Sectas religiosas, cercanas y muy peligrosas Todos ustedes habrán oído hablar de las sectas religiosas y algunos incluso recordarán las impactantes imágenes de personas que llegaron incluso a asesinar o a quitarse su propia vida por seguir al líder. Siempre que oímos noticias de ese tipo pensamos en Estados Unidos o en países lejanos… es como si a nosotros no nos tocase. Sin embargo, cuando los valores tradicionales de la sociedad fallan, es más que probable que aparezcan comportamientos sectarios mucho más cerca de lo que pensamos. Cuando fallan las instituciones políticas, cuando la gente cree cada vez menos en la justicia, cuando todo parece volverse en contra, cuando alguien está deprimido, sin trabajo o sufriendo cualquier tipo de desgracia, se convierte en el caldo de cultivo apropiado para que gente sin escrúpulos manipule sus mentes y, aunque en un principio aparezcan como la solución a todos sus problemas, acabarán convirtiéndose en la peor pesadilla de sus familiares y conocidos ya que ellos, desgraciadamente, estarán tan atrapados que ni siquiera podrán darse cuenta del enorme daño que le están haciendo tanto a su familia como a ellos mismos. Este post no es sino un aviso a cuantos pudieran leerlo para que permanezcan alerta y actúen antes de que ningún familiar o amigo acabe destruyendo su vida. Para ello, lo primero sería contestarnos a las siguientes preguntas: ¿Qué es una secta y cómo identificarla? Estrictamente hablando una secta es un conjunto de personas que tienen un ideal común. Esta definición es desde un punto de vista sociológico e incluye ideales culturales, políticos, religiosos, esotéricos y otros. Sin embargo, el concepto de secta está más familiarizado con ideas religiosas. Las sectas, en los casos de connotación negativa, son grupos religiosos radicales, la mayoría de las veces de pocos miembros, que ingresan de manera voluntaria. Hombres y mujeres se someten a las enseñanzas y disposiciones de un líder que, generalmente, tiene todo el poder de la organización. Hay muchas sectas que manejan enseñanzas rígidas y muy cerradas, alejándose de la tolerancia y el respeto hacia otras creencias. Sus miembros tienden también a creerse superiores sobre el resto de las personas, considerándose de algún modo “elegidos” para tareas o cargos que suponen les proporcionan reconocimiento social. En la actualidad, la palabra secta tiene una connotación negativa entre las personas, debido a que se asocia el término con fanatismo religioso, lavado de cerebro, ataques, violencia, control mental, explotación humana; incluso en los casos más extremos se asocia a organizaciones satánicas en las que se practican orgías, abusos y aún, sacrificios humanos. ¿Quién es el líder, cómo identificarlo? Generalmente, el líder suele ejercer como figura paterna. Es un “padre” que bien podría camuflarse en la figura de un gurú, de un personaje carismático o incluso de un sacerdote. Tal y como los definen los expertos, el líder de la secta ofrece un hogar para huérfanos psicológicos, que son los adeptos. Se produce con frecuencia lo que han denominado “infantilización” por parte de estos dirigentes, ya que se trata de mantener a la persona en un ámbito más controlable y manipulable. De hecho, el líder puede llevar hasta la anulación total de los adeptos y en casos más extremos hasta a la muerte, tal y como desgraciadamente se ha podido comprobar en algunos conocidos casos de masacres protagonizadas por sectas. Según el psicólogo José Miguel Cuevas Barranquero, los líderes de las sectas son narcisistas, están, por tanto, enamorados de ellos mismos y tienen un comportamiento paranoide y antisocial. Según sus propias palabras “…por eso forman grupos, como prolongación de ellos mismos, y por eso el grupo resultante es también antisocial. El líder tiene un ego tan grande que no cabe dentro de él, e inevitablemente crea un grupo. Por eso la secta es el espejo interior del líder. No tiene amigos, sino siervos. Es el padre, pero un padre con puño de hierro”, El líder “quiere que lo adoren, es un ídolo, quiere que reconozcan su grandeza, su naturaleza suprema”, como ha escrito también la experta argentina Mara Martinoli. Por ello requiere sumisión por parte de los adeptos, tiene que ser objeto de adoración. Todo lo que él organice tiene que ser alabado y tiene que aparecer como figura imprescindible para todo lo que desee grandioso. Citando a otros autores que han estudiado a estos dirigentes sectarios, como el argentino Alberto Dib, el líder de la secta tiene “una psicosis esquizoparanoide, con tres elementos principales: megalomanía, delirio místico y delirio de influencia”. De este modo, todo lo que haga tiene que ser grandioso. Sus ceremonias y actos tienen que estar por encima de cualquier otra cosa. Todo tiene que ser a lo grande y no escatima medios económicos para ello; de hecho, los adeptos siempre estarán aportando dinero o trabajo aunque para ello tengan que abandonar sus propias ocupaciones o menguar sus recursos económicos, por pequeños que sean. El líder de la secta siempre necesitará dinero. Por un motivo o por otro, siempre será necesario aportar recursos que sólo él administrará y sus fines nunca estarán del todo claros, aunque les haga creer a los adeptos que son para una buena causa. Estas son algunas características que nos ayudan a identificar a este tipo de personajes, pero no son las únicas. Las sectas pueden estar más cercanas de lo que uno cree y, a veces, pueden ser nuestros propios amigos y familiares las víctimas de su líder. El desconocimiento es su caldo de cultivo y es por ello que debemos estar alerta y, al menos, saber identificar movimientos y grupos que, aunque al principio se presentan como la solución a los problemas de quienes acabarán siendo sus víctimas, finalmente destruirán sus lazos familiares y afectivos, romperán sus amistades, modificarán sus hábitos de conducta, radicalizarán sus pensamientos y, en definitiva, destruirán sus vidas. |