Gracias Zapatero, por ser el mejor presidente en la historia de España Al poco de llegar al gobierno cumpliste con el programa y ordenaste la salida de las tropas españolas de Irak, ese lugar dónde las fuerzas del bien patrocinadas por Blair, Bush y Aznar, dejaron más de medio millón de muertos sin saber para qué ni por qué. Pusiste en marcha leyes y decisiones valientes y que marcarán la historia de la democracia española, durante tu gobierno las pensiones mínimas y los sueldos de los funcionarios de la Administración Central, la de su competencia, subieron como nunca antes lo habían hecho. Pusiste en marcha la ley que posibilitaba el matrimonio, la adopción, la herencia y el derecho a pensión entre personas del mismo sexo, todo ello con la oposición brutal de la Iglesia católica y del Partido Popular, quién todavía la tiene recurrida ante el Tribunal Constitucional pese a suponer una mejora indudable en la vida de cientos de miles de ciudadanos. Emprendiste la puesta en marcha de la conocida como Ley de Dependencias, una norma de la que carecíamos y que aspiraba a facilitar la vida de más de un millón de personas dependientes que vivían en condiciones próximas a la miseria más absoluta. También en ese caso, las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular hicieron todo lo imposible para que una medida de un matiz tan marxista como esa no se llevara a cabo: Para muestra, basta comprobar su aplicación en Madrid y Valencia. También salió de tu gobierno la ley de igualdad de géneros que quería colocar a la mujer en el lugar que le corresponde en un país medianamente civilizado, criticada y ridiculizada por la derecha española hasta extremos incomprensibles. También hiciste posible con tus gobiernos, la ley del aborto y la venta de la píldora poscoital que tanto sufrimiento han ahorrado al dejar en manos de los directamente afectados la decisión de ser o no ser padres. La televisión pública sin publicidad y con más libertad de la que nunca gozaron quienes en ella trabajan, fue otro logro que pronto veremos desaparecer cuando los Buruaga, Dávila, Dragó y los maestros de Intereconomía se cuelen en nuestros domicilios como el virus de la gripe. Y la indolencia de la mayoría de los ciudadanos hizo naufragar la ley de Memoria Histórica, que pretendía hacer justicia a quienes defendieron la democracia española de la barbarie fascista y todavía yacen en las cunetas de las carreteras. No pudo ser, te falto otro mandato y te sobraron palos en las ruedas puestos por los peperos, para terminar el proceso autonómico del Estatuto de Catalunya, arreglar el desvarío inmobiliario, el control a la banca en su locura crediticia, la quita de subvención a colegios concertados clericales. Pero bueno, todo eso ya es historia y ahora sino evitamos que manden los fascistas del PP, apretémonos los machos. En las comunidades autónomas gobernadas por ese partido, más del sesenta por ciento de los niños van a colegios de curas pagados con dinero público, los casos de corrupción se cuentan por miles aunque la Justicia sea ciega, se potencia la sanidad privada, la exclusión social, el sexismo, el racismo y la caridad como máxima expresión de la política social. La incultura inducida, la chulería, el servilismo, el encumbramiento de lameojales, la indefensión del trabajador, la persecución de los sindicatos y de cualquiera que disienta de lo dicho por la oficialidad, son monedas de cambio que están rebajando al ciudadano a la categoría de súbdito. Si además del poder autonómico, eclesial, judicial y económico, el pueblo da el poder central a los herederos de Franco, veremos, en brevísimo plazo, la desaparición de la ley del aborto, la liquidación de la ley de matrimonios homosexuales, la disminución drástica del subsidio de paro (anunciada ya por Rajoy en Buenos Aires), el desguace de la sanidad pública en su totalidad, la merma de nuestras pensiones, la venta de buena parte del patrimonio del Estado, el empobrecimiento de la escuela pública para mayor gloria de la confesional concertada, el despido de miles y miles de trabajadores públicos en todos los sectores menos en aquellos que se encarguen de mantener el orden, el regreso a la beatería más rancia y el empobrecimiento general de un país. No se trata de exagerar, ni de decir que viene el lobo. No, el lobo ya está aquí, sólo le falta el refrendo del 20 de noviembre. No da todo igual. Hay muchas opciones dónde elegir, pero votar al amo, al que te va a exprimir hasta dejarte exhausto, nunca ha sido cosa de buen juicio. Gracias Pedro L. |