestas que daban los vecinos conocedores del lugar designados por el Concejo de la Villa.
Estos vecinos no eran observadores externos, sino personas pertenecientes al pueblo, lo que le da al documento mayor veracidad.
Por otra parte en la Instrucción y Memoria se especifica que las Relaciones se deben realizar “ Respondiendo a todo breve y claramente, afirmando por cierto lo que lo fuere, y por dudoso lo que estuviere en duda; de manera que en todo haya la verdad que se requiere para la descripción y historia de los pueblos, que es lo que en esta diligencia se pretende, sin tener fin a otra cosa, mas de solo a saber las cosas notables y señaladas que los pueblos se pueden honrar para la historia de ellos”.



A continuación realizaremos un análisis de la Relación Topográfica de Enguídanos pues la misma va a ser el eje de cuanto os vamos a contar, procurando situarla en el contexto histórico de la época.
El documento está fechado el 19 de Marzo de 1579, “estando juntos a concejo a campaña tañida”. Por norma general, los Concejos se solían reunir los domingos después de Misa, y se convocaban los vecinos a toque de campana, siendo obligatorio la asistencia al mismo.
Concretamente, esta Relación se hizo el día de San José, en cumplimiento al mandato del Sr. Diego Velázquez, gobernador del Marquesado de Villena a quien se le había encomendado la tarea.



Enguídanos, como los demás pueblos de Castilla, tenía su propio Concejo o Asamblea Vecinal. El Concejo estaba constituído por la inmensa mayoría de los vecinos lo cual suponía para los vecinos el disfrute del fuero local, el de los bienes comunales y la participación en el gobierno municipal. Los ayuntamientos se componían de alcaldes ordinarios, generalmente dos, encargados de juzgar las causas en primera instancia.
Como alcalde ordinario (parece ser que Enguídanos sólo tenía uno), se cita a Francisco García, si no el primero por la datación del documento, sí el primero conocido de esta villa.
Se citan como Regidores perpetuos a Juan de Briones y Diego de Briones. Por Cédula Real de 1566, el Rey Felipe II al ordenar la plena hidalguía y la exigencia de la limpieza de sangre decía: “Declaramos y ordenamos…que los Regidores de Estado de los ciudadanos hayan de ser hijosdalgos a lo menos cristianos viejos, limpio, sin raza de moro o judío”. Desde que a mediados del siglo XVI las Regidurías de las villas y ciudades fueron compradas al monarca y se convirtieron en perpetuas o vitalicias, los Concejos de las villas y ciudades terminaron por caer definitivamente en manos de un número reducido de familias poderosas, o pertenecientes a la baja nobleza. Se perdió así, prácticamente el escaso aire democrático que podía quedar en los Concejos.
El apellido Briones de estos regidores proviene del pueblo de Briones en la Rioja, Logroño. La rama de los Briones en aquella época ocupó puestos de escribano en la ciudad de Cuenca hasta cinco generaciones y otros pueblos de la provincia, y se extendió a América. Pertenecían al menos a la baja nobleza (como evidencia la exigencia para ser Regidor). Aunque el apellido haya desaparecido en este pueblo, la lápida de una descendiente, fallecida a principios de siglo, aún se conserva en el Cementerio de Enguídanos. El Escudo de los Briones que se hallaba en la Casa del Concejo, lo que es hoy el caserón de Don Clemente Luján , en el Barrio de la Virgen, se encuentra en una vivienda de Motilla del Palancar.



Otros personajes que se citan son Alexo Martínez, fiel ejecutor de la villa, y las personas nombradas para la declaración: Pedro Daza de Susilla, cura de la villa, y los vecinos Juan de Iniesta y Alonso de Molina. Por los apellidos, podemos deducir su procedencia y la migración que existía entre pueblos circundantes o incluso más alejados.
Era cargo importante el de escribano si tenemos en cuanta el gran índice de analfabetismo y la necesidad de dejarlo todo por escrito. Se cita a Pedro Gutiérrez, escribano de Su Majestad, público de la villa de Enguídanos.



En el primer capítulo de las “Relaciones”, sobre los orígenes y nombre de esta villa, no se conocía otro nombre que el de Enguídanos y hace referencia al Libro de Becerro de los archivos de Cuenca donde así consta. Dicho libro es un manuscrito que contenía registros de los lugares o distritos de la zona, y se llamaba así porque sus pastas estaban forradas con piel de becerro. Existen varios con la misma denominación en otros lugares y épocas de España.
Se han barajado muchas hipótesis sobre los orígenes y nombre de este pueblo. Lo que es evidente es que está muy relacionado con la abundancia de aguas del mismo que convierten su territorio en una mesopotamia conquense.
El agua, vital para la supervivencia, la vegetación y las propias montañas para su defensa, convertiran este territorio en un lugar ideal para ser habitado y permanecer en el mismo a lo largo de los siglos.
En el segundo capítulo de las “Relaciones” se dice que no había habido tantos vecinos como al presente, que de diez años a esta parte, es decir, desde 1569, se acrecentaron casas, pero que iban en disminución por la esterilidad de los tiempos.
La población de Enguídanos a finales del Siglo XVI, en 1587, estaba en torno a los 200 vecinos (unos 900 habitantes). Según nos consta la población se duplicó prácticamente durante este siglo. En el año 1528 eran 115 vecinos (poco más de 500 habitantes), en 1550, 176 (unos 800 habitantes).
Como referencia, Campillo la triplicaba en 1587 con 650 vecinos (unos 3000 habitantes), Motilla del Palancar 600 (unos 2700 habitantes) e Iniesta 986 (unos 4500 habitantes). Esta población es importante si tenemos en cuenta que la ciudad de Cuenca tenía a finales del siglo XVI unos 12.000 pero un siglo antes no pasaba de los 6.000. Será un importante desarrollo del comercio de la lana lo que favorecerá el crecimiento de la Ciudad, pero la crisis hará que diezme la población, y sólo 50 años después, a mediados del siglo XVII, en la ciudad de Cuenca quedarán unos 3.000 habitantes.



