Baena - Cordoba

Miguel se despertó temprano, cómo solía en los dos últimos años, no eran ni las siete, pero la ansiedad lo atenazaba tan fuerte que ni con la ayuda del Valium que tomaba cada noche conseguía dormir del tirón...además aquello no era dormir, era un duermevela de pesadillas y nostalgias, de dolores y rabia...se levantó procurando no despertar a su mujer, no tanto por mimar su descanso cómo por evitar tenerla enfrente en la mesa de la cocina desde tan temprano...su tensión nerviosa no se lo podía permitir...

había llegado a un extremo en que ya no soportaba ni que le preguntara por la última entrevista de trabajo que consiguió...con la gente, familiares y demás tocapelotas malvados no tenía problema, hacía tiempo que ya puso la mentira-muro mediante un trabajo inventado y algunos proyectos mas o menos creíbles realizables a medio plazo...pero con ella no era posible...ni con ella ni con su madre...ese sabueso malencarado y reivindicante...su hija trabajaba, se partía el lomo, tiraba del carro y de los niños.... y él no...no sentía vergüenza???

Lo cierto es que en su fuero interno, aquella mañana de marzo hacía dos años, cuando su jefe le comunicó aquello de la cuenta de resultados, del recorte de gasto, la crisis y la insoportable "prescimbilidad" del ser, Miguel ya supo que era su fín...no el fin de aquel trabajo, ni el fin de la MasterCard depositada con indolencia sobre el mantel de un tres tenedores, justo al lado del gin-tonic...no...era el FIN, de todo lo vivido, soñado o proyectado....supo entonces que tendría que reinventarse...y tuvo la certeza del imposible clavada en sus costillas.

Terminó de escupir café la vieja cafetera y se sentó medio a oscuras con el primer cigarro en la mano, la ventana de la cocina abierta a un siniestro patio de luces le llevaba toses y cisternas funcionando a los oídos...la ansiedad hizo que le temblara ligeramente la mano que sostenía la taza...no conseguía sacudirse la maldita sensación...oyó ruído en el dormitorio de los niños y fue a ver...los tres dormían el resto de noche que apenas les quedaba...contempló sus rostros y un impulso le hizo acercarse a dejar un beso callado en la frente de cada uno, mientras sentía que una sacudida de emoción le arrasaba la garganta y le inundaba de lágrimas los ojos...contuvo el llanto y salió fuera...dentro de poco su madre les despertaría...pero él ya no estaría allí...ya se habría vestido y salido por la puerta a buscar la nada...pero mejor eso que la humillación y la vergüenza de verles mirándole, ellos vestidos, ella vestida y él en pijama....los primeros meses lo pudo soportar, después ya no, nunca más...

El cielo era muy gris, el aire frío, cómo un autómata, Miguel salió del portal, y enfrentó otro día de culpa. incomprensión y huida...muy cerca de él, en la Carrera de San Jerónimo, alguien hablaba contundente a los medios de comunicación sobre recuperación, déficit, Alemania, rutas, y destinos...un Quo Vadis en formato de plasma y asfixia...