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España > Cordoba > Baena
04-10-10 17:50 #6246011
Por:xungo1995

La Hora de la verdad.
Es curioso observar cómo los individuos de una misma comunidad no son conscientes de muchos de sus propios rasgos culturales. Estos rasgos actúan como lentes a través de las que observamos el mundo y son muy pocos los que, de repente, dejan de fijarse en el mundo que les rodea para centrarse únicamente en sus propias lentes. No es fácil. Vivimos nadando como náufragos en un mar de mentiras del que apenas somos capaces de asomar la cabeza. La mayoría se ahoga en lo más profundo y aceptan todas estas mentiras como una Verdad Absoluta. Otros muchos se agitan tratando de no hundirse más y más en una lucha agónica que les lleva finalmente al agotamiento y a la resignación. Unos pocos consiguen sacar fuera la cabeza y respirar, dejando entrar en sus pulmones aire fresco y sobretodo consiguiendo una perspectiva privilegiada. Es nuestra eterna lucha entre la FE y RAZÓN. Una FE que pesa como el plomo en este océano tan particular y te arrastra hacia profundidades cada vez más oscuras. Y una RAZÓN que se convierte en una pequeña tabla de salvación que casi no es capaz de sostenernos a flote cuando nos azota una tormenta. Sin embargo, siempre ronda sobre nuestras cabezas la pregunta: ¿merece la pena luchar para mantenerse a flote?, a lo mejor es mejor dejarse hundir. Lo primero que debemos hacer es definir lo que supone hundirse en el fondo y lo que supone estar a flote . Tal vez sean 2 caras de una misma moneda de caras iguales. ¿Hacia qué mundo nos lleva aceptar las mentiras?, ¿cuál es nuestro mundo ideal? , ¿nos acercan las mentiras a ese mundo ideal?. Es curioso observar cómo ni siquiera somos capaces de ponernos de acuerdo para establecer algo tan fundamental como nuestro propio origen. ¿Somos fruto de una Creación Divina o somos consecuencia de procesos físicos y químicos? Aceptar una u otra teoría podría suponer hundirse un poco más en nuestro particular océano. Si decimos que el origen del hombre y de todo el universo está en la obra de un Dios todopoderoso podemos creerlo sin más. Si escuchamos a la Ciencia hablar sobre el origen de todo lo que existe en el Universo nos puede parecer razonable, aunque a veces muy improbable, pero al menos se basa en argumentos razonados. Pero siguiendo, a grandes rasgos, la línea argumental de la Ciencia llegamos a una conclusión sorprendente. El Hombre es como una enfermedad para el resto de la Vida. Desde el punto de la vista de la ciencia, y siguiendo el camino que va desde el origen de nuestro planeta hasta el día actual llegamos a un punto en el que pasamos de un planeta en el que no hay Vida a un planeta en el que comienzan a aparecer las primeras señales de Vida. En realidad, la Vida es un fenómeno físico-químico del mismo modo que el viento es un fenómeno físico. Habiendo 2 puntos con diferencias de presión en nuestra atmósfera se produce un desplazamiento del aire. En realidad, la Vida es algo parecido pero con muchas más variables. La aparición de la Vida en nuestro planeta supuso la concatenación de muchas condiciones y circunstancias cuya probabilidad de que ocurriesen era muy baja pero que, una vez cumplidas y ocurridas, llevaban indefectiblemente al nacimiento de la Vida. Es como cuando a alguien le toca el premio mayor en un juego de azar. Es muy improbable acertar pero una vez que aciertas el premio es seguro. Con el paso del tiempo, el fenómeno Vida sigue su curso, determinado por un conjunto enorme de variables, sufriendo un proceso de diversificación de formas extremadamente rico. Millones de formas para un mismo proceso y todas ellas con un factor en común en su más pura esencia. Todas están basadas en una pequeña molécula llamada ADN. Hablar de Vida y ADN para un Biólogo es como hablar de profetas y Dioses en cada religión. Pero ocurre que... de repente una de esas formas de Vida, un buen día, desarrolla una característica que no posee ninguna de las otras. La inteligencia. Y al usarla llega a conclusiones muy sorprendentes. En primer lugar, se atribuye un origen diferente al resto de las formas. En segundo lugar, se sitúa por encima de las demás en un orden jerárquico que ella misma ha creado. Como consecuencia de las 2 anteriores, se atribuye el derecho a explotar las demás según su propia conveniencia. Y finalmente, se atribuye el derecho a explotarse a sí misma. Creo que ya sabemos que esta forma de vida tan peculiar es nuestra propia especie, el Homo Sapien Sapien. El Hombre. El Hombre se multiplica como consecuencia de su exitoso modelo de supervivencia. Se extiende por todo el mundo gracias a los beneficios que consigue de la