La estructura social de la población de Enguídanos estaría constituida en su mayoría por campesinos, braceros y artesanos de subsistencia, si bien como en los pueblos circundantes, habría una minoría de clérigos, e hidalgos.
Los clérigos e hidalgos gozaban de privilegios y estaban en general exentos de pagar tributos. A la mayor parte de la población, campesinos, artesanos y braceros, se les denominaba “pecheros” porque el pecho era el pago de rentas o tributo que se realizaba al Rey (o al Señor, en otros casos).
Nos referimos a los campesinos como aquellos labradores y ganaderos rurales que cultivaban la tierra y cuidan los ganados para vivir y mantenerse. El monarca, en cuanto a titular de la aldea, cedía en manos de la comunidad la posibilidad de organizar su espacio territorial y todos sus aprovechamientos.
La ciudad de Cuenca, mientras fue aldea, y el propio pueblo, cuando alcanzó su condición como tal, obtenía sus riquezas de las rentas procedentes de la explotación campesina. Estas rentas provenían de la explotación de los bienes que integraban su propio patrimonio: tierras de cereal, viñedos, ganados, montes, prados, huertos, etc.
Los moriscos no eran muy apreciados y en Castilla procedían del reparto de los moros vencidos en la Rebelión de las Alpujarras de 1568. En Enguídanos, la fuerte influencia del Obispado de Cuenca, que a su vez inculcó una fuerte tradición y mentalidad cristiana, unido a los pocos procesos inquisitoriales existentes de este pueblo, evidencian los pocos que debieron quedar en este lugar.
Del grupo de judíos ocurriría más o menos lo mismo, si bien, hay constancia de sangre judía entre los propios nobles en la provincia de Cuenca. Existen documentos en que los mismísimos Álvarez de Toledo, también conocidos como Zapata, o los propios Jaraba, relacionados con Enguídanos, aparecen como tales.
El apellido De Fez, por ejemplo, debe su procedencia a familias moriscas conversas. Este apellido, como tal, en Cuenca, se centra desde muy antiguo en el término de Enguídanos o Víllora, de los que parece originario.
La importancia de este apellido es que evocando un origen almohade, no habría sido respetado durante tantas generaciones, a no ser que hubiesen rendido vasallaje o probablemente su fortaleza (el castillo) a la Conquista Cristiana. El lugar de origen, Fez, capital del imperio almohade en Marruecos es evidente.



A través de un documento del morisco granadino Francisco Nuñez Muley de 1566, se ha podido investigar y constatar la vinculación del apellido “De Fez” con la familia morisca procedente de Marruecos de los Muley-Fez, príncipes Meriníes e Infantes de Granada. Entre sus familiares y descendientes se encuentran nombres adaptados como Fernando De Fez, tío de Núnez-Muley, Álvaro De Fez, o Hernando de Mendoza de Fez Muley. Muley, por cierto no es otra cosa que el tratamiento que recibían los reyes y príncipes de la familia real granadina: baste recordar Muley Haçen, Muley Baudili, etc.



En cuanto a la antigüedad de Enguídanos que se tratará en el tercer capítulo de las Relaciones, queda constancia en sus edificios, en los numerosos vestigios existentes, entre otros, el poblado ibérico y de la Edad del Bronce de Cabeza Moya, la necrópolis romana del Pozuelo, el mismo puente romano sobre el Cabriel, o las monedas de dicha época encontradas.
Sobre el origen del nombre podemos hacer referencia a una procedencia griega con su significado “lugar de abundancia de aguas” o bien la del “Ciguedaños” de la Toponimia de Minglanilla sinónimo de “Cien Arroyuelos” y que acabaría convirtiéndose en Enguídanos (mala pronunciación por cierto, pues esta mención se realiza en las Relaciones Topográficas de Minglanilla fechadas en la misma época de las de Enguídanos y que como otros pueblos malpronunciaban el nombre de Enguídanos :"Endíganos,Encíganos,etc.").

