A CARMEN, LA CAJERA...... Pasa Carmen (así lo pone su tarjeta de identificación, enganchada del pecho) los artículos por la franja infrarroja, ocho horas oyendo: bip,bip...bip,bip...bip,bip... pueden llegar a hundir la paciencia a cualquiera, pero ella y todas sus compañeras cajeras van disimulando como pueden el hartazgo de días iguales, gentes iguales, facturas iguales y, seguramente en casa la espera un crío, quizá dos, su pareja, la hipoteca y gastos que nunca terminan. Acaba de pasar por su caja de hipermercado deshumanizado una mujer que roza los cuarenta. Viste camisa imitación de seda verde, y se hace notar con su “wonderbra”, y su arrollador efecto pitonazo, se nota a distancia que se muere por aparentar. A parte la segunda pista de sus ansias de medrar es el bolso de Tous, soy de las que se fija en todo, y esos bolsos no los soporto lo siento, no soporto nada de esa marca que llena de osos de mal diseño a mujeres hechas y derechas. Cuando Irene y yo ponemos nuestro paquete de pan de molde sobre la cinta, la camisa verde que no es de seda avanza hacia nosotras peligrosamente...... Va a por.... la cajera. A su yugular. -"Oye, que me has cobrado mal", espeta en un tono de tal mala educación que toda la fila se vuelve a mirarla. La pobre Carmen enrojece. Aguanta durante más de tres minutos el tono insultante de esta insurrecta, pija de pacotilla, que lleva una niña aferrada a su mano. Siento lástima por esa niña. Porque tiene todos los riesgos de ser como su madre. Cuando termina de gritar, cuando se marcha, la cajera me mira y suelta un "menuda gilipollas" preñado de rabia contenida. Sí, menuda gilipollas. Y yo me siento mal por no haberle dicho a la mujer de camisa verde que no es de seda que por llevar un bolso de Tous no es más que esa cajera que la escucha en silencio, pero quizá lo ha leído en la mirada de desprecio que toda la fila le ha dirigido. Un saludo Carmen y por favor seguir aguantandonos con paciencia. Salud para todos, hasta para la de la camisa verde que no es de seda. Consuelo.
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