Carboneras de Guadazaón - Cuenca

Amaneció un día del Carmen hará los quinientos; gobernaba la Diócesis un sobrino de Papa por los tiempos de Isabel y Fernando, por cuando en Carboneras montaban la leña de carrasca para hacer el carbón de lo Moya, y se lo dieron a los dominicos, predilectos de poderosos y sus confesores. Al morir la católica majestad de la Reina, la marquesa se trajo la Hijuela de los Santos Corporales de Daroca que la ciudad del gran milagro donara a la soberana, y les dio el lienzo de los frailes. Les trajo también las tablas del retablo pintadas por Juan de Borgoña. Y añade huertos y tierras, las mejores, hasta la linde de Reíllo, tocando Guadazaón; a espaldas, hacia el sol, orientan sus ramas robles gigantes. Así comenzó su trayectoria en el vestíbulo de la historia moderna en España, el convento de Santa Cruz de Carboneras.
La nave del templo sentía el espejo de las mises oleando en el trigo del llano, a su lado la habitación de los frailes se recogía en torno al girasol del claustro. La que ha venido deparando el tiempo ha sido el desmoronamiento de pareces, desaparición casi completa del enorme andamio de la fábrica, emborronamiento de su grandeza. Queda en pie la iglesia con el severo barroco de Aldehuela cubriendo parte del entramado gótico isabelino espléndido aún en la portada y en las bóvedas del crucero. Lento e imperdonable el número fatídico se clava a cada día interrumpiendo la masa, empuñando el cruel martirio de su seña inapelable. Hombres y lluvias, viento y nieve han perforado esta máquina que debió tener tan bello claustro perdido entre cenizas y en cimientos de humildes paredes.
Claridad de chopos, de lanza plateada y muy fina de Guadazaón, forman batallón de aviso a la entrada del llano que acaudilla aún hoy todavía el armazón señero del templo rodeado de ruinas. Dentro, en severas lápidas con trazos y leyendas latinas, paladines en la unidad de las Españas, reflejo de lealtades, don Andrés de Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla.
Irrumpió la piqueta del fuego, del abandono, de la ira y la estupidez humana. Testigo de los desmanes carlistas, del paso de las tropas del archiduque, de las desolantes de Napoleón, la desamortización, la guerra civil del 36. Las tablas del retablo que pintara Juan de Borgoña fueron a parar a la catedral, el retablo de oro y las bien talladas imágenes quemadas y arrancadas, robadas alhajas, dispersada la comunidad. Las puertas cayeron dando paso a caminantes, saqueadores y vagos. Hasta ahora se pudo atajar el rumbo de la destrucción total, más la falta de medios económicos amenaza con la catástrofe del hundimiento de la techumbre.
Acá se impartieron académicos títulos, de aquí salieron obispos que misionaron aldeas y pueblos de América, en las aulas desaparecidas discurrieron sus distingos discípulos tomistas. La noticia de que la Comunidad marchaba empujó a aprovechados a llenar sus cajones de objetos y libros, a atrincherarse en el despojo. Amorosamente la Reliquia de la Santa Hijuela fue recogida por la parroquia en donde, desde entonces se guarda. La carretera sigue llevándote a las puertas mismas.
¿Cuándo se remediarán desidias? Frente a cualquier contingencia está la guarda el, tesoro de todos. También esta iglesia pertenece al patrimonio de los españoles, de los conquenses muy en particular, y es un trozo no desdeñable de su historia.
El templo se salva, se apuntalan paredes, se recupera una joya, lucen armoniosos trazos góticos, los yesos barrocos. Hacen justicia a don Andrés de Cabrera y a doña Beatriz de Bobadilla sus descendientes, la Diputación en pleno Cuenca, sobre la sencilla lápida se depositan coronas… Es cuánto perteneces al deseo que ójala sea realidad un día.
Nunca habrá mejor semblanza en estas tierras que Guadazaón baña, ni lo quisieron más bueno sus gentes, aquello de volver por las propias cosas creyendo recuperarlas. Y bastarán muy pocos esfuerzos, sorprenderemos la ruina y le daremos al templo índole de interés histórico. Trasladándonos atrás recuperaremos para Cuenca toda la corpulencia de nuestra fabulosa andadura. Y Guadazaón se abre en terciopelos, con sus artes de contemplador absoluto, imperturbable mirador resucitador de fogosidades abrazando fuerte los pueblos de su ribera.
Carlos de la Rica. Julio de 1981.

es largo, pero merece la pena leerlo.Es como una reflexión que todos deberíamos de tener en cuenta

Hay trozos que son bastante interesantes...

QUE BONITO CARBONERAS.

Carlos de la Rica
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Carlos de la Rica (Pravia, Asturias, 1929 - Carboneras de Guadazaón, Cuenca, 1997), poeta, editor y sacerdote español, uno de los miembros del Postismo.

