Baena - Cordoba

A poco que uno lea la prensa, sea o no católica, habrá visto que la Iglesia, a instancias de Benedicto XVI, celebraba el Año de la Fe en cuyos actos estaban llamados a participar todos sus fieles… La fe (o la laica confianza) es algo fundamental en las relaciones interpersonales y en las creencias (religiosas o no) que cada uno se plantee. Los misterios de todas las religiones se plantean como una cuestión de Fe y en su versión más desacralizada, la confianza de los mercados es el único resorte capaz de salvar la economía de un país. Sin embargo, cuando no existe dicha capacidad en cualquiera de sus versiones todo se hunde. Le ocurrió (así al menos lo narran los Evangelios) a Pedro en el lago de Galilea y así ocurre hoy día cuando la desconfianza hacia una economía nacional hace que la prima de riesgo alcance unas cotas de interés difícilmente asumibles por ningún Gobierno.

“Fe ciega en el triunfo” fue una frase muchas veces repetida por generales que ganaron batallas a lo largo de la historia, y la confianza en conseguir un reto lleva a superar dificultades incluso a niños que presentan discapacidades contra las que los fármacos no pueden hacer nada. Como decía el escritor ruso León Tolstoi: “No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo.”

Resulta evidente que esa Fe, esa creencia en algo, esa confianza a la que antes he aludido resulta beneficiosa para el desarrollo social y humano. Sin embargo, la realidad que nos rodea parece destruir por completo los valores referidos. ¿Cómo se puede tener confianza en una clase política salpicada en todos los partidos por casos de corrupción? ¿qué seriedad puede inspirar a un inversor un país donde el que fuera presidente de la patronal acaba imputado por levantamiento de bienes y estafa? ¿cómo pueden esperarse soluciones de gobiernos que desde los famosos “brotes verdes” hasta hoy están diciendo que vamos a ver resultados en el siguiente trimestre? Nadie confía ya en la palabra de un político. Sus lamentos son tan inapropiados como los de la alcaldesa Botella cuando después de la tragedia del Madrid Arena se vuelve a marchar a su “spá” portugués, o tan desvergonzados como los del alcalde de Málaga que tras la muerte de un niño de 6 años atropellado por una carroza, acierta a decir que “son cosas que lamentablemente pasan” mientras ordena que siga la Cabalgata… (posiblemente su pensamiento estaría tan ocupado con su ansiada candidatura a las elecciones andaluzas que no llegó a comprender bien el alcance de tan luctuoso suceso).

Las instituciones civiles han visto mermada su credibilidad como nunca antes había ocurrido. La figura del monarca cada vez se hace menos necesaria aunque pronuncie su discurso sentado en el borde de una mesa. No se espera justicia de unos jueces que ordenan desahucios contra los más indefensos a la vez que proponen el indulto a banqueros o simplemente no actúan contra quienes han gestionado entidades que han venido a la quiebra necesitando del dinero público para ser reflotadas. Los sindicatos se han convertido en meras comparsas que organizan huelgas “a la carta” según el color político del partido en el Gobierno, mientras sus líderes son pillados “in fraganti” luciendo costosos relojes o dando buena cuenta del marisco gallego.

La verdad es que ya cuesta trabajo encontrar a alguien que tenga confianza en algo… Pero, perdonen que me haya desviado… estaba hablando de que éste era el Año de la Fe…Cuando todo lo humano se desvanece, el hombre, por naturaleza, tiende a pensar en algo que no falle, algo que vaya más allá de las decepciones y miserias que le rodean. Se puede esperar en estos casos que aparezcan quienes son capaces de darlo todo sin pedir nada a cambio. Quienes son un ejemplo de valentía y honestidad. Quienes no tienen miedo de denunciar las injusticias, rechazando tender la mano al tirano… Se puede esperar que aparezcan hombres de Fe, personas que por vocación han decidido renunciar a todas las comodidades que podrían tener para entregarse al servicio a los demás. En nuestro entorno más inmediato, muchas veces se tendía a asimilar ese tipo de personas con las que consagraron su vida a Cristo… Ahí es, precisamente, donde yo quería llegar.

