15-07-11 11:11 | #8371526 -> 8369001 |
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RE: Un retazo de Historia Abundemos sobre tu retazo para explicar el sentido de democracia que tenían aquellos líderes izquierdosos y nos centraremos entre otras lindezas en el trato que daban a sus "iguales" cuando caían en sus garras y los llevaban a sus hotelitos. Claro está que estas páginas no existen para los iluminados reinventores de la memoria histórica. El anarquista José Peirats lo definía de aquesta guisa: «Las mazmorras del SIM.... eran tenebrosas, instaladas en antiguas casas y conventos. El régimen de torturas que se aplicaba era el procedimiento brutal: palizas con vergajos de caucho, seguidas de duchas muy frías, simulacros de fusilamiento y otros tormentos horrorosos y sangrientos. Los consejeros rusos modernizaron esta vieja técnica. Las celdas eran más reducidas, pintadas de colores muy vivos y pavimentadas con aristas de ladrillo muy salientes. Los detenidos tenían que permanecer en pie continuamente, bajo una potente iluminación roja o verde. Otras eran estrechos sepulcros de suelo desnivelado, en declive. Los recalcitrantes eran encerrados en la "cámara frigorífica" o en la "caja de los ruidos" o atados a la silla eléctrica. La primera era una celda de dos metros de altura, en forma redondeada; al preso se la sumergía allí en agua helada, horas y horas, hasta que tuviese a bien declarar lo que se deseaba. La "caja de los ruidos" era una especie de armario, dentro del cual se oía batahola de timbres y campanas. La "silla eléctrica" variaba de la empleada en las penitenciarías norteamericanas en que no mataba físicamente». Peirats, La CNT en la revolución española, Ruedo Ibérico, París 1971. Tras estos hechos pudo haber estado Prieto (asesinato de Calvo Sotelo). El asesino pertenecía a la guardia personal de Prieto, Condés (capitán de la Guardia Civil que mandaba a los asesinos) era prietista. La pintura de Prieto sobre la actitud de Condés, arrepentido y queriéndose suicidar no casa con la época, lejos de denunciarlo le escondió. No menos sospechoso fue el robo a mano armada del sumario, el 25-7-36, por milicianos socialistas. En enero del 37 hubo una amnistía de los delitos anteriores al 15 de julio del 36. (I. Prieto, Convulsiones de España, Vol. I, México, Oasis 1976, págs. 157 y ss.; I. Gibson, La noche que mataron a Calvo Sotelo, Plaza y Janés, Barcelona 1986, págs. 228 y ss.; Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, Vol. I, Librería Española, París 1968, pág. 41). Es un puro panfleto, no le falta ningún lugar común a los buenos y los malos. Los malos eran, naturalmente, los del Invicto Caudillo y los buenos los de don Manuel, al que con tanta familiaridad trata, es de suponer que sea Azaña. De todas maneras éste no daba esas confianzas a toda la gente, sólo a Josefina Carabias y a otros de cierta categoría. Pienso yo, y no soy mal pensado por naturaleza, si no será una recopilación de los panfletos tan generosamente repartidos, en la Universidad de los años sesenta, por el PCE, y tan recogidos con esmero, incluso dando porrazos, eso sí los suyos antifascistas, si era preciso, por el entonces eficiente teniente de los Grises, orgullo de sus superiores como él mismo nos cuenta. La tesis, el fondo y la forma son los mismos. En este probable caso creo que debería repartir los derechos de autor con Santiago Carrillo. Ya en la introducción asegura: «La historia de la guerra civil fue cubierta con... mentiras... durante todo el siglo XX». Le recuerdo al fiel coronel que Franco murió, en la cama, en el 75, que las colas, todos fascistas naturalmente, para despedirle fueron de kilómetros, ¿estaría el coronel allí? Y que en este cuarto de siglo que quedaba, todos los Tuñones de Lara que en el mundo han sido se han hinchado de ponerle verde. Los más nobles, como el coronel, después de su muerte y los otros desde mucho antes. Yo, que soy un aficionado, tengo libros publicados en España: Azaña en 1976; B. Bolloten 1970; S. Casado 1968; M. de Coca 1975; G. Jackson 1978; F. Largo Caballero 1979; E. Lister 1976; E. Malefakis 1971; H. Thomas 1976; M. Tuñón de Lara 1974; J. Tussel 1971; P. Preston 1994. y así hasta donde quiera el veraz coronel. Él, que sabe más que yo, seguro me puede citar unos cientos. De todas maneras no he oído quejarse a ningún progre, ni siquiera al coronel, que el historiador que más libros vende sobre el asunto, Pío Moa, sea ocultado con tanto cuidados por los medios que a ellos tanto les exhiben. Ha vendido Pío Moa, el año pasado de un solo libro, más de los que podrá vender en toda su vida el historiador-coronel. Éste sale en los medios de Polanco, que son prácticamente todos, y Moa en ninguno. De eso