Francia y Grecia avisan Las elecciones celebradas el pasado fin de semana en Francia y Grecia constituyen un serio toque de atención al modelo de Unión Europea que ha venido gestándose en los últimos años al albur de los designios de la alta finanza y obviando contenidos politicos y culturales que dotasen de sentido a esa unidad. Los franceses han decidido sancionar con su desprecio la consecutiva pérdida de soberanía de su nación en favor del híbrido de Bruselas, traducida en términos prácticos en el progresivo desmantelamiento de los vínculos comunitarios expresados en los recortes sociales. Sarkozy vendió humo a los franceses, capitaneando con la canciller Merkel una Unión Europea domeñada por los designios de la gran banca. Una amalgama informe, sin raíces y sin destino, como ya apuntó la fallida constitución europea con la ausencia de mención alguna a aquello que nos hace ser Europa a los europeos. Se equivocan quienes interpretan el triunfo de Hollande como un éxito de la socialdemocracia. Es Sarkozy quien pierde; es el modelo Merkozy el que fracasa. El gaullismo francés queda descompuesto y cederá el testigo de la derecha al demonizado Frente Nacional de Marine Le Pen, que ha conseguido concitar merced a las clases medias y trabajadoras francesas el voto soberanista, y que a buen seguro deparará sorpresas en las próximas legislativas. Una Grecia abocada al suicidio por el capitalismo ha dinamitado las urnas, castigando al bipartidismo tradicional y corrupto y escorándose hacia los extremos. La izquierda radical y los grotescos neonazis han sido aupados en los comicios por la desesperación de los griegos. Grecia, un país que no hace tanto crecía a un ritmo del 6%, es hoy un desierto de desesperanza. Un país fracturado socialmente, sometido económicamente y abandonado politicamente. Un campo de pruebas donde el capitalismo viene ensayando el porvenir que nos aguarda a los europeos sureños: salarios de esclavos, privatizaciones de los servicios públicos, expolio del territorio y colonización de las finanzas. Grecia y Francia. Dos ejemplos con un denominador común: esta Europa de los mercaderes no la quieren los europeos. La disolución de las identidades nacionales, con la permanente cesión de soberanía a los objetivos del capitalismo encarnados en los políticos neoliberales que comandan la UE, hace que las vidas de los europeos queden inermes ante el proyecto mundialista de construcción de un enorme supermecado cuya única ley sea el consumo. Ante este panorama, cuando parece que la ciudadanía va tomando conciencia de la envergadura del problema y están siendo identificados sus causantes, es tarea de los falangistas aunar voluntades que reivindiquen a la persona, a la comunidad, a la justicia social y a la unidad de la patria como ejes del destino futuro de los españoles y del resto de europeos. Europa solo será si ejerce volviéndose hacia si misma. Por una Europa unida en la reivindicación de la soberanía de sus patrias Por una Europa de las ideas y los valores, alternativa al mundialismo Por una Europa cohesionada, radicada en su identidad cultural común ¡¡ ARRIBA ESPAÑA!! |