Hinojosa del Duque - Cordoba

Tengo debilidad por el cine. Y especialmente por aquella época en que además de entretener, se relataban buenas historias; muchas de las cuales llevaban además implícitas importantes lecciones morales o el subrayado de determinados valores.
El maestro John Ford servirá de hilo conductor en la historia que pretendo relatarles a través de estas líneas.
La historia del celuloide está llena de “face to face” inolvidables: Olivia y Clark, Humphrey y Claude… en fin, ¡¡tantas!! A mí me gusta especialmente aquel cara a cara con cerilla interminable, entre John Wayne y James Stewart en El hombre que mató a Liberty Valance.
Stewart encarna el joven abogado Stoddard que se dirige al oeste buscando abrirse nuevos horizontes ejerciendo su profesión en una tierra de oportunidades. Representa el futuro, la necesaria civilización del “salvaje oeste”, representa el anhelo de todo ser humano, progreso y paz. Antes de aterrizar en el pueblo, ya se ha dado de bruces con la realidad: la ley del más fuerte. Este papel está encarnado por un genial Lee Marvin. Posiblemente uno de los canallas más canallas de la historia del cine, un auténtico hijo de xxuta.

Liberty Valance tiene al pueblo en un puño y su furia se desata cuando le niegan el derecho al voto por no estar en el censo; en ese momento álgido del film afirma ser de “allí donde cuelgo mi sombrero”. El maestro Ford deja muy clarito que nadie pertenece a un lugar simplemente por colgar su sombrero en él. Pero volvamos a la cerilla interminable, Wayne interpreta a Tom Doniphon, un vaquero que trabaja de firme y que es el único del pueblo que no tiembla como una hoja cuando aparecen Liberty y sus secuaces. Y no lo hace porque además de sobrarle valor, sabe manejar los puños y es certero con el revólver. En este personaje Ford refleja todos los valores que un hombre debe aportar a una sociedad: trabajo, honestidad, esfuerzo personal y… valor y resolución para defenderla. Además está ayudado de su fiel ayudante Pompei, un tipo introvertido y silencioso que deja la elocuencia para su rifle. En la escena de la cerilla, el abogado Stoddard reclama con pasión y con sus libros de leyes su derecho a trabajar. Doniphon, más realista, secamente le dice que para hacerlo, además de libros tendrá que aprender a manejar un arma para defender ese derecho.
No se puede decir más en tan poco tiempo.

El pacifismo es una gigantesca mentira urdida precisamente por los que van a sojuzgarte. Yo personalmente no conozco a nadie en su sano juicio que le gusten las guerras. A mí me resultan tan repugnantes como los pacifistas.
El concepto de “la primera y la última línea de defensa es la palabra” es una falacia que se ha impuesto culturalmente en Europa y que se ha convertido en uno de los pilares de una sociedad meliflua, pusilánime y melindrosa; conformada por seres que son manifiestamente incapaces de defender su patria y su cultura y que, consecuentemente, serán incapaces incluso de proteger a su propia prole.
Europa es una civilización que camina con paso firme hacia su desaparición como consecuencia inevitable de su propia incapacidad para defenderse. Los Liberty vencerán porque los Stoddard han logrado imponer el “buenismo” de aquellos borregos que siguen pastando mientras van camino del matadero. La cuna de todas las civilizaciones es hoy en día una amalgama de culturas bastardas preparándose, cual caballo de Troya, para dar el asalto definitivo ante la pasividad de los descendientes de Sócrates, Virgilio, Platón y Cervantes.
Mientras tanto en EEUU, el “liberador de Europa”, la segunda enmienda constitucional otorga al pueblo el derecho a portar armas como “garantía de un Estado libre y como propósito de levantarse contra un gobierno que no respetara la libertad. Repeler invasiones. Garantía de la propia seguridad y formación de milicias de defensa”. Y, por cierto, ¡ay de aquel que ose menospreciar en público su bandera o su himno.
¿Que cómo acaba la película? Les recomiendo no perdérsela y no voy a estropearles el final, pero sí les adelanto la moraleja que se encierra precisamente en el titulo. La película no se titula, “El abogado que pacificó el salvaje oeste”, ni siquiera “La leyenda del senador Stoddard”; la película se titula “El hombre que mató a Liberty Balance”.
El maestro Ford lo tenía clarísimo.

Jxxoder, como me gusta el cine.

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