Añadiremos alguna más, y como las anteriores, posibles:
-Enguídanos, evoca una procedencia de topónimo ibérico. De “Enki-tanos” cuyo significado sería “habitantes del lugar de Enki”. Enki, conocido también como Ea, es el Dios sumerio de las Aguas y la Fertilidad. Se ha asociado este dios con las constelaciones de Acuario y Capricornio, y se ha representado con cabeza de cabra y cola de pez, guardando un paralelismo evidente con el río Cabriel que fluye por nuestro territorio. No es improbable que Enki fuese el primer nombre que se diese a este lugar, tan abundante de aguas, donde las cabras montesas saltaban entre los riscos del río Cabrunel y donde los habitantes vivían dispersos combinando una vida pastoril con las tareas agrícolas. Hasta este lugar también llegaron los colonizadores fenicios, portadores de la mitología oriental.



-Enguídanos puede tener el mismo origen que Enguera o Anguita, cuya toponimia nos dirige también a una fundación prerromana. El topónimo Enguita o Anguita, proviene de la palabra vasca Anguia “pastos, pastizal o dehesa”.


-Enguídanos, asi mismo, podría ser un topónimo relacionado con la vegetación existente en el lugar, como lo son muchos lugares de esta zona: El Gamonar, El Atochar, el Retamal, o la misma Yniesta que también significa “lugar poblado de retamas”.
Una enguita, “en vasco”-lo más parecido a las antiguas lenguas prerromanas-, es un Gamonar o lugar poblado de gamones, planta liliácea en forma de espada que también existe en nuestro término y del que tenemos el topónimo antes citado, “El Gamonar”, camino a la Pesquera.



Pero yo soy más partícipe de una acepción más simple y literal, la de “habitantes entre guitones”. El Guitón permanece ahí, desde siempre, y debió ser en este lugar donde se originase el pueblo actual, entre los guitones o arroyuelos, hoy fuentes de San Blas y Caricas y el antiguo barranco que junto al mismo vertía antaño sus aguas.



En el lugar del castillo actual debió ubicarse una primitiva torre de control pues es clara la alineación que tiene con el poblado de Cabeza Moya. A sus piés surgiría el núcleo de población romana alrededor de su montaña y las villas romanas junto al río junto al camino de Iniesta a Teruel. De hecho, siempre se ha especulado con la posibilidad de un origen romano del Castillo y una reconstrucción posterior por los árabes.



En el cuarto capítulo se declara que este pueblo es villa exenta de jurisdicción de Cuenca de venticuatro años a esta parte, y que en su jurisdicción hay una aldea de hasta treinta vecinos y está a dos leguas de esta villa, en el camino real que va de Castilla a Valencia por el puerto de Requena. y en el capítulo diez que es villa, a doce leguas (unos 72 km) de la ciudad de Cuenca, cuya aldea fue antes
Este capítulo es de gran relevancia porque nos está diciendo que en el año 1555 a Enguídanos se le otorgó su condición de villa de realengo, fuera de la jurisdicción de Cuenca. Hoy, año 2005, se hace 450 años que Enguídanos es villa de realengo y no podremos celebrar otro cincuentenario hasta el año 2055 en que se cumplirán 500 años de este hecho.

Remontándonos a unos cuatro siglos atrás, y coincidiendo con la época de la conquista de Cuenca, podemos decir que Enguídanos antes de la conquista de Cuenca, fue tierra de moros y de cristianos. Como la propia Ciudad de Cuenca, dependió de los reinos Taifas de Valencia, Toledo y Sevilla en diferentes momentos de su historia.
El dominio de los territorios del sur de Enguídanos se extendía hasta el antiguo término de Iniesta (hoy en Minglanilla); lindaba por el Cabriel con el término de Requena (hoy Villargordo del Cabriel), y cubría una zona al otro lado del río, hoy en término de Mira como la Fuencaliente. El término del actual pueblo de la Pesquera, en definitiva, también formaba parte de Enguídanos.



Digamos que el territorio de Enguídanos se incluía en un conjunto de lugares con castillo o atalayas, que controlaban la frontera natural del río Cabriel, sus afluentes y los valles que en él concurren. Por este lugar, ya pasaban los pinos cortados en Villar del Humo y San Martín de Boniches con destino a Valencia. Unos por el Cabriel, otros por el río San Martín, Víllora o Regajo de la Vega, como aquí lo llamamos. Todo dependía del caudal que llevasen los ríos para escoger un tramo u otro. En las Chorreras aún podemos ver troncos talados y hundidos en la piedra, y más arriba de la Cueva, túneles realizados por el hombre para el paso de los gancheros. Los árabes llevaban los troncos hasta Cullera, y por el mar, los trasladaban a Denia para la construcción de barcos. Esta práctica de bajar la madera utilizando el curso fluvial siguió en época cristiana hasta el siglo XX.



Con su Castillo, del siglo XI, los árabes, por entonces bajo el dominio almohade, controlaban también uno de los principales caminos que, a través del Cabriel y sus afluentes, conducía desde Iniesta o Caudete de las Fuentes a la Zaragoza árabe o al interior de la Serranía Conquense. Este camino a Aragón, de época romana pasaba entre la Puebla del Salvador y la Pesquera viniendo de Iniesta, junto a la casa del Retamal, seguía recto buscando el puente romano y de aquí se dirigía a la ermita del Castel de Olivas, cruzando Villora. Este camino se debió utilizar hasta muy recientemente, pues en esa ermita, el rey Carlos III, en 1782 mandó construir posada y casas de labradores para albergar a los viajeros de regreso a Aragón, y sus vestigios aún se conservan.



