El Inserso o el estuchado de la felicidad. ← El estado (corrupto) de la Nación El Inserso o el estuchado de la felicidad Publicado el 8 marzo, 2011 por lucasleonsimon Rate This La ilusa construcción del “estado de bienestar”, iniciada en la Republica de Weimar, no ha parado de sufrir vaivenes. Los gestores socialdemócratas o neoliberales de cada momento han querido vendernos el burro muerto de que nos olvidemos del “gran banquete” que las oligarquías financieras se daban a nuestra costa, vendiéndonos la ilusión óptica de un estado que apoyaba a los parados, buscaba la conciliación familiar, las vacaciones post-parto y mandaba de vacaciones baratas a los jubilados. Han bastado dos estornudos del Banco Mundial y la explosión de un par de burbujas de aprovechados de los parkets para que se vayan al garete todas las supuestas ventajas, sociales, naturalmente, que jóvenes, mujeres, pensionistas y demás, pudieran haber arrancado de la oligarquía financiero-capitalista que atolondra el planeta y sus alrededores. En nuestro país, una trompetería del voto fácil mandaba cada otoño-invierno a nuestros abueletes a los desocupados hoteles que originaba el vacío del estío. Se les programaban un baile carroza cada noche, dos hojas de lechuga, un huevo duro y se les trataba como a tarados mentales,-con música de Julio Iglesias al fondo- y se les hacía creer que se les recompensaba de la tiránica explotación que el sistema y sus depredadores mas próximos les habían hecho en medio siglo de vida laboral. Ahora, ha llegado “el tío Paco” con la rebaja y donde había 600.000 plazas por temporada los aprendices de socialista han dejado 200.000, y a otros cientos de miles de abueletes ejerciendo de canguros gratuitos y vocacionales y sin el pasodoble hortera de después de cada cena. Y que se ría doña Ángela (Merkel) del estado de bienestar y otros motines sociales. Nuestros políticos y sus actuaciones tienen menos credibilidad que una cabra en sus genitales, mercantilizan sus frustraciones y compadrean con el supuesto bienestar de su santa madre. Y donde dice “derechos sociales” ellos ponen “mercado”, donde pone “felicidad” ellos escriben “recorte” Toda su teórica inteligencia se nutre de coyunturalidad. De historias sin final. No les ha bastado con engañar a los testigos vivos de final de varias generaciones con estancias frías en playas desiertas, con veranos en febrero ilustrados por la melaza fascitoide del: ¡Bandolero, bandolera!, sino que cuando la envergadura acomodaticia del cansado pensionista se estaba acostumbrando, vienen con la gran tijera del gran recorte, preámbulo cercano de la liquidación final. El absoluto, en estas lides ideológicas-mercantiles, es el colmo del simulacro. Te subcotizan la inteligencia, te hace creer que la felicidad es una semana barata en un hotel destartalado de una playa vacía, y apenas cambia el viento, te venden la paz, pero en tu casa. ¡Y el Julio Iglesias de las narices que no para de cantar! |