¿La derecha se divide? Pues sí que empieza bien el PP su marcha triunfal de Sevilla a La Moncloa. Resulta que la tan cacareada unidad del partido -con el abrazo de Vergara entre el padrino José María Aznar y su pupilo Mariano Rajoy- ha empezado a resquebrajarse. La lideresa cañí –genio y figura siempre- advirtió el domingo, en medio de la euforia de las huestes populares ante una victoria todavía hipotética, que no acudiría -en la campaña electoral de mayo- a respaldar a la candidata a la Presidencia del Gobierno de Asturias, Isabel Pérez Espinosa. La misma –recuérdese- que insultó a Francisco Álvarez Cascos insinuando de forma inequívoca que padece demencia. Aguirre apoyó intensamente, en los últimos meses y sin ocultarse, a Álvarez Cascos –es el “mejor”, argüía- en su pretensión de ser el presidenciable asturiano representando al Partido Popular. Todos los esfuerzos aguirristas, sin embargo, fueron en vano. No se le hizo el más mínimo caso desde la cúpula genovesa y no parece desdeñable la teoría de que Rajoy se vengó así, al fin, de su antigua rival. Digo y Diego La número 2 de Rajoy, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal –por cierto, ex consejera del Ejecutivo autonómico madrileño con doña Espe de presidenta-, le replicó ayer. Sus palabras fueron tan frías como impertinentes, aunque luego Aguirre –incapaz a menudo de rematar sus jugadas- dijo horas después digo donde había dicho Diego. Se trata –puntualizó Cospedal- de una “opinión particular de alguien que no participa en los órganos del partido” que han de aprobar o no a los candidatos del PP en las elecciones. Despreciada y degradada Aguirre ha sido despreciada y degradada de facto en su partido. Influencia bajo cero. Negarlo es absurdo. Ha tenido que salir al escenario –anoche en la Hora 25 de la Cadena SER – para rectificar afirmando que su candidata es Pérez Espinosa, a pesar de que ella siga creyendo que el candidato popular debería ser Álvarez Cascos. La presidenta de Madrid ha vuelto a meterse en un jardín o, peor, en un laberinto sin salida airosa. Peligroso enemigo El caso Cascos –que algunos quisieron presentar como anecdótico- se va complicando a día que pasa. De momento, ha perjudicado a Aguirre y eso favorece las expectativas -difíciles pero posibles- de Tomás Gómez. También le puede acabar dañando a Rajoy. Cascos es un peligroso enemigo. También tiene sed de urnas. Pero sus papeletas ya no serán las del PP. elplural.com 25/01/11 |