Tomelloso - Ciudad Real

Soy una persona amante de todo tipo de viajes, desde el típico "mochileo", de las rutas gastronómicas, culturales o por lugares llenos de naturaleza. Ya había viajado a La Mancha, a la zona de Ciudad Real, Albacete o Almagro, y hace una semana me encontraba en Tomelloso, la ciudad más grande justo en el centro de La Mancha. Yo, siendo del norte, en concreto de Euskadi, me impresionó. Pasé algo más de una semana visitando su increible comarca. Esta comarca integra Tomelloso, Argamasilla de Alba y Ruidera, conectada por carreteras nacionales, dos autovías y buenas líneas de autobús. Durante el tiempo que estuve allí me alojé en el Hotel Paloma, en pleno centro. Tomelloso es una ciudad que se dedica, en gran parte, al sector primaria, a la industria agroalimentaria, al sector servicios y a la siderurgia. Un casco antiguo precioso, lleno de casas de una o dos alturas típicas de principios de siglo y con una arquitectura singular, una mezcla entre el mundo andaluz y el más castizo arte manchego. Lo que me sorprendió fue la extensión del municipio y lleno de calles con arboledas y parques por todos sitios, algo que agradecer. Un sitio muy ajetreado por el día y muy tranquilo por la noche, a excepción de las zonas de fiesta y jolgorio. Los paseos, las afueras y las calles muy limpias, todo muy presentable y sin malos olores, algo que se agradece cuando viajas a pueblos o ciudades que no se preocupan del turismo y de sus propios vecinos con respecto a los alcantarillados. La gente muy hospitalaria y con los turistas como eramos las dos parejas que visitamos la localidad. Para oferta turística tiene la Posada de los Portales, el Museo del Carro, la Bodega Virgen de las Viñas, las cientos de cuevas que hay en el subsuelo, las chimeneas de alcoholeras, el Museo Antonio López Torres, El Santuario de Pinilla dedicado a la Virgen de las Viñas o el Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena. Allí hay vino para aburrir, un gran productor de alcohol y vino, pero también de queso y melones, por lo que pudimos disfrutar de su gastronomía. Justo nos pillaron las Fiestas de uno de sus barrios, el Barrio del Carmen, muy tradicional y lleno de gente, pudiendo ver al gracioso Todo de fuego correteando por ahi. Mis hijas pudieron ir a una fiesta que hacían esa misma noche justo al lado de una Fiesta de los colores de tradición india, por lo que no faltan actividades para todas las edades. Visitamos uno de los muchos viñedos que había por ahí y por lo que nos informaron unos vecinos encantadores, esta ciudad se encuentra en constante cambio, construcción de polígonos por aquí y por allá, importante comercio agroalimentario, una de las pocas ciudades de España, por lo que me dijeron en la que nacen más niños que gente muere, algo raro de encontrar en la España de estos años.

Tras visitar la ciudad en un par de días nos desplazábamos todos los días desde allí a Argamasilla de Alba, donde comimos comida tradicional manchega y pudimos visitar su centro y la famosa Casa de Medrano donde Cervantes escribió el Quijote, además de su arquitectura típica manchega. Ya en las Lagunas de Ruidera, pudimos bañarnos y disfrutar de las vistas y del gran turismo que hay por allí. Fácil de llegar a ambos sitios por carretera.

Entre mis notas, a Tomelloso y comarca (Argamasilla y Ruidera) le pongo un 9/10.

Quien vaya, se quedará asombrado con lo bonito que es el AYuntamiento, alto, blanco y resplandeciente con el incisivo sol manchego.