"CUANDO VAYA A MORIR QUE ME ESPERE......" Soy afortunada de haber guardado unos escritos de alguien del pueblo y a raíz de una conversación de Olivo, me gustaría mostrar el siguiente con todo mi respeto, amor y admiración a quien lo escribió hace muchos años: Esta persona, esta Grandísima persona, decía que su pueblo, “acabará muriendo de viejo, solo le pido que no muera solo que me espere, mi deseo es morir con el”. Estos dos escritos bien diferentes, fueron hechos hace aproximadamente veinte años, por un increíble soñador . .......... “ Los que somos de la Puebla tenemos la costumbre de volver a caminar por sus calles cada vez que podemos, y cada vez que lo necesitamos, una especie de voz terrenal nos llama y, de vez en cuando, nos escapamos para volver a pasear, charlar con la Yoya, con la Matilde, con Antonio, y Paco el de la Mariana ... y recordar tiempos pasados, me encanta que me recuerden cosas de cuando era niño, y que me sigan tratando como un niño. La paz que siento cuando camino por el pueblo en una mañana soleada y luminosa del mes de enero, con una temperatura agradable y un sol resplandeciente no impiden que un cierto aire de tristeza recorra sus calles. Ahora todo resulta más intempestivo, especialmente porque ya apenas hay niños correteando por sus callejuelas; los niños han sido sustituidos por turistas y forasteros. El pueblo sólo será un hermoso y gélido escenario sobre el que unos extraños actores representaremos escenas/estampas estaciónales/vacacionales. Imprescindible para que florezca en la Puebla es: su respeto por la tipología de las casas, la distribución de sus espacios, las camaras, las cocinillas, los huecos de escaleras, los patios, sus techumbres, zaguanes....., la carencia de normas protectoras esta permitiendo un desarrollo espantoso y cutre guiado por la intuición y el mal gusto. ahora más que nunca se necesita de medidas audaces para preservar un espacio que turística e históricamente tiene mucho valor. La Puebla, tiene un sabor auténtico y un cierto matiz sepia a pesar de la blancura de cal de sus calles. Un día comenzó a ser deshabitada, a ser abandonadas sus calles y cerradas sus casas por los propios del lugar, en ocasiones a cambio de un modernismo mal entendido.... Bienvenidos sean los nuevos vecinos llegados de otras urbes y culturas; y afortunados seremos los que nos enriqueceremos, con sus estilos de vidas y percepciones diferentes.” ......... ”En mi pueblo los muertos hacen crecer cada semana el pequeño y colorido cementerio de la carretera. Los vivos, en cambio, abandonan el pueblo, sus grandes y espaciosas casas, las cambian por claustrofóbicas colmenas, en lejanos lugares. De la Puebla, Terrinches, Villamanrique, Albaladejo, a Barcelona, Valencia, Madrid se registra un fenómeno: familias completas, incluidos niños, desaparecen cada año de pueblos dejándolos desolados y silenciosos. Los sepulcros se llenan y la mayoría de las casas permanecen vacías, los jóvenes se van en busca de riqueza y los viejos regresan a esperar la muerte "ande nací, ahí quiero morir". En mi pueblo existen más santos que fieles, mi pueblo es un receptor de ancianos, y a mi pueblo regresan nuestros ancianos a morir cuando pierden la fuerza de la juventud y la adultez y son rechazados en las grandes factorías de las ciudades, en mi pueblo la enfermedad se llama soledad y hasta para el cura resulta imposible evangelizar porque cada año desaparecen más familias. Todos los pueblos de por aquí, tienen un fenómeno que los hermana: son comunidades limpias, con viejos en los parques, criptas en crecimiento, inmensas iglesias sin fieles y un extraño silencio de soledad. -Uno se acostumbra-, me dijo Paco ese viejo comunista, que se dedica a empitar sillas en la puerta de su casa, y mal vender las hortalizas que le da su pequeño huerto.. -"Vi al pueblo vivo." Pero hoy estoy viviendo "la muerte lenta" del sitio donde nací, crecí y seguramente moriré. -Muchos dicen, entre ellos mi hijo Juan, que es bonito, si bonito este pueblo, pero todos lo dejan por el sueño catalán y valenciano. -Ver un adolescente en las calles de la puebla llama la atención, parecen invisibles, que no existan y si los ves, caminan borrachos bajo un sol inclemente. No tiene adónde ir. Es más, no tiene con quién conversar y hacen corro con los viejos en la plaza. Y si les preguntas ¿A dónde vas? – siempre te contestan que están esperando, esperando ¿el que?,...... esperando, te repiten”. Salud a todos |