Jovenes politicos Los jóvenes formamos parte de esa generación que nos ha hecho testigos y protagonistas de cambios tan inusitados, no solo en nuestro país, sino en el orbe entero. La ausencia de autoritarismos y verticalidades que no queremos que vuelvan, ha concedido que tengamos mayor libertad de decisión y acción, lo cual nos permite ampliar nuestras oportunidades de participación y concertación política. Damos nuestro mejor esfuerzo y apasionada dedicación para lograr que la sociedad se convenza que el partido político en el que militamos es el que cuenta con la mejor oferta social. No importa el partido en que estemos participando, todos los jóvenes compartimos aspiraciones y anhelos. Mostramos nuestra simpatía sin prejuicios. Nuestras palabras pueden influenciar decisiones familiares o simpatías colectivas. Ahora más que nunca, un político serio inspira desconfianza. La sociedad quiere políticos profesionales que se muestren cálidos y no distantes, que no alcancen notoriedad con discursos reciclados y en cambio apelen al mensaje sencillo y claro. Nuestros votos definen el triunfo de los candidatos. La actitud es un factor decisivo para el crecimiento político. La soberbia erosiona la aceptación de la ciudadanía. La Intransigencia carcome la posibilidad de dirigir eficientemente un equipo. Debemos reconocer con humildad, que, en cualquier conflicto de nuestra organización, nosotros hemos aportado algo al respecto; por lo cual tenemos que participar para superar esta situación y evitar una crisis que distorsione la convivencia y el trabajo. En política, darle crédito a bocas turbulentas es una apuesta peligrosa. Nutrir intrigas suele convertirse en un ejercicio que provoca un placer insano, pero inevitablemente obtendremos el efecto de escupir hacia arriba. Un buen político es un incansable lector y apasionado del servicio público, por lo cual no empobrece su mente atendiendo al chisme. Debemos aceptar nuestros tiempos y circunstancias. Así, hay momentos en que el líder no siempre es el jefe, o que el jefe no es siempre el líder. En el sentido que fuera, ante el hecho de poseer un poder moral o formal, no hay duda en que seamos estrictos pero muy humanos. Antes de ser verdes, rojos o azules creemos en que nuestra misión suprema es lograr una sociedad mas justa. Entre nosotros no hay desencuentros, actuamos con naturalidad, con gusto nos vemos y podemos platicar durante horas para coincidir en que falta mucho por hacer y que podemos aportar más de lo que hemos dado hasta ahora. Es muy claro que este no es momento de confrontaciones entre nosotros, ya que es suficiente con las descalificaciones que tenemos de parte de esos compañeros adultos que nos regatean virtudes como para que entre nosotros mismos nos desgastemos. Después de todo hay grandes amistades que se han consolidado con diferencias y rencillas. Al momento de estar con un militante de un partido distinto al nuestro, debemos ser pacientes y receptivos, para así tomar decisiones que surjan de evaluar capacidades y propuestas y no sujetarse jamás a caprichos o limitarse sólo a las afinidades de carácter ideológico. Nadie renuncia a sus ideales. Por ello debemos preguntarnos: ¿hasta dónde tomar acuerdos antes de que las diferencias y prejuicios nos separen?. Nosotros queremos el camino de lo profesional. Sabemos que el cargo es una oportunidad para servir y no para lucirse. Le damos la bienvenida a la competencia política, ya que nos obliga y estimula para prepararnos. Reconocemos que las generaciones políticas ya no se siguen en fila india, sino que se entrelazan y complementan. Debemos ser congruentes y estar preparados para estar y para saber cuando ya no estar y retirarse con dignidad. Ahí vendrá el cumplimiento de otro compromiso: promover y apuntalar la participación de jóvenes como lo hacen con nosotros. Tenemos de nuestro lado el valor agregado de la astucia, pero esta debe ser acompañada por el sentido de la oportunidad, la discreción, la gratitud y la prudencia. Seamos jóvenes políticos, no políticos novatos. Evitemos la competencia desleal. Difundamos al interior de nuestras organizaciones que antes de ganar en las urnas, debemos de ganar en el debate y el trabajo social. Demostremos diariamente al pueblo que los jóvenes no nos regocijamos en la simulación y que precisamente porque no estamos de acuerdo en muchas cosas que suceden en los partidos políticos, estamos participando en ellos para contribuir a la transformación institucional desde el corazón de los mismos. |