La pervivencia del Estado-Nación La Globalización afecta la propia democracia porque, los sistemas representativos nacionales están siendo afectados por una grave crisis de legitimación social, cuando los ciudadanos observan que, a veces, sus representantes políticos genuinos, los directamente elegidos por la soberanía popular, no tienen capacidad para decidir o para resolver la crisis. Porque esta crisis no es sino la materialización de una mutación política que arranca a finales del siglo pasado cuando empezaron a quebrarse las bases de un progreso económicamente ordenado y regulado, acompañado de una cohesión social y de un bienestar colectivo como el que jamás alcanzó la humanidad. Compatibilizar la globalización, la pervivencia del Estado-Nación y el ejercicio de la democracia en ambos niveles no solo resulta cada vez más difícil sino que es el auténtico reto de la pervivencia de la democracia social. Hacerlo defendiendo un modelo de economía ordenada y regulada, sometida al bien común de la cohesión social y la dignidad laboral, está resultando más que difícil. Por eso, la urgencia de la ordenación de la economía global y de la regulación financiera internacional. Gobernar la globalización es la primera y gran tarea de la izquierda, del socialismo democrático internacional. |