Biografía [editar]Nacido accidentalmente en Asturias, su familia lo trajo a Cuenca con sólo dos años de edad. Estudió en Cuenca, en el Seminario de San Julián, y se ordenó en 1956. Fue párroco en el pueblo de Carboneras de Guadazaón y su comarca, un importante enclave histórico e industrial en el conquense Señorío de Moya, y se involucró activamente en los movimientos sociales de oposición al régimen franquista. Asimismo apoyó el reformismo del Concilio Vaticano II. Se comprometió en el Postismo junto con suz amigos los poetas Ángel Crespo, Gabino Alejandro Carriedo y Federico Muelas. Colaboró en las revistas Deucalión y El Pájaro de Paja, participando en el llamado realismo mágico rompiendo con la llamada "poesía sacerdotal". Por entonces escribió Ciudadela, publicada muy posteriormente en 1995, y La Casa (1960). En los sesenta, su empleo de los grandes mitos del clasicismo griego y de la vanguardia en su poesía política -el «realismo mitológico»- fracturó casi definitivamente sus relaciones con los poetas sociales de la época, que no admitían ninguna vocación humanística, fuera de su carácter creyente, su confeso monarquismo y su apoyo a la causa israelí. Sin embargo, su compromiso social tampoco hizo que fuera aceptado por los culturalistas "venecianos" o "novísimos" del 68; es ese sesgo se aprecia claramente en Edipo el rey (1965) y Poemas junto a un pueblo (1977). En sus últimos años Carlos de la Rica volvió a sus raíces vanguardistas en Poemas de amar y pasar (1982) y su Oficio de alquimista (1995), que se completó con ese gigantesco homenaje a la cultura clásica grecolatina y judeocristiana que fueron sus Juegos del Mediterráneo, publicado póstumo.

Por entonces patrocinó la estética del Neopostismo a través del grupo poético de «La Camama» protagonizado por José del Saz Orozo, Manuel San Martín, Carlos Asorey y Luis Lloret, que apoyó por medio de la fundación de la modesta editorial «El Toro de Barro», fundada en 1965 y de significativa labor en la década de los ochenta. Es la segunda editorial más antigua de España y una de los diez más antiguas del mundo dedicada en exclusiva a la poesía. En sus fondos figuran obras de Ángel Crespo, Gabino Alejandro Carriedo, Eduardo Chicharro Briones y Carlos Edmundo de Ory, así como poemarios vanguardistas de las generaciones más jóvenes de la poesía española. Su labor editorial la continúa actualmente el crítico Carlos Morales.

Obra [editar]El mar, Cuenca, Col. La piedra que habla, 1959.
La casa, M., Ed. del autor, 1960.
Edipo el rey, Carboneras de Guadazaón, El toro de barro, 1965.
Los duendes, Cuenca, Los pliegos del hocino, 1965.
Veinte poemas experimentales (con Luis Muro, Antonio Gómez y J. A. Rojas), Cuenca, El Toro de Barro, 1972.
Poemas junto a un pueblo, M., Poesía de España, 1977.
Roma, Cuenca, El toro de barro, 1981.
Poemas de amar y pasar, M., Los libros de Fausto, 1982.
Columnario de Cuenca, Cuenca, Diputación, 1989.
Oficio de alquimista, Editorial Verbum, 1995
Poesía, 1959-1989, Diputación de Cuenca, Area de Cultura, Anthropos, 1993
Loa y elogio de las cosas de Cuenca, El Toro de Barro, 1984
Los mimbres de mi cesta, Toro de Barro, 1986
El hallazgo de Simuel, Carboneras de Guadazaón, 1980
Cartas astrales, El Toro de Barro, 1979
La salvación del hombre (auto sacramental), 1967
Carboneras de Guadazón. El Torro de Barro, 1984
La salvación del hombre. 1967
Ciudadela (1952-1954), Regional de Extremadura, 1992
La razón de Antígona, Toro de Barro, 1980
Yad Vashem, El Toro de Barro, 2000
El hallazgo de Simuel, El Toro de Barro, 1980
Setenta anõs de poesía en Cuenca, El Toro de Barro, 1972
Juegos del Mediterráneo, 2001

estoy segura de que hay gente que le encantaría ver el convento en todo su esplendor.. pero nadie muestra sus ganas de ayudar o ideas!!!!

el Ayuntamiento ha tenido una segunda oportunidad de invertir en el convento parte del dinero del PLAN "E" y asi presionar al obispado para que nos diese la propiedad y al mismo tiempo demostrar que NOS INTERESA LA RECONSTRUCCION DE NUESTRO CONVENTO,

¿O ES QUE NO NOS INTERESA Y POR ESO PREFERIMOS INVERTIR EL DINERO QUE NOS DAN EN COSAS MAS SUPERFICIALES?

En este foro y en el aprtado " Convento " he leido proposiciones interesantes de alguno de los contertulios.

¿en que ha invertido el ayuntamiento? yo sólo he visto que hayan "reformado" el suelo, y lo pongo entre comillas pq un suelo de ese valor histórico no se merecía esa xapuza (y k conste k no menosprecio a los albaniles que lo hayan hecho).