Resulta paradójico encontrar numerosísimas personas, también en nuestra localidad, por supuesto, que te argumentan aquello de “Creo en Dios, pero no en la Iglesia” o “Yo creo en Jesús pero no en los curas”… ¿Cómo puede ser eso así? ¿Qué es lo que ha ocurrido para que sean tantos los que renieguen de los que, al menos en teoría, por vocación les tendrían que ayudar?... La respuesta es bien simple. No dan ejemplo. No son el modelo a imitar y sus actuaciones difieren bastante de lo que predican.

Lamentablemente, hemos vuelto a apreciar una puesta en escena para la Cabalgata de Reyes que dista mucho de lo que se debería fomentar por parte de un sacerdote. Lujo, boato y ostentación desmesurada no son los valores más idóneos para acercar a nadie al Evangelio de Jesús. No lo han sido nunca, pero mucho menos en la situación tan lastimosa que se vive en la población, donde a la ya de por sí complicadísima situación económica ha habido que añadirle la paupérrima cosecha de aceituna que apenas ha permitido unos pocos jornales a quienes ni siquiera disponen ya de una prestación social. ¿Creen ustedes, organizadores de tan magno evento, que pueden “encender la ilusión” de esas personas vistiéndose de libreas venecianos?... Les rogaría no intentasen escamotear el verdadero coste que ha supuesto porque cada vez es mayor el número de ciudadanos que lo sabe y desaprueba. Ha sido un verdadero derroche y ustedes deberían ser conscientes. Un derroche que se ha llevado a cabo con dinero público y que en estas circunstancias no admite justificación alguna. Pero, sobre todo, lo que no se puede permitir es esa falta de humildad en la escenificación de la Adoración a un Niño que nació pobre en un pesebre… Que aparezca un sacerdote como responsable de la organización de un evento que en estos años de crisis incluye limusinas, lujosos coches de época, descapotables y todo un derroche de elementos decorativos y trajes de fantasía es, cuando menos, un despropósito que le hace un flaco favor a la Iglesia porque, aunque hubiera salido gratis, que no lo ha sido ni mucho menos, las situaciones de extrema necesidad que se están viviendo en nuestro municipio, al igual que en el resto de la Nación, no se compensan con tan desafortunado dispendio en disfraces y brillantina que, dicho sea de paso, poco tienen que ver con la recreación histórica o con el sentido religioso de un acto que tiene como principal protagonista (al menos eso creo) a Dios, encarnado en la inocencia de un Niño al que los pastores, en su humildad, no le hicieron coreografías, ni se hicieron acompañar por juegos de luces ni cañones de nieve. Les bastó tan sólo su corazón, eso sí, humilde y despojado de vanaglorias humanas.

Tengan por seguro que, si no cambian su proceder, si no abandonan esa equivocada línea que alguno pretende justificar (para mayor escarnio) con la “ilusión” de los niños, será ésta su última Cabalgata. Sé perfectamente cuando la conciencia de este pueblo llega a su límite y ayer lo hizo en ese cúmulo de lujos innecesarios que siempre caracterizan los eventos organizados por determinadas personas… Ustedes, que creen hacer el bien, terminan lastrando la labor eficiente y callada de la verdadera Iglesia. Sin embargo, aunque los equivocados comportamientos alejen a muchos, sigo pensando que esto pasará, mucho antes incluso de lo que ustedes mismos creen. Mientras tanto, quisiera lanzar un mensaje de esperanza y hacer propias las palabras de Gandhi: “No debemos perder la fe en la humanidad que es como el océano: no se ensucia porque algunas de sus gotas estén sucias”.

como no fui a esa cabalgata no sé cuanto de lujosa fue.

como no cuelguen fotos o algo



la fé, cómo no hagamos un ejercicio de desenbilización a nivel personal. No sé cómo están los demás, pero yo me siento abandonada. Y no puedo bien trasladar porque estoy muy aislada socialmente. pero si hay más gente como yo hay un problema severo. el ser humano es muy social. lidio en un tira afloja a nivel emocional y estoy abandonada a mi suerte porque a nadie le importa que viva o muera y parece que no hay constancia de mi existencia y como puedes elaborar la justificación de no existencia. eso es todo.