Tras la Conquista de Cuenca en 1177 por Alfonso VIII, las fronteras recién adquiridas por Castilla permanecían inestables. Eran zonas sin justicia donde la orografía del terreno permitía la rapacería de tropas y milicias, caballeros, aventureros y saqueadores sin control. Las incursiones o correrías árabes sin más objeto que el botín, denominadas “razzias”, iban siendo diezmadas por las “cabalgadas” del Concejo de Cuenca debilitando la fuerza musulmana y despojándola de sus riquezas.
La estrategia de los cristianos desde Cuenca se basaba en una voluntad de ocupación con una progresión metódica. Tener fortalezas por encima de los ríos permitiría abatirse enseguida sobre la llanura amenazando los territorios almohades.
Alrededor del 1180 el desarrollo de las ofensivas cristianas obtuvo una serie de conquistas incorporando Alarcón en el 1182, Moya en 1183 e Iniesta en 1186. Entre 1182 y 1183 los castellanos alcanzarían el curso del Cabriel, en territorio plenamente montañoso, y lo remontaron sobrepasando las antiguas fronteras musulmanas con la repoblación de Moya. En este contexto se sitúa la conquista cristiana de Enguídanos.



La situación volvió a convertirse en inestable tras la batalla de Alarcos y las incursiones almohades de 1197 que afectaron a Huete, Uclés, Cuenca, Alarcón y la Alcaraz ya conquistada. Poco después se firmarían las treguas y se alejó el peligro del sureste conquense. Quedaba Enguídanos en zona fronteriza lindando con una Mira musulmana que hasta el 1214 no se lograría conquistar.
A finales del siglo XII, la tierra dependiente de la ciudad de Cuenca según la Crónica General llegaba desde el río Tajo hasta los confines de Víllora al sureste y de Iniesta al Sur. Desde 1185 que Cuenca recibió su Fuero, la ciudad y su milicia (el Concejo), se encargarán de organizar el poblamiento de los territorios diseminados, entre las que se encontraba Enguídanos. Para la gestión y explotación general del territorio, el rey Alfonso VIII se apoyaría ante todo sobre el poder eclesiástico (el Obispado de Cuenca) y sobre la Orden de Santiago.
El Obispado y sobre todo, la Orden de Santiago, acabarán por cubrir grandes extensiones correspondientes por derecho a la cría de oveja y al trigo y se abastecerán también de peces y conejos. Los peajes, las tasas de desplazamiento de tropas y la explotación de las salinas y minas le procurarán importantes fuentes de renta y plata para continuar la Conquista.
Si bien Enguídanos no perteneció a la Orden de Santiago, como se indica en el capítulo doce de las Relaciones, sí perteneció a la Ciudad de Cuenca y su Obispado y su repoblación estará relacionada con los propios conquistadores Cuenca.



Una parte del repoblamiento del territorio de Cuenca y Alarcón parece ser la emigración proveniente de la región de Extremadura particularmente siniestradas por los ataques musulmanes. La “Crónica General”, en la edición de Ocampo, nos señala que Alfonso VIII “conduce a los hombres de Extremadura y los implanta sobre los territorios de Cuenca y Alarcón”.
Por otra parte, no hay que olvidar que la conquista de Cuenca se realizó por una coalición cristiana derivada del pacto de Tudela de 1151, que reunía los ejércitos castellano y aragonés, los ejércitos de numerosas Villas, las Órdenes Militares (locales y templarias) y tropas venidas de otros Reyes y del Sur de Francia (de donde era Dña. Leonor de Aquitania, esposa del rey Alfonso VIII).
Asimismo, como consta en la entrega del Fuero a Iniesta, existieron “reyezuelos” árabes que rendían vasallaje al rey cristiano.
El origen tan diverso de esta coalición y el carácter fronterizo de estas tierras, provocará también una diversidad en la repoblación, con castellanos del Norte, algunos de Burgos, Álava o la Rioja, y la existencia posterior de apellidos de origen navarro o aragonés.
Asimismo la toponimia de “Narboneta” o términos como Gascas, en los alrededores de Alarcón, Los Gascones cerca de Tinajas, o Gascueña, localidad junto al pantano de Buendía, dan fe de la presencia gascona de Aquitania y Languedoc de las tropas venidas de Sur de Francia.
La conquista de Alarcón en 1184 a Castilla y su repoblación posterior, reforzó extraordinariamente la línea fronteriza que protegía la ciudad de Cuenca pero significó un potente freno para la expansión de Cuenca que sólo pudo anexionarse los territorios situados más al este como Campillo de Altobuey, Enguídanos o Iniesta.
La vinculación de Enguídanos con Campillo de Altobuey, más allá de su proximidad, se pone de manifiesto cuando el rey Alfonso VIII otorga tierras y posesiones en el lugar de Campillo de Altobuey y otros pueblos próximos a Alonso de Xaraba, noble aragonés que había colaborado en la Conquista de Cuenca. Tenemos constancia de que su descendiente Sancho de Xaraba, hermano del maestrescuela de la Catedral de Cuenca, Álvaro de Jaraba, ya aparece en el año 1422 como doncel del Rey y será alcaide de la fortaleza de Enguídanos anteriormente al año 1443. Existe además al oeste de la aldea de Huércemes un monte con este mismo nombre: “Jaraba”.




