Puebla del Príncipe - Ciudad Real

E aquellos años los frigoríficos mas que una necesidad eran un articulo de lujo y en el pueblo imagino que habría muy pocos, en mi casa por supuesto que no teníamos. Mi madre guardaba los comestibles un una “alacena” (pequeña habitación debajo de la escalera que subía a la cámara) allí junto a chorizos, legumbres, pan, pimientos…….estaba lo que mas me gustaba, la Leche Condensada “la Lechera”. En un bote de “Hojalata” redondo al cual se le hacían dos agujeros en la parte superior, uno mas pequeño para que pudiese entrar el aire mientras salía la crema por el otro, se encontraba mi golosina favorita, cada vez que pasaba por la puerta de la alacena y sin que nadie me viese, le daba al bote un tremendo chupetón, dejando a continuación que la leche condensada se fundiera en mi boca disfrutando de su magnifico sabor, os puedo asegurar que hacia varias visitas a la alacena todos los días.

Aquel día fue uno de los pocos en los que hice novillos y no fui a la escuela.
El “Tío Pataconero” acababa de llegar al pueblo, se bajó de la “Viajera” con su fardo de telas y se disponía ha hacer su recorrido. Este hombre era de Villamanrique y un día por semana vendía telas y retales a las mujeres del pueblo, tenia un carrillo de mano hecho con dos ruedas de bicicleta, en el cual llevaba su mercancía, se hacia acompañar de un niño que tiraba del carro mientras el llamaba a las mujeres casa por casa, siempre era Agustín el niño que tiraba del carro, pero aquella mañana no estaba esperándole en la parada de la “Viajera”
Yo pasaba por allí en ese momento, me dirigía como todos los días a la escuela y el hombre me llamó. – Oye chaval ven un momento, mira Agustín esta malo y no me puede ayudar, ¿Quieres tu ayudarme esta mañana? Yo sabía que pagaba bien y no me lo pensé dos veces y acepté. Nos dirigimos a la posada de Carmelo donde tenia el carrillo de mano, lo llenó de telas y salimos a recorrer las calles del pueblo. Yo tiraba del carrillo y cuando el me decía que parase, me paraba, entonces el llamaba a las mujeres casa por casa. – Que Maria ¿no quieres na hoy? sal y veras que telas traigo. Las mujeres se arremolinaban al rededor del carro y el Tío Pataconero les enseñaba las telas, este con mucha labia les preguntaba por el marido y los hijos y con un trozo de madera que le servia como metro, les media le tela que le compraban y siempre cuando cortaba la tela, cortaba unos centímetros por encima de la medida, después la que no tenia bastante dinero le daba lo que podía y el resto quedaba anotado en una libreta, otras no le compraban, pero le pagaban todo o una parte de la compra que le habían echo la semana anterior, cuando terminó de despachar a las de esa calle, nos fuimos a otra y después a otra y otra……y así estuvimos toda la mañana. Cuando termino la venta el hombre me dio 10 Reales, (una moneda dorada de 2´50 Pesetas) y yo me quedé contentísimo.
Ya por la tarde yo con mi moneda de 2´50 Pesetas y después de meditarlo bastante, sabia lo me quería comprar, esperé hasta que abriesen las tiendas y en la tienda de Ramón (El Rojete) me compré un bote de leche condensada, de una vez por todas me pensaba hartar de leche condensada, (y vaya si me harté) con mi bote de leche me fui al “Atrio de la Iglesia” y sentado a la sombra del árbol empecé a disfrutar de mi bien merecido premio, un bote entero, y para mi solo. Estaba riquísima y con deleite saboreaba en dulce y cremoso manjar. Otro chupetón más, y otro, y otro……. Poco a poco el dulce se fue transformando en picor, le daba el chupetón al bote y el dulzor inundaba mis papilas gustativas, pero cuando tragaba la garganta me picaba, y cada vez picaba mas, tanto que me hacia toser, aun quedaba medio bote de leche y ya no podía mas, pero no era cuestión de abandonar tenia que bebérmelo entero, le di otro chupetón y esta vez ya no me lo pude tragar, lo intenté pero fue imposible, al intentar tragarlo me dio un golpe de tos que casi me hizo vomitar. Así fue que con todo el dolor de mi corazón, abandone el bote dentro del agujero, que tenia en el tronco el árbol de la puerta de la iglesia. (No me lo quise llevar a casa, si mi madre se entera que no fui a la escuela……)


JOSA.

Josa enhorabuena ¡qué buen relato! Pareces el narrador de "cuéntame qué pasó" de esos tiempos.
A mi, que soy tan básica estas vivencias me llenan, si señor.
Dos preguntitas de nada ¿al final de la odisea entiendo que no aborreciste para los restos la leche condensada? y ¿cuántas cosas abandonadas debe guardar el agujero del tronco? Jajajaajaa

Toda una experiencia digna de ser contada, muy buena. Sigue inspirado Josa y cuenta...

Feliz día para todos desde Palma, besos

Pedro cuando quieras escribir un relato que en ese momento de inspiración te puede quedar gracioso, yo te aconsejo que lo escribas en el Word y después solo copiar y pegar en el foro, así de esta manera evitaras que se pierda.
La verdad es que cuando se es un niño hay cosas que te apetece pegarte un atracón, y después que te lo has dado vienen las consecuencias, otro caso parecido me pasó con un Merengue de aquellos que antaño se veían en las pastelerías, que eran cuadrados como un helado del corte pero mucho mas grande, tampoco pude apurarlo. (me derrotó el Merengue)
La leche condensada me sigue gustando, y no hace tanto en una gran superficie me zampé un tubo (ya no viene un lata)que parecía un tubo de crema de calzado. Es que soy muy galgo, me gustan mucho los pasteles.

El árbol del atrio, era un viejo Olmo que en el tronco tenia un agujero grandote, que siempre estaba lleno de piedras y de bocadillos sin terminar, creo que l@s que tenemos mas de cuarenta nos tenemos que acordar perfectamente.

Saludos JOSA.

Hola buenos días a todos, gracias Josa y Pedro por seguir al hilo de mi comentario.
Por cierto Pedro también lo tuyo fue de órdago, no quiero ni imaginarme los retortijones y las cagaleras que te darían las pilongas asadas.
En fin, chicos animaros y contar alguna panzá de las que marcan para toda la vida, jajajajajajaja (de alimentos se entiende).
Ahora que lo pienso de otra clase también sirve.
Manolo si lees esto cuéntanos algo también, que a buen seguro y en tu dilatada vida tienes alguna jartá digna. Pues ale besos a todos desde Palma.