¿Qué es y que pretende DEFENSA SOCIAL? Que la situación de nuestro país es la más propicia para que planteamientos políticos como el nuestro tengan éxito, es una realidad. Las circunstancias, aunque los poderes facticos quieran presentarnos la realidad de otra manera, son la absoluta demostración de la naturaleza del capitalismo financiero. Y precisamente contra esto es contra lo que siempre hemos luchado. Los acontecimientos de esta crisis económica, tan claramente financiera, señalan cada día más claramente al modelo bancario, como responsable de la quiebra del sistema. Y no es que esto sea extraño, puesto que el sistema acepta, asume y valida estas crisis, que forman parte de su naturaleza salvaje. Cuando ocurre uno de estos colapsos, suele ocurrir que los ricos salen más ricos, los especuladores hacen su agosto, la clase media baja veinte peldaños en su bienestar y los que ya eran pobres ahora siguen siéndolo, pero encima, sin ningún apoyo de la sociedad que se ve imposibilitada para darles asistencia. El objetivo prioritario es arreglar balances no salvar personas. Nada nuevo bajo el sol, esto es el capitalismo. Esto es el liberalismo económico: la Ley de la jungla. Es la constatación de que cuando casi todos lo pasamos mal, todavía los hay que se enriquecen y son precisamente las expectativas de negocio de esa minoría, las que mueven y condicionan las políticas y las medidas de los gobiernos de las naciones y de los actores de la economía. Nos tocaba hacer algo más de lo habitual. De ahí la iniciativa conjunta de las dos organizaciones azules Falange Auténtica y Falange Española de las JONS. El caso es que se echa en falta una propuesta política democrática de verdad, donde los partidos políticos cedan paso a las personas y las zarpas de la banca dejen de ser las que señalen a los políticos lo que hay que hacer. Se necesita una propuesta política que diga claramente que el objetivo de la economía toda y de toda ciencia social y política no es crear un bonito campo de juegos a los especuladores. Que es establecer un marco de relaciones socioeconómicas que garanticen la producción de los bienes y servicios necesarios, enfocados a objetivos sociales y nacionales y con un claro respeto por el concepto de justicia social y de dignificación de la vida de todas las personas que forman la sociedad. Ahora toca hablar de sindicalismo revolucionario y de banca sindical. Toca replantear el concepto tan falangista y tan anarcosindicalista, por cierto, de la autogestión. Alejándonos de las utopías radicales que solo prometen fracaso y afianzándonos en novedosos modelos de economía social que no caminen solos, sino que dispongan del apoyo de los estados y cuenten con el control de los recursos financieros. Toca pedirle a la gente que se conviertan en personas, que tomen las riendas de su futuro y se pongan a trabajar, por ellos, por sus hijos y por llevar su patria, su proyecto, a buen puerto, dejándose por el camino, a brokers, banqueros y políticos corruptos. Apelamos a la defensa social porque es una necesidad y forma parte de nuestros derechos como personas el oponernos, claramente, frontalmente, a que este sistema injusto e inhumano, sea el único escenario posible para nuestro futuro. Nuestra capacidad creadora, la de la gente de a pie, necesita tomar conciencia de su calidad y de su grandeza, y solo resistiéndonos a lo que nos están haciendo, podremos triunfar un día. No es lógico que nos dejemos embaucar por los discursos de los poderes políticos y económicos, que intentan hacernos responsables de lo que está ocurriendo, o al menos quieren sugerir que de nuestra mala gestión de nuestros recursos es de donde proviene esta crisis. No, señores del gobierno, no, señores banqueros, no, señores gobernadores de los bancos centrales, no, señores políticos comunitarios, no somos responsables de haber vivido la vida que nos dejaron vivir. De hecho, no había otra y esa la inventaron ustedes, no nosotros. Son esos que mencione, banqueros, grandes magnates, políticos de todos los niveles, financieros especuladores, socios de las agencias de calificación y otros de ese estilo, los que se enriquecieron antes de la crisis, se enriquecen durante la crisis y además están convencidos de que seguirán enriqueciéndose después de la crisis. Y a estos les decimos ¡¡QUE NOS DEVUELVAN LO ROBADO!! Porque no nos equivoquemos… sí hay responsables de esto, pero no somos nosotros, son ellos. Es imprescindible que teniendo un mensaje que dar, ahora que es especialmente necesario, lo demos. Sin soberbia, por cierto. Que ni somos los únicos que queremos un mundo más justo, ni son nuestras propuestas las únicas que hay que tener en cuenta. Pero cada uno que de lo que tiene y los azules tenemos mucho que dar. Y es esa nuestra vocación. A través de defensa social queremos cederle a nuestro pueblo, que somos nosotros mismos, herramientas, ideas y principios, para llevar a cabo el necesario cambio. Y con lo quienes nos encontremos que serán muchos, pondremos en marcha el debate, el diálogo y finalmente llegaremos al consenso para aupar a nuestra patria hasta una situación desde la que poner en marcha su revolución social. Una revolución social que deberá empezar desde una posición de defensa, pero que esperamos que pronto adquiera una posición mucho más creadora y agresiva. Los tiempos lo piden. ENRIQUE ANTIGÜEDAD |