es, la censura, de lo que acusa a Franco con tanta frecuencia. Y cierto que la había. Para mí que Moa tiene más razón que un santo, de ahí el miedo. El serio problema que tiene la progresía patria es que Moa, basándose en los textos de Largo, Azaña y otros ínclitos demócratas de la época, y sin citar para nada a ninguno de los hagiógrafos del franquismo, nos hace llegar a todos, a ellos y a nosotros, a las mismas conclusiones que llegábamos leyendo a Arrarás, La Cierva y demás fervorosos franquistas que, a la vista de lo visto, decían verdades como puños. Y eso tiene que ser muy triste para ellos. Tenían instalado su chiringuito, qué era llamativo, rentable, estaba de moda, pensaban que eterno por los siglos de los siglos. Y ¡qué le vamos a hacer! ¡Paciencia! No me voy a quedar con las ganas de citar a un experto en historiadores progres: S. G. Payne: «se ha alegado a menudo que Moa tendría que ser ignorado porque «no es profesor». Con ello, parece sobreentenderse que sólo los «profesores» son capaces de tener un pensamiento serio o de escribir convenientemente sobre historia. En primer lugar, ello resulta risible, dado que es fácilmente demostrable que no fueron profesores la inmensa mayoría de los hombres y mujeres más sabios de la humanidad. Semejante noción sería particularmente grotesca en países como Inglaterra o Estados Unidos, donde la mayoría de las mejores y más leídas obras de historia no son escritas por profesores. Todo lo que ello pone una vez más de manifiesto es el carácter estrecho, semicerrado, corporativista y endogámico del mundo universitario español a comienzos del siglo XXI». CONTINUARÁ. | |
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15-07-11 11:31 | #8371611 -> 8371526 |
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RE: Un retazo de Historia El liberalismo del demócrata don Manuel Don Manuel había empezado su carrera política con uno de los primeros personajes de derecha muertos en Madrid, Melquíades Álvarez, por cierto asesinado en una cárcel del Gobierno de don Manuel sin que, su antiguo subordinado, moviera un dedo para salvarlo. En las elecciones del año 23, con Melquíades Álvarez, Azaña, compra votos a duro, manda romper urnas, pegar a los componentes de las mesas. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 118 y ss. También había militado a las órdenes del conde de Romanones, no se sabe de ningún cacique menos liberal en la historia de España. Y así nos cuentan: en 1913 fue nombrado secretario del Ateneo de Madrid por la candidatura de Romanones. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 226. Decía Azaña: La República debía servir «para toda la nación... los elementos de la CEDA no tienen títulos políticos para ocupar el Poder, aunque tengan numero en el Parlamento para sostenerse... Una cosa es ingresar en la República, y otra gobernar la República». L'humanitat, 12-1-34. La CEDA, 115 diputados, Azaña, 5. Como se ve su respeto al voto popular era de lo más serio. No había pasado un mes de la instauración de la República (10-5-31) nos narra el mismo don Manuel: La multitud apaleaba a algunos supuestos derechistas, y a uno «ya caído en el suelo se le acercó un sujeto y le descerrajó un tiro. Él estaba en Gobernación a muy pocos metros, con toda la fuerza necesaria para impedirlo o detener a los asesinos. Lo cuenta como una gracieta.]. El agresor se retiró tranquilamente». Azaña, Memorias políticas y de guerra, Afrodisio Aguado, Madrid, págs. 374-375. «Mucho más intolerable se le hizo el voto a la mujer. Era profundamente antifeminista. Estaba siempre en contra de la intervención de la mujer en la vida pública» (1-10-31). C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 210. «Si la pedante Campoamor no se hubiera creído en el caso de romper una caña en pro del voto femenino». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 115. Azaña (13-10-31): «España ha dejado de ser católica... Tenemos de una parte, la obligación de respetar la libertad de conciencia. pero tenemos también, de otra parte, el deber de poner a salvo la República y el Estado. Borrar todas las obligaciones que tenemos con esa libertad de conciencia. Una reacción explicable y natural. No me vengan a decir que esto es contrario a la libertad, porque esto es una cuestión de salud pública». Si esto lo hubiese dicho la derecha. Pocas veces en un parlamento se habrán pronunciado frases menos democráticas invocando a la libertad. Vulneraba la libertad de conciencia, de asociación y expresión, el derecho de los ciudadanos a elegir su instrucción religiosa. En nombre de la cultura amenazaba la educación de millares de niños y la continuidad de instituciones de enseñanza, alguna muy acreditadas. Concebía el