Desde Campillo de Altobuey, que controlaba un puerto seco en el camino que llevaba a tierras valencianas, y siendo uno de los pasos de comunicación de los reinos de Aragón, Castilla y Valencia, se ejercía también el control de Enguídanos debido al distanciamiento con la Ciudad de Cuenca. Todo el que pasaba por ese puerto montañoso, personas, ganados y mercancías, tenía que pagar un portazgo o impuesto de paso que producía grandes beneficios a las heredades de los Aguilera y Xaraba, de quienes era el derecho de portazgo de Campillo de Altobuey.
Es muy probable que el paso del Cabriel, incluso desde época romana como lo demuestran los vestigios encontrados en la Pesquera, ya se realizase por el puente del Pajazo hoy sumergido bajo las aguas del pantano de Contreras y por entonces en los límites del término de Enguídanos.
La relación entre Campillo y Enguídanos era tan grande, como su devoción; prácticamente las mismas ermitas y con el mismo nombre Santa Quiteria, San Miguel, y San Roque. Incluso hubo “un santo” también en Campillo, que aquí es el Sagrado Corazón de Jesús, y cuyo icono los encontramos en la fachada del Convento Santuario “Virgen de la Loma” de Campillo.

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En cuanto a la vecina Iniesta, cuyos términos incluía los de la posterior aldea de Minglanilla, Alfonso X el Sabio en 1255 la donará a Cuenca, y confirmará sus tierras tal y como se la otorgaron Alfonso VIII y Fernando III. Esta concesión se hizo a condición de que la mantuviera y la repoblara.
El apellido Luján, originario del partido del mismo nombre en Huesca, es una muestra de la relación que Enguídanos ya mantenía con la Manchuela (Iniesta y Motilla del Palancar, sobre todo), donde existen referencias de dicho apellido desde el siglo XII, si bien será a partir del siglo XV, cuando una rama nobiliaria venida de Madrid, tiene renombre en todas estas tierras. Véase en Iniesta por ejemplo la casa de María de Luján, o en Motilla la casa de los Lujanes.



Si en 1286 el rey Sancho IV aún reconocía que las tercias de Iniesta eran de la Iglesia de Cuenca, se segregará poco tiempo después, integrándose al constituído y poderoso estado de don Juan Manuel. El mismo destino tuvo la villa de Alarcón, que el rey Fernando IV concederá a don Juan Manuel en el año 1297 en compensación por la pérdida del castillo de Elche. Será en este momento cuando se definan los términos del Señorío y posterior Marquesado de Villena.
En el siglo XIV el territorio de Enguídanos y Campillo de Altobuey se convertirá en un apéndice de la Ciudad de Cuenca hasta el Cabriel no exento de conflictos con los territorios con los que limitaba:
- el Marquesado de Villena,
- el Señorío (posterior Marquesado) de Moya
- los territorios de la Ciudad de Requena
- Paracuellos propiedad del Obispado de Cuenca
- y una Mira desafiantes, por entonces, villa de realengo.



Asimismo, Enguídanos será para Cuenca, un territorio de estimable valor por su situación y su riqueza (abundantes ríos y aguas), riqueza forestal, caza y pesca; valores que los Reyes, la Ciudad de Cuenca y el Obispado de Cuenca no dejarán de aprovechar.

A mediados del s. XIV y XV, los conflictos con el Marquesado de Villena fueron frecuentes. Hubo enfrentamientos entre la Tierra de Cuenca y Alarcón, perteneciente al Marquesado de Villena. Una vez muerto Fernando Manuel, Pedro I (el Cruel) haría más víctimas que la peste que azotaba Castilla. De hecho, en el año 1351, ambos concejos tuvieron que llegar a una avenencia sobre las fuerzas, robos y daños mutuamente injeridos entre sus vecinos en la pugna por Campillo de Altobuey.



En el año 1443, El Concejo de Cuenca tendrá un conflicto con Sancho de Jaraba, hijodaldo del Campillo y alcaide de la fortaleza de Enguídanos. Sancho de Jaraba tenía el castillo de Enguídanos abandonado bajo la custodia de un pastor, y se negaba a devolver el castillo a la Ciudad de Cuenca a quien pertenecía por hallarse dentro de sus territorios. El proceso de la devolución del Castillo se prolongará hasta la cesión del mismo a su próximo alcaide Rodrigo de Escobar.
Es en este periodo cuando el Rey don Enrique, donará Enguídanos al Obispo D. Lope Barrientos, según consta en las Relaciones.

