Puente Genil - Cordoba

Paisanos pontaneses:
Me permito la libertad de incluir esta nota en el foro, para destacar, que en los más de 45 años que de allí falta nuestro esfuerzo, jamás el pueblo ha dejado de estar presente en casi todos los días y acciones de nuestras obreras vidas. Salimos del pueblo porque al que suscribe, le dio la Polio, por tal causa marcharon a Madrid, de donde poco se movieron ya hasta poco antes de la jubilación. “Sole”, se casó con “Quico”, un hijo de los que llamaban “Solapa”. Los últimos años en una casilla de la barriada de Agustín Espuny, junto a vía del tren. Así pues, os comunico para aquellos que las conozcáis, que el sábado 16 de Noviembre próximo, las hijas de nuestro abuelo Luis Mendoza Carreño, conocido por “parrita”; Soledad y Encarnación, van a visitar Puente Genil; nuestra patria. Aunque será el poco el tiempo que estarán no por ello debe parecer innecesaria su presencia, pues vendrán a arreglar los nichos donde reposan los restos de nuestros muertos.
Las acompañaremos Eugenio, el primogénito, y Loli, la única hembra del matrimonio; tres de sus cinco niños, que aunque solo una los concibió y parió, ambas hermanas se sacrificaron para darnos a todos un futuro mejor.
También os dejo un poema mío dedicado a nuestro Puente Genil, (puentejení), del cual podéis hacer el uso, no comercial, que deseéis para mayor honra de este pobre, pero orgulloso autor que firma con el seudónimo C.B.H.

A PUENTE GENIL
(PUENTEJENÍ)

Qué lejos estoy de ti, alba de Puente Genil.
Estoy viviendo en Castilla, fría, pálida y oscura.

Cuando se acerca los Santos, Semana Santa, mes de abril,
o la feria del verano, me entra gana de irme a ti.

Para mirarte y sentir y mimarte con mi paso;
igual que el de mis paisanos: del tren a Mirajení.

Contemplar el Palomar, o la isla del Tarajal,
y tantas cosas de allí. La gente que va a Jesús
que en silencio plañir, de su andaluz existir
gimen sintiendo vivir al de clavos en la cruz.

Mi anciana en Madrid y mi padre allí enterrado
en la tierra en que crecí, de donde me tuve que ir
cuando no era ni un muchacho por culpa de su retraso;
que si emigramos de allí fue porque me puse malo.

¿Y el resto del año qué?

Algunas veces estoy oculto y sin decir nada.
Jeringos por la mañana; biblioteca juvenil
leyendo a gente de ti: Manuel Reina, Ricardo Molina,
y el querido Juan Rejano, del que tan bien comentaron,
Hernández, Alberti, Machado...

Y ahora yo te escribo a ti; tan lejos estás cercano.
Me das fuerza de vivir sin deberte cuanto siento.
Mas cuando respiro sueño, viéndome en Puentejení.

Sin más, gracias por haber leído estas letras.