Peñarroya-Pueblonuevo - Cordoba

Nuestro pueblo, aunque no me puedo considerar oriundo de él, no se caracterizaba por su buen olor producto de la contaminación que producía la combustión del carbón, la fundición con toda la escoria humeantes en lo que entonces ni tan siquiera eran las afueras del pueblo, la producción de abonos químicos y zonas pantanosas donde el gas metano afloraba de unas aguas negras que se llevaron a más de un imprudente por darse un chapuzón en la larga estación veraniega.

Estos malos olores eran sustituidos en dos ocasiones durante el año, Pascuas y Navidad, por el de la cocción en los hornos de las panaderías de todos los dulces caseros, que las amas de casa habían amasado y dado forma en sus viviendas. Otros no hacía falta que pasasen por el horno, porque la tradición estaba llena de dulces que se freían en la sartén.

Las bebidas a granel, yo diría que algunas de ellas, de mejor calidad que muchas de las embotelladas de hoy en día, eran de consumo común en muchas familias y los polvorones, roscos de vino y mantecados, acababan por endulzar y trasegar alguna copita de anís de más, bebida por eso de la edad de tapadillo.

Si les digo la verdad echo de menos aquellas conmemoraciones y si me apuran también los días que sobre la población había un hongo amarillo, y la garganta sentía los estragos de aquellos medios de producción obsoletos.

Feliz Navidad.