La guerra civil en Cuenca entre D. Diego Hurtado de Mendoza, alcaide de la fortaleza de esta ciudad, y el obispo D. Lope Barrientos, defensor del rey don Enrique, también afectará Enguídanos. No es de extrañar durante este período la cesión de la aldea de Enguídanos a Don Lope teniendo en cuenta la pertenencia de Paracuellos y Monteagudo de las Salinas al propio Obispado, su proximidad y los conflictos existentes en esta zona fronteriza con señoríos poco amigables como el Marquesado de Villena o el señorío de Moya (después Marquesado).
Posteriormente, según se dice en las Relaciones, Enguídanos volverá a la Corona.
Después vendrá la guerra civil castellana entre los partidiarios de Isabel la Católica y Juana la Beltraneja. Cuenca, y D. Lope Barrientos se pondrá de parte de la primera. Los conflictos con el Marquesado de Villena no serán pocos ya que apoyaba a Juana la Beltraneja y a Portugal.
Y ya estamos en el S. XVI, siglo de las Relaciones Topográficas y de la consecución del villazgo de Enguídanos.
Sólo destacar que a comienzos de este siglo, cuando Enguídanos aún era aldea de Cuenca, en el conflicto de las Comunidades (1.520-22), la ciudad, con predominio nobiliario y artesanal, se pondrá al lado de la rebelde Toledo y su Comuneros, aunque su resistencia será menor y pronto cederá a las pretensiones del emperador Carlos I.
Volviendo al año 1555 incidir que es una fecha muy importante para Enguídanos. La condición de villa de realengo la dotaba de un gobierno propio, no dependiente de Cuenca, sino del Rey y tendrá su propio Concejo, rigiéndose por el Fuero Local.
Aunque no disponemos de la Carta de Villazgo que debía otorgarle el propio Rey, sí sabemos el momento histórico en que aconteció. Fue durante el reinado del emperador Carlos I, pero hacía un año que su hija Dña. Juana de Austria, que había sido Reina de Portugal, desempeñaba la regencia de todos los reinos hispánicos. Así estuvo hasta 1559, año en que regresó Felipe II su hermano desde Inglaterra, y que fué proclamado Rey en 1556.



Era una época con tensiones religiosas, con el rechazo hacia conversos y moriscos, y la progresiva identificación exclusivista de los españoles con los católicos. La realidad del mestizaje en la población sin embargo, era otra.
En las ciudades, la singular convivencia de mendigos, titiriteros, ladrones y pícaros con la nobleza, clérigos y banqueros se ve reflejada en la “novela picaresca” como es el caso del “Lazarillo de Tormes”.
Carlos I se había convertido en el monarca más poderoso de su tiempo, pero los elevados costes del Imperio terminaron pasándole factura. Para afrontar tantas guerras, el Emperador necesitaba mucho dinero, ya que ni los impuestos, ni las riquezas de América eran suficientes. Carlos I tuvo que recurrir muchas veces a los banqueros alemanes, en especial a los Fugger. Los altos intereses que los banqueros imponían a sus préstamos, hizo que la deuda se triplicara. Esta sangría económica afectó sobremanera a los reinos hispánicos y el Rey se vió obligado a la venta de cargos municipales y de bienes de realengo, quedándose indefensos ante el empuje de la nobleza. Se trataba de un círculo vicioso, cuanto más gastos, más ventas y cuanto más ventas, menos recaudación fiscal, ya que por otra parte, la nobleza no pagaba impuestos y sabemos que a finales del S. XVI formaba un colectivo de algo más del 10% de la población (unas 600.000 personas).
Todo esto originó que se decretase la bancarrota en el año 1557. La carestía de alimentos de primera necesidad comenzaba a ser realidad entre la población debido entre otro a malas cosechas, sequía, incluso plagas de langosta.; los precios ya muy altos y en franca tendencia inflacionista, se dispararon allí donde el trigo y la cebada eran acaparados por comerciantes especuladores. Los 49 años de hambres y malas cosechas en el siglo XVI en las dos Castillas, concretan niveles de alimentación más próximo a los caracteres de una difícil supervivencia que a la sanidad de un consumo suficiente.
Durante los siglos XV y XVI, incluso con los Reyes Católicos, muchos pueblos de Castilla fueron vendidos a señores u obtuvieron su condición de villa previo pago a la Corona. Cabe citar la obtención de villazgo en la provincia de Cuenca de Tarancón, Mira y Campillo en 1537, Villargordo del Marquesado en 1543, Palomares del Campo en 1553 o Quintanar del Rey en 1561.