estado como una entidad exclusivamente izquierdista en la tradición jacobina, hostil a la religión mayoritaria. Martínez Barrio, anticlerical y gran maestre de la masonería manifiesta: «estupor y, luego la indignación. ¿Dónde las pruebas, siquiera los síntomas? Todas las clases sociales aceptaban complacidas los derechos de portazgo, y nadie dejaba de bautizar a sus hijos, ni de casar canónicamente, ni, llegada la hora final, prescindía de enterrarlos en cementerios católicos. Tan solo una minoría, insignificante cuantitativamente, habíamos pasado el Rubicón y colocado nuestra conciencia individual fuera de la Iglesia. ¿Acaso el oscurecimiento de la cultura católica? Era obligado reconocer que el clero regular realizaba una intensa labor seudo científica y pulidamente literaria. Tampoco las evocaciones históricas del señor Azaña tenían poder de convicción. Fueron palabras imprudente, innecesarias y divorciadas de la realidad (refiriéndose a la Constitución), de un manotazo rompía con el propósito de ensayar cualquier política de transacción y de acomodo, y se declaraba por el imperio estricto de las mayorías. Pero nunca ha sido lícita en los Parlamentos la aplicación rigurosa de tales principios». Martínez Barrio, Memorias, Barcelona 1983, págs. 74 y ss. Durante la República estuvieron siempre en vigor La Ley de Defensa de la República o posteriormente la Ley de Vagos y Maleantes, que tan bien le vino a Franco, sin añadir, ni quitar una coma. Éstas leyes permitían cerrar un periódico por tiempo indefinido: un mes, un año, un siglo, en tanto que estuviese en vigor, que lo estuvieron durante toda la República, a capricho del ministro de Gobernación y con un único recurso ante el mismo ministro. No se podía recurrir, en ningún caso, ante los tribunales de justicia. Naturalmente, como no podía ser menos en el régimen de libertades que era la II República, también se podían incautar las rotativas y desterrar al Sahara al director, a su santa esposa, a un vecino o a quien se le antojase al señor ministro, durante, un mes, un año o un siglo. Azaña nos lo cuenta muy bien: «29-11-32. Hemos acordado autorizar la reaparición del ABC. Domingo torció el gesto y no debía reaparecer aún; lo mismo Fernando, tengo muy en crisis el concepto político de libertad de imprenta, explico un día; Albornoz, que sentaría mal a los republicanos; Largo también se mostró inclinado a negar la autorización propuse que se retrasara la autorización. los Luca de Tena están divididos, opinando los más que el periódico debería de cambiar de tono con respecto al Gobierno en contra de Juan Ignacio, director del periódico, que está muy furioso y dispuesto a arruinarse antes de ceder. Los Luca de Tena, sin Juan Ignacio, fueron a ver a Casares, hablaron de la interpelación que tenía anunciada el Partido Radical sobre ello.Casares repuso que acaso el procedimiento fuese malo. Se quedaron espantados, e inmediatamente hicieron que Lerroux desistiera. en este asunto de suspensión de periódicos yo creía que no era útil afrontar un debate más, en el que tendríamos que limitarnos a decir que el ABC no sale porque no queremos que salga. Que esta actitud no es para tomada en la Cortes todos los días, y que ya es bastante con haberlo hecho la semana pasada. Insistir desgasta al Gobierno y puede desgastarme a mí. Mañana saldrá ABC. Veremos lo que hace. Dijo Luca de Tena y se lo repitió a Guzmán (director de periódico amigo de Azaña) que tenía preparado un articulo elogioso para mi discurso de Santander, diciendo que nunca se había tratado en España de esa manera tales cuestiones». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, págs. 73-75. Habían cerrado cientos de periódicos y posteriormente cerrarían muchos más. 19-2-32. Unamuno, Royo Villanova y varios diputados más, viendo la persecución a los periódicos no gubernamentales, piden en la Cortes que se aplique la ley de Policía e Imprenta de 28-7-83 (Restauración). En diez meses de República había habido más cierres de periódicos que en 60 años de Restauración. (Ver Diario de sesiones de Las Cortes ). Como los periódicos continuaban cerrados, Unamuno, Lerroux, Melquíades Álvarez, Maura, entre otros, el 9-3-32 insisten sin que se les haga el menor caso (Ver Diario de sesiones). ¡Ah! Se me olvidaba, y también podía encerrar y deportar, por un mes, un año, &c. a cualquier súbdito español, todo dependería de lo marchoso que ese día estuviese el ministro. Eso sí sin decirle motivo, lo que indudablemente le daba más emoción democrática y liberal al asunto. «Viene a presentarse el general Goded (10-12-32), que anoche salió de prisiones militares. Entrevista penosa. Está más flaco y de mal color... El 10 de agosto estaba tranquilamente en su casa. le detuvieron, cosa que no le extrañó ni enojó. podían sospechar por su amistad con Sanjurjo. En efecto el juez le dejó libre (según Goded a los tres días), pero el ministro de la Gobernación le ha tenido preso cuatro meses, sin decirle por qué. Está quejoso, porque yo no le he amparado. Se le han causado perjuicios morales y materiales irreparables (me abstengo de decirle que, gracias a mí, no lo han llevado a Villa Cisneros) [Este Azaña era una madre, ¡qué corazón! Y mira que Goded no agradecérselo. ¡Cría hijos!]». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona, pág. 98. La policía detiene en Madrid (13-4-32) a un individuo llamado Manuel Lahoz, con mil pesetas y una pistola, después de interrogado es entregado al juez Luis Amado acusado de querer atentar contra Azaña, lo ingresa en la cárcel y al cumplir las setenta y dos horas reglamentarias, lo procesa y lo deja en libertad provisional, al no presentar ninguna prueba la policía y no tener antecedentes penales. El Ministro de la Gobernación le aplica, al juez, la Ley de Defensa de la República, lo arresta dos meses Tuvo suerte pues lo podía haber llevado seis meses al Sahara, ese de día estaba de buenas el ministro. Recurre el juez al Consejo de Ministros que le deniega el recurso el 26-4-32. Protesta la Unión Nacional de Abogados, el Colegio de Abogados de Madrid, la oposición pide en Congreso que no se pueda castigar a un juez sin formación de causa. En los centros académicos, antes reductos republicanos, la protesta es notoria. El Colegio de Abogados es hostil al Gobierno, la Academia de Jurisprudencia, el Colegio Oficial de Médicos, eligen directivas opuestas al Gobierno. En los Ateneos de Madrid, Sevilla, Alicante, Málaga y Cuenca lo mismo. El Times de Londres publicaba un artículo (19-4-32) sobre la política que estaba llevando a cabo Azaña. Decía así: «Desde que está en el poder el señor Azaña, no sólo ha hablado claramente, sino que ha obrado con resolución. El secreto de su éxito reside en el hecho de que es en la práctica, aunque no en teoría, casi un dictador. Actuando bajo la Ley de Defensa de la República, puede hacer lo que le plazca... Arresta arbitrariamente a personas que considera peligrosas y suprime periódicos hostiles». En las Cortes (23-11-32) le echan en cara los constantes desafueros cometidos al amparo de la ley de Defensa de la República: Cesantías, expropiaciones, detenciones y deportaciones y le acusan de no respetar la independencia de Poder Judicial. Azaña aclara: «Se pone en peligro la independencia del poder judicial. No ¿Por qué? En primer lugar, yo no sé qué es el poder judicial... pues yo no creo en la independencia del poder judicial... ni el poder judicial, ni el legislativo, ni el ejecutivo pueden ser independientes del Estado (El señor Alba: Eso lo dijo ya Primo de Rivera). Muy bien pues alguna vez tenía que acertar Primo de Rivera». Pide Gil Robles que se traigan los expedientes de los sancionados. Contesta Azaña: «¡Qué más quisiera Su Señoría que vinieran!». M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, V.II, págs. 487,489. Se dirá el coronel muy razonablemente admirado. ¡Puede haber mayor prueba de liberalidad! | |
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15-07-11 13:19 | #8372256 -> 8371611 |
Por:KEITEL ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE: Un retazo de Historia Mi querido Lucio, estamos en lo de siempre.Cuando la izquierda toma el poder por la fuerza es una revolución, y cuando lo hace la derecha un golpe de estado.La sanguinaria revolución de Asturias, que no fuè sino un intento de golpe de estado, como tu bien has dicho,es tratada por los historiadores como eso, como una revolución, pero se pasa de puntillas sobre sus crímenes y excesos, y el criminal Belarmino Tomás es considerado como un héroe.Sin embargo ya sabes como se trata por ciertos historiadores la represión de la misma por las tropas del General Franco, al que tachan de genocida.Nadie o muy pocos,reconoce que la izquierda de aquella época aspiraba única y exclusivamente a la conquista del poder, para no compartirlo,y establecer la utópica dictadura del proletariado, y un adalid de esto era el tristemente célebre socialista Francisco Largo Caballero, llamado el Lenin español.La guerra civil era inevitable.La izquierda ya habia dicho antes de conocerse los resultados de las elecciones de 1936,que no respetaria unos resultados que no le dieran la victoria. Con respecto al tema que trata Ventosidad, le recomendiaria un libro magnifico, titulado "Madrid, de Corte a checa", obra de Agustin de Foxá, donde se relata con todo lujo de detalles el dia a dia del Madrid republicano. | |
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