Coincido con usted,Señor Zambudio.
Esta cabalgata vanagloria mas a lo mundano y sobre todo, a ciertos personajes locales, que al hijo del carpintero.
Como se comenta en otros posts, a veces se olvida el autentico significado del Libro, y la responsabilidad que se le supone al uso de un alzacuellos: estar con el pobre, la injusticia, la modestia, la caridad y el autentico ser del cristiano.
Y ya puestos, para hacer un punto mas crítico, la puntilla que supuso el otro dia la sustitucion de los versátiles camellos por toda una lujosa limousina como transporte de los magos de oriente me hizo sentir verguenza ajena, en estos tiempos crueles en los que vivimos.

las tradiciones son las tradiciones...limusina

en realidad, los reyes magos permiten soñar
y eso podría justificar cierto despilfarro

pero lo de la limusina si es cierto, desentonaría. anda ya!!! suban fotos

La fe,a mi juicio,es un profundo sentimiento de confianza en el ser humano,no creo posible la creencia en un ser superior sin poseer la anterior.La divinidad es difícil de aprehender por la mente humana y por ello es a través de la implicación en la vida de los demás el único camino para podernos elevar.
Lo anterior,que es la expresión de un creyente,es extensible a las relaciones sociales,al mismo fundamento de la cohesión.La fe,la confianza en los demás,en los dirigentes,en las instituciones...,es imprescindible para la existencia de la sociedad.De ahí el tremendo daño que ocasiona la falta de ejemplo;en esta ocasión el contraste entre la dificultad y el boato.Posiblemente la reducción del gasto no hubiese generado recursos elevados,mas si hubiese mostrado,la sencillez,la solidaridad con quienes están sufriendo;y la calidez de esa solidaridad hubiese sido un bello regalo de Reyes.
Magnífico escrito zambudio.

joé

que levanten la mano los que crean en Dios

qué fé.

pero hay gente que tiene fé pudiera ser, también hay gente que se grapa el cuerpo y se hace tatus y asalta gasolineras

una realidad tan tan ajena...

la Fé.

Callejeros: La fé.

así de ajena me resulta.

no es de ahora
en el instituto di ética para evitar la religión que me obligaron en el colegio, no me quedo otra

aun así cuando hay tormenta cruzó los dedos fuertes. A veces pido ayuda a Dios. Pero objetivamente no creo en Dios
No obstante si tengo miedo cruzo los dedos y a veces digo dios haz esto o lo otro.
Cuando tenía 18 años me tome dos cajas de pastillas para morirme y para hacerlo tuve que estar convencida de que dios no existía. pensé no existe más que esto y no volveré a despertar. no hay más vida que esta y dios no existe. así es como pude hacerlo.

y despertar me creó una sensación de inmortalidad
y aunque mi mejor amigo es médico y me dice que si hago esto o lo otro moriré yo nunca terminó de creerlo, porque eso me creó la sensación de que soy inmortal
y luego lo de la incineración y que deseen la incineración por haber visto muertos yo tampoco quiero. tampoco me cuadra.

Año de la Fe. No lo veo yo muy completo, creo que falta algo. Dado los tiempos que corren, bien debería llamarse: Año de la Fe, de la Caridad-Solidaridad y de las Buenas Obras, porque se puede tener mucha fe pero si no va acompañada de la caridad y solidaridad es una fe muerta: “si tuviera una fe tan grande que traspasase montañas y no fuese acompañada de la caridad y buenas obras es una fe muerta.”
Lamentablemente los hay que la virtud de la caridad y solidaridad la ponen en un lugar muy secundario. Lo realmente importante para esta clase de “cristianos” es elevar todo a la categoría de lujoso espectáculo. No han visto que el camino de Belén no tiene nada que ver con un fastuoso desfile, exhibición en limusina y representación final de luz y sonido, obviando estos malos tiempos y las muchas necesidades que un gran número de familias están padeciendo.
Si no se tiene conciencia de los tiempos que corren. Al menos, tan señalado día para los niños, se excluya la tacañería en la adquisición de juguetes: cuatro pelotas de plástico y cuatro estuches, repartidos, me dio la impresión, a través de asignación directa a los amiguetes que se encontraban presenciando el desfile, mientras niños, allí presentes, con lágrimas en los ojos veían que a ellos no les llegaba ningún balón, estuche ni alguna otra cosilla más.

Jejejeje...ya me dijeron que ese cura ni es santo ni es devtu devocion,zambudio...no le conozco..en realidad en toda mi vida solo hable con dos...d.marcelino..y un dominico de granada...la verdad objetiva es que tiene cara de onanista
.yo no vi la cabalgata...pero a quien espanta la ostentacion de la curia...han estado en el vaticano????