El pago que debió realizar Enguídanos en 1555 para su obtención de villazgo no debió ser muy gravoso, y debió estar condicionado por el aislamiento y la necesidad del propio Rey de obtener ingresos. Campillo de Altobuey ya había recibido de la Corona el privilegio de villa, previo pago de 4.300 ducados en el año 1.537, por lo que hacía dieciocho años que se habría deslindado.
Enguídanos se había quedado aislada ante un Paracuellos propiedad del Obispado de Cuenca, una villa de realengo como Campillo, una Ciudad potente como Requena, que además era la aduana al Reino de Valencia y principal suministrador de cereales, o una ciudad como Iniesta que había recibido como dote la mujer del emperador Carlos I, Isabel de Portugal.
Los vecinos de Enguidanos, incluso cuando era aldea de Cuenca, tenían los mismos derechos y obligaciones que cualquier vecino de la Ciudad, pues de la misma manera, estaban sometidos y protegidos por su Concejo. Eran también “hombres libres”, sometidos a la Ciudad y al Rey, pero no adscritos a la tierra, como así ocurría en los señoríos circundantes. El enguidanés era libre para recorrer otras tierras e instalarse en ellas, y aunque estaban muy aislados, tenían esa posibilidad.
Enguídanos estaba a 12 leguas de la ciudad de Cuenca, entre 63 y 67 km (según el baremo que utilicemos), y que una legua era el equivalente de marcha a pié. Desde siempre se necesitó para llegar a la Ciudad de Cuenca 12 horas, andando, o incluso utilizando transporte, y sin parar. Es decir, al menos, día y medio. Por citaros una comparación, en el S, XVII ir de Valencia a Enguídanos costaría unos dos días y medio, con paradas en todas las Ventas, incluída la del Pajazo en territorio de Enguídanos, y del término de lo que es hoy la Pesquera.
En el término de Enguídanos se empezará de desarrollar el núcleo de la Pesquera aprovechando comercialmente el paso de lo que será el Camino Real por su término. El tráfico de carros, comerciantes, y andantes le servirá para establecer servicios de fonda y posada, y para comercializar el propio mercado local. La Pesquera y el Pajazo ya aparecen en el año 1546 en el libro “Repertorio de todos los caminos de España” publicado por el valenciano Pedro Juan Villuga. Incluye estos dos lugares en todos lo caminos desde Valencia a Madrid, a Alcalá de Henares o a Salamanca. Es más hay constancia de que el propio emperador Carlos I ya pasaba por estos lugares en sus viajes hacia Valencia. Tenemos constancia de que el 28 de Abril de 1528, tras haber pernoctado y comido en Campillo de Altobuey, cenó y durmió en la Venta de los Pajazos.



La abrupta zona del Cabriel y las continuas riadas que provocaban la destrucción de los puentes de la zona, harían que que el paso del Cabriel se realizase intermitententemente por el puente de Vadocañas en término de Iniesta, por el de la Puenseca en Minglanilla, o por el del Pajazo en Enguídanos. Fue importante la tempestad del 13 de Agosto de 1540 que destrozó caminos y puentes del Pajazo y Vadocañas entre otros. En el año 1542 el puente del Pajazo ya estaba reparado, y parece ser que el de Vadocañas por Iniesta no se reparó al menos hasta 1556.



En el artículo de García Berlanga se recoge sobre el paraje del Pajazo, que también se denominaba San Miguel del Pajazo, que “ era un rincón inolvidable… que el puente era de sillería, gallardo y sabedor de sus derechos…y que este paso y el próximo de Ea Parra, para no pagar portazgo unos y para no ser vistos otros, cruzó media historia de España”.
Desde la Pesquera por donde pasaba el Camino Real, el enguidanés contactará con otras gentes, muchos se instalarán allí y el núcleo de la Pesquera irá creciendo. Pero como eran “hombres libres”, el deseo de conocer “otros mundos” y mejorar sus vidas, les llevará a emigrar a otras tierras como lo demuestra la extensión del apellido Enguídanos por otras zonas de España, principalmente por toda la zona de la huerta y costa de Valencia, la comarca de Requena-Utiel o Albacete.
El núcleo del pueblo de Enguídanos se irá manteniendo, pero su situación a dos horas de camino de esta importante vía de comunicación, y la independencia de La Pesquera unos dos siglos después, provocarán un aislamiento hasta nuestros días de todo aquello que el contacto directo con el “mundo exterior” siempre ha supuesto.
Enguídanos, como nos dicen las Relaciones, a pesar de todo, tenía las condiciones indispensables para la supervivencia.
En los ríos que surcaban su territorio se criaban peces, truchas y anguilas.
Tenía toda suerte de ganado, una dehesa boyal y otra carnicera de la propia villa y tres dehesas de señores: la Olmedilla, la Fuencaliente y la Cortina.
Fuera del terreno abrupto se cogían todo tipo de semillas, trigo, cebada, centeno y avena. Las numerosas eras que aún se conservan para la trilla y recogida de las mismas y los molinos que estaban junto al río dan fe de la abundancia de estos cereales.
La tierra era abundante de leña, de pinos y carrascas.



