me dedico esta poesia a mi mismo Quiero dedicar este poema a todos los cornudos que en el mundo han sido, puesto que les sucede lo que a las meigas: existir no existen, pero haberlas las hay. En los asuntos de amores, que son cosa complicada, es mejor no decir nada y olvidarse de rumores. Pues, ya desde los albores, suele en el pueblo la gente hablar de la ajena frente con vocablos poco tiernos para colocar los cuernos, sin prudencia, de repente. Y, aunque más fácil callar suele ser que hablarlo todo, se entretienen de ese modo, sin poderlo remediar. Y no les gusta explicar lo que sucede realmente: hablar de la ajena frente con vocablos poco tiernos para colocar los cuernos, sin prudencia, de repente. Y, si al cabo, se murmura sobre tanta cornamenta que al más ocioso alimenta y al más deprimido apura, no bastará en la espesura al ciervo junto a la fuente, hablar de la ajena frente con vocablos poco tiernos para colocar los cuernos, sin prudencia, de repente |