explotación de las otras formas de vida y de los recursos que están disponibles en la naturaleza. El problema surge cuando la intensidad de la explotación de la naturaleza depende no sólo del número de individuos de esta especie, que es un dato objetivo y mensurable, sino que además también depende de la avaricia y egoísmo de los mismos, características únicas en esta forma de vida y que llegaron a la misma de la mano de la capacidad de razonar. Claro está, la codicia nos lleva a un nivel de explotación de la naturaleza muy superior que el nivel de explotación de supervivencia. Como consecuencia de esto último llegamos a una situación en la que todo el fenómeno Vida es víctima de la expansión ilimitada de una de sus formas. Como un cáncer dentro de un cuerpo. Poniendo en peligro la continuidad del fenómeno Vida. Y ahora es cuando cobra especial importancia el hecho de aceptar una verdad como una mentira o una mentira como una verdad. Ahora es cuando nos enfrentamos a la decisión de hundirnos cada vez más en nuestro océano o de mantenernos a flote. Ahora es el momento en que el aceptar una mentira como verdad, a través de un acto de FE, explicaría hasta que punto no hay por qué detener el cáncer. O tal vez sea el momento de establecer un único criterio universal. Iniciar un proceso de concienciación a nivel mundial y poder así combatir todos los vicios que hemos ido acumulando con el paso de los cientos de años. El momento de inocular el antídoto contra el cáncer y conseguir a partir de ese momento volver a formar parte del fenómeno Vida del que una vez nos separamos, para mal. Pero está en nuestra naturaleza incorporar males y hacerlos parte de nuestra esencia. Explotamos, esclavizamos, sometemos, violamos, agredimos, invadimos, destruimos y un largo etc, por sistema. “Homo homini lupus” (el Hombre es un lobo para el Hombre) nos dijo Thomas Hobbes. No podemos negar que, aún hoy en día, la historia del hombre está escrita con sangre. El hombre, en cualquier época de su historia, siempre ha sometido al hombre. Incluso en la actualidad. Todos conocemos las auténticas barbaridades que se han cometido en virtud de ideologías económicas, políticas o religiosas. Todos conocemos las consecuencias que nuestros modelos de crecimiento económico están teniendo sobre el clima global del planeta. Para colmo creamos organismos y normas mundiales que tratan de limitar nuestros peores instintos. Creamos la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y con el paso del tiempo y tras varios conflictos bélicos , nos damos cuenta de que se escribió sobre papel mojado. Es como si jugamos una partida de ajedrez contra nosotros mismos y además hacemos trampas. Si no somos capaces de respetar a nuestro semejantes ¿cómo podremos respetar todo lo demás? Está comprobado que hasta el día de hoy nada ha tenido la suficiente fuerza como para hacer entender al Hombre que hay ciertas cosas que nunca se deberían aceptar. Hasta el día de hoy hemos sacado a relucir nuestros peores instintos sin ningún tipo de pudor. Hemos construido un sistema de supervivencia y convivencia mundial que incorpora importantes vicios. Sus pilares son tan fuertes que ni siquiera su propio creador podría destruir. Pero no hay construcción del hombre que las fuerzas de la naturaleza no puedan destruir. En general, cuando se desatan las fuerzas de la naturaleza no podemos escondernos detrás de ningún organismo internacional, ningún país, ninguna idea política, económica o religiosa. Si mañana la comunidad de científicos de todo el mundo llegan, después de realizar todas las mediciones, cálculos y estimaciones necesarias, a la conclusión de que en unas 237 horas un asteroide del tamaño de la luna fuera a impactar de lleno contra nuestro planeta, dará igual que seas de un país o de otro, dará igual tu ideología, dará igual tu nivel de renta y riquezas, dará igual lo inteligente que eres, de hecho tu inteligencia te será igual de útil que la velocidad para el guepardo o la fuerza para el elefante. Este es el único momento en el que realmente entenderemos la diferencia entre aquella Mentira y aquella Verdad para luego desaparecer para siempre. 200 horas después del impacto no es que ya no existiremos, sino que será como si nunca hubiéramos existido. Pero, ¿podríamos llegar a ver con claridad sin necesidad de desaparecer?, ¿Podríamos crear las condiciones adecuadas para provocar este cambio en las mentes de los Hombres? La respuesta es: tal vez.
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04-10-10 18:13 #6246181 -> 6246011
Por:Rafa1970

RE: La Hora de la verdad.
Pasmado Pasmado Pasmado Pasmado Pasmado Pasmado Pasmado Pasmado



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