Pedroche - Cordoba

En el informe del verano de 2007, cuando se acercaba a los escenarios internacionales la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó lo siguiente: “Las perspectivas son las mejores en años. La economía está lista para un período de crecimiento sostenido”. El presidente entonces del FMI era Rodrigo Rato, actual presidente de Caja Madrid y, durante las dos legislaturas de José María Aznar, vicepresidente segundo de Economía del Gobierno popular.

Rato, a lo largo de ocho años, fue proyectado ante la opinión pública como el mago de las finanzas españolas, aunque Aznar, llevado por su vanidad y envidia irrefrenables, se apropiaba a menudo de los méritos de su vicepresidente y hacía declaraciones subrayando que “el milagro [económico] soy yo”. Pero la verdad es que el prestigio de Rato como economista se fue extendiendo hasta que, acabado el ciclo político conservador, fue nombrado, con el placet de José Luis Rodríguez Zapatero, director gerente del FMI.

A caldo
Ahora hemos sabido, sin embargo, que el propio Fondo ha puesto a caldo a la etapa en la que Rato fue el máximo dirigente de la mencionada institución. “El FMI no anticipó la crisis, su ritmo y su magnitud, y, en consecuencia, no pudo avisar a sus miembros”. He aquí otra profecía, pues, gravemente engañosa tratándose de un organismo mundial, en teoría sólido y eficaz.

Relevantes fallos
Rato pudo ser responsable, sin duda, de alguno de los relevantes fallos que se produjeron en el FMI. Pero probablemente los males de la institución son mucho más profundos de los que han emergido a través de un informe interno. ¿Ha sido el FMI una organización bastante más aparente que certera, burocratizada en exceso y, en determinados momentos, paquidérmica y obsoleta?

¿Buen timonel?
¿Está siendo, en la actualidad, el veterano político socialista francés Dominique Strauss-Kahn un buen timonel del FMI? Quizá sí. Pero, si repasáramos el baile de recomendaciones y de contradicciones en sus diagnósticos respecto a la crisis, veríamos hasta qué extremo un organismo como el FMI cabe calificarlo de frágil y escasamente fiable.

El alcance de la crisis
Los papeles del FMI, en todo caso, confirman que Zaptero no erró ante el decisivo alcance de la crisis. Fueron en buena parte los expertos del Fondo –o los supuestos expertos- quienes contribuyeron a un desconcierto generalizado. Rato avaló el desaguisado y no sólo el concerniente a España. Zapatero resbaló peligrosamente como consecuencia de que decían los sabios del FMI que “las perspectivas son las mejores en años” y que “la economía está lista para un período de crecimiento sostenido”. Nada más lejos de la realidad.

En cuentagotas
Los trompicones de Zapatero vienen sirviendo al PP y a sus tentáculos periodísticos para estigmatizarlo fácilmente. El presidente ha sido vituperado sin pausa desde que comenzó a notarse la crisis. El más fiel aliado de Rajoy ha sido la crisis. Sin la crisis, estaría políticamente liquidado. Habría desparecido hace ya bastante tiempo. Rajoy suele citar sin énfasis y con elogios en cuentagotas a Rato. El jefe de la derecha española lo utiliza a menudo para advertir que “nosotros sí supimos salir de la crisis y ahora sabremos hacerlo también”.

Sin parangón
Rajoy y sus colaboradores más estrechos –entre los que significativamente no figura Rodrigo Rato, y por algo será- mienten cuando aluden a Zapatero como si fuera un analfabeto funcional. Y cuando ignoran deliberadamente que esta crisis, que ha cumplido ya tres años, no tiene parangón reciente. Y si no, que se lo pregunten a Rato.

Enric Sopena es director de ELPLURAL. COM