Puebla del Príncipe - Ciudad Real

Reconozco dentro de mis vicios, el de leer, lo leo todo, hasta la publicidad del Carrefour, hasta el “Atalaya” de los testigos de Jehová, y hasta los mensajes de mal gusto, hirientes y groseros de aquella que es capaz de contar intimidades y confianzas quebradas.
El otro día el “ Día del Libro” la gente que me conoce, me regaló un libro “De Diosas, brujas, y sabias” de Noe Costas, y mi pareja, lo acompaño de una rosa.
Es verdad que la lectura enseña, pero también enseña cosas erradas o perjudiciales, libera, pero también ata a prejuicios y sinsentidos. La lectura entretiene, pero es más entretenido el sexo, una buena cena, un buen vino a quien le guste y si se tercia cualquier sustancia de esas que te trasladan a paraísos artificiales, durante unas horas.
La lectura informa, pero también manipula, hace pensar, pero, ¿realmente alguien hoy en día quiere pensar? La lectura puede cambiar el mundo, pero hoy casi nos conformaríamos con conservarlo ¿o no?.
Entonces, ¿para qué leer?

Pues yo os lo digo, si se leyese, ciertas actitudes rematadamente venenosas de las que ha hecho gala la maléfica de la isla, no acontecerían. Lee cariño (desde cuando tanto amor?), relájate de esa vida tan ajetreada, de niños, marido y gallinas y lee, entonces descubrirás: una flor de retama agarrada a la falda del Etna, una niña que quiere tocar el violín y acaba trabajando de cajera en unos almacenes, un pirata con una pata de palo (me acuerdo de ti Txeta) y un loro posado en el hombro; o una mañana de mayo en que un viejo lama llega a la ciudad de Lahore.
Lee cariño (desde cuando tanto amor?) a parte de cultivar tus tomatitos, y tus patatitas, cultiva también la mente, te HACE FALTA, de verdad.
Te invito a leer Leopardi o a Carson McCullers o a Stevenson o a Kipling y embargarte de la certidumbre maravillosa de haber llegado a alguna parte, aunque no sepas a dónde, y de haber resuelto alguna adivinanza, aunque no sepas cuál. Pero cuidadín cariño (desde cuando tanto amor?) que leer puede ser peligroso; empezar es azaroso, imprevisible, incoercible; terminar es imposible.

Hay un cuentecito en el que un sabio oriental trata de concentrar toda la sabiduría humana en una página, luego en una frase, por fin en una palabra; y acaba por sumirse en el silencio e imponer silencio a todo el mundo. Hay escritores incluso en foros de pueblos que sueñan con escribir el último mensaje, el mensaje definitivo, el mensaje del cual ya no habrá que leer más mensajes.
Si no tienes tiempo para la lectura, ya que estas tan ocupada con tus

Me remito otra vez a una frase de Estibaliz, la madre de mi pareja Irene:
“Tenemos tiempo para ir a Australia, pero no para llegar hasta la cocina o hasta la casa de enfrente; tenemos tiempo para fotografiar un millón de veces las Pirámides, pero no para levantar en la playa un castillo de arena; tenemos tiempo para dar la vuelta al mundo en una pantalla, pero no para pelar una patata. Tenemos, claro, ese minuto que basta para la destrucción de un mundo, pero ya no los siete días que hacen falta para crear uno. Tenemos tiempo, en fin, para la digestión y para la televisión, pero no para la duración”.

Enorme siempre Estibaliz, allá donde estés.

Salud para todos, y por favor un poco de ocio.

Consuelo.