8 DE JULIO, HACE 30 AÑOS. Hace 30 años el joven Germán Rodríguez caía asesinado el 8 de julio de 1978 en las cercanías de la plaza de toros de Pamplona. Al finalizar la corrida sanferminera, se desplegó una pancarta “AMNISTÍA TOTAL PRESOAK KALERA. SANFERMIN SIN PRESOS” en los tendidos de la plaza y, amparándose en esa excusa (“politizan la fiesta”, dijeron), una compañía de policías “antidisturbios” entró en el ruedo. Más sangre pero esta vez por culpa de sus pistolas. Cargaron contra los ciudadanos que se disponían a salir del tendido, disparando a discreción y arrollando a cualquiera que se les pusiese por delante. Los asistentes se refugiaron de nuevo en las gradas y desde allí se defendieron como pudieron lanzando botellas y almohadillas hasta que las “Fuerzas de Seguridad del Estado” tuvieron que retirarse. Cerca de las diez de la noche en los enfrentamientos que se desarrollaban a escasos metros de la Plaza de Toros, una bala asesina alcanzaba a Germán Rodríguez en la cabeza lo que provocaba su muerte. Era un honrado militante Comunista. Los enfrentamientos con las fuerzas policiales prosiguieron. Alrededor de cien ciudadanos fueron heridos, diez de ellos de bala. Los sanfermines se suspendieron. Nunca se ha sabido quién dio la orden de entrar en la plaza a balazo sucio ni, desde luego, qué policía mató a Germán Rodríguez. Se inició una investigación que nunca aclaró nada, más oscuridad y olvido. Nadie fue castigado ni destituido, ni los mandos policiales ni el gobernador civil de la provincia. El asesinato de Germán Rodríguez sigue siendo todavía un crimen impune que no es considerado, como parece preceptivo, un acto de terrorismo de Estado. No hay en este caso ninguna víctima del terrorismo. El ministro del interior, el entonces dirigente político de la UCD, antiguo gobernador civil franquista de amplio, temible y viejo curriculum, era entonces el señor Martín Villa, el mismo ciudadano que años después dirigió una corporación eléctrica multinacional que entró igualmente a balazo limpio en territorios chilenos. El señor Martín Villa, jamás pidió disculpas por lo sucedido. Ni pensó en ello seguramente. Entraron, dispararon, asesinaron. Sin perdón, sin piedad, a sangre fría. Todo está por hacer y, desde luego, todo es posible. Salud para todos. Consuelo
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