escapando del infierno EESCAPANDO DEL INFIERNO JOSE HERRERA RAMIRZ ATEJ MANZANARES ________________________________________ En eso me encuentro. Escapando del maldito infierno donde me he metido. No tengo ni idea como puede ser el infierno, pero estoy seguro que la ludopatía se asemeja. El juego nos gobierna, no nos deja hacer lo que queremos, lo que nos gusta. Nos hace sentir mal, muy mal. Nos hace perder todo. Familia, amigos, trabajo, confianza, dinero, autoestima, tranquilidad. Nos absorbe y hace que nuestra cabeza sólo piense en ello. En jugar. Y cuando el maldito juego nos ha dejado sin un euro, llega el momento de obsesionarse en como arreglarlo. Y no hay manera. Pero nuestra maltrecha y enferma cabeza encuentra una genial forma. Volver a jugar con lo necesario para comer, o con el dinero que tenía para comprar los pañales al hijo, o robando a los más cercanos, para "hacerles un poco más llevadera" nuestra enfermedad. Y volvemos al juego pensando ahora si. Y no nos damos cuenta que siempre es no. Siempre es no. Y aunque algún día toque por mera casualidad, rápido recaudaremos para volver a invertirlo en lo que más nos gusta, el juego. Nos gusta más que estar con nuestra familia. O más que quedar a cenar y a echar unas risas con nuestros amigos. Y más que practicar algún deporte. Y mucho más que ver crecer a nuestros hijos. Nos divierte pasar horas y horas viendo como giran unas figuritas, esperando que la combinación perfecta nos haga recuperar el 20% de lo jugado. Y es muy divertido ver girar una bolita en la rueda de numeritos. O más divertido aún, pasarnos 10 horas esperando que la maldita chica diga nuestros numeritos. Y siempre salimos contentos de nuestra ración de juego, porque es muy divertido. Lo mejor que existe. Merece la pena arruinarse personal y monetariamente por el juego. Esa es la soledad del jugador patológico. Somos personas que nos despertamos en mitad de la noche porque soñábamos con la combinación, o que escuchamos por todos lados la voz de la chica de las bolas o la musiquita y frases amenas de las tragaperras. Pero estamos a tiempo. Dejemos al diablo en su infierno y escapemos. Escapemos a una vida feliz, de sonrisa, de amistad, de cariño, de amor, de sinceridad. Una vida en la que podamos sentirnos bien y demostrar lo personas que somos. Personas que dirigen su vida, que hacen lo que quieren y lo que les gusta, que son felices al ver sonreír a su pareja y a |