Respecto a la riqueza minera de la zona, decir que, aunque actualmente no esté aprovechada, siempre ha sido importante. Cabe citar las minas de carbón en el término de Henarejos.
Por lo que respecta a Enguídanos, existen numerosos yacimientos de yeso en todas sus formas y colores (rojo, gris, espejuelo, fibroso, o granulado), que han sido explotados en distintas épocas para la construcción, y entre los cuáles se encuentran minerales como jacintos de Compostela y aragonitos, minerales derivados del Triásico, con una antigüedad de casi doscientos millones de años.
También poseía minas de sal. En el capítulo veintitrés se cita que “la tierra es abundante de sal, porque hay salinas de agua en esta jurisdicción (probablemente estarían en el Saladar), y la de piedra están en el mojón”.
La sal se obtenía en las salinas de agua a través de la evaporación solar extendiéndola en balsas o bien en calderos hirviendo el agua y acelerando el proceso.
En las minas de sal de piedra la sal se obtenía a pico y pala. La sal de esta mina era sal gema, muy pura y cristalina y generalmente no precisaba de ningún proceso más que la molienda.
Como se dice en las Relaciones las minas también estaban en el Mojón de Enguídanos, junto a la Pesquera. De hecho, la parte más explotada de la mina que actualmente aún conserva la citada sal gema, sigue estando en el término actual de la Pesquera, en los límites con Minglanilla.
Los primeros trabajadores y dirigentes de la mina debieron formar el núcleo primigenio de La Pesquera. Deducimos que debió formarse antes que el de Minglanilla. El núcleo urbano de Minglanilla se había formado recientemente, en 1.505, y sabemos que las minas ya eran explotadas desde tiempos inmemoriables. Minglanilla se formó con tres o cuatro casas por Juan López de Minglanilla y hasta el año 1564 no adquirirá el título de villa independiente del señorío de Iniesta
Según las Relaciones, en el año 1579 La Pesquera tenía unos treinta vecinos, siendo mayor que Minglanilla como lo demuestra que, junto a su anejo la Fuente Vicente, tenía no más de dieciocho o veinte vecinos, tan sólo cuatro años antes, en 1575.
Las minas siempre pertenecieron al poder real. Hasta 1555, podemos afirmar, al menos, que las minas no eran de Iniesta ni de Enguídanos. Por supuesto, tampoco eran de Minglanilla, aldea del señorío de Iniesta, ni de la Pesquera, aldea de Enguídanos: pertenecía a la monarquí reinate y la Corona se beneficiaba de su explotación.
La sal era un bien escaso y de gran valor (comparable en su tiempo al oro). Era un producto de primera necesidad y se encarecía con el transporte. Era necesario para la alimentación de las cabañas de ganado, para conservar los alimentos (pues no existían neveras), e incluso para curtir el cuero. De hecho, la palabra “salario” proviene de “sal”, pues tenía tanto valor que llegó a utilizarse como “moneda” de pago.
A partir de la independencia de Minglanilla en 1564, ésta recibirá poco a poco la explotación de la mina. Se verá favorecida por la habilitación de nuevos de pasos en el Cabriel como el de Contreras y la Venta del mismo nombre, y prueba evidente de este traspaso es la construcción en 1.672 de la Casa del Administrador de la Mina, al adquirir la propiedad y uso de las minas de sal.
En el capítulo veinticuatro también se habla de una mina de caparrosa que no se beneficia. Existe una Cédula Real, posterior a la fecha de las Relaciones, de fecha 20 de marzo del 1601, referente a Enguídanos, donde se le concede la explotación de dos minas a Pedro Monteagudo y consortes, de caparrosa con algunas cañas de azabache y lo que parece ser oro y plata en el Cerro guardado de la Fuencaliente y las Rinconadas del Cano linde con el Río Cabriel (González 1832:284). En una segunda edición desaparecerá la parte del oro y la plata.



En Fuente la Higuera una aldea al otro lado del Cabriel, actualmente en término de Mira, también hay restos de explotación en el paraje denominado “La Mina” con este mineral.
La caparrosa, es un sulfato hidratado de cobre, pero sobretodo, hace referencia al sulfato hidratado de hierro, en su variedad roja, ocre y gualda. No hay que decir la importancia que ha tenido siempre el hierro para la fabricación de armas y utensilios.
Precisamente Enguídanos tendrá problemas con Mira por la dehesa de la Fuencaliente. Hay constancia de que Mira, que había obtenido su título de ciudad el 11 de Mayo de 1537, usurpó a Enguídanos la dehesa de la Fuencaliente durante el reinado de Felipe II. Esto debió ocurrir después de 1579, pues se cita en Enguídanos en su término por estas fechas. Con la ayuda de Amusco de Arauz consiguió tener el aprovechamiento de la Dehesa de la Fuencaliente, una zona muy rica en pastos, productos de la huerta y mineral de hierro. Luego, se anexionó este territorio a la fuerza.
Y para terminar, en el capítulo treinta y tres de las “Relaciones” se dice que ha habido en Enguídanos hombres de letras, en especial, un obispo de Ávila natural de este pueblo y que en el año 1578 (el año anterior a esta Relación) había muerto en Flandes en servicio de S. M., el capitán Alonso de Barajas, hombre muy insigne en la guerra.
Respecto al Obispo de Ávila, del cuál se desconocía su nombre, la pista nos ha llevado a Pedro González de Luján, en dicho Obispado de Ávila desde el año 1293 al 1312.
Del capitán Alonso de Barajas, sólo podemos decir que murió en el Tercio de Flandes (Bélgica), en alguna de las batallas donde se recuperó el sur de los Países Bajos, y donde Don Juan de Austria derrotó a los Estados Generales en Glemboux. Ese mismo año también falleció Don Juan de Austria, tras la batalla, concretamente en Namur.
Además de la rama de los Luján de los cuáles tenemos un heráldico fechado en 1659, y de los Briones, regidores perpetuos de este pueblo, hoy podemos citar también como perteneciente a la nobleza a otro personaje: García del Campo, vecino de Enguídanos y que obtuvo en 1561 Real Provisión de Hidalguía por parte de la Real Chancillería de Granada.
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