UN BONITO CUENTO Si los que habláis mal de mí supierais exactamente lo que pienso de vosotros, aun hablaríais peor...... Dedicado a los de siempre, que ya por fin han encontrado, la razón para ser felices, el meterse con Consuelo, no me acobardáis, podéis seguir escribiendo a mi correo miles y miles de perrerías, que mientras vengan de fascistas me halagan, porque significa que lo que os digo escuece y molesta, salir del armario preciosos y sacar la verdadera cara del fascismo y que os conozcan (o es que os avergonzáis corbardicas), tranquilos no seré yo quien os desenmascare.... no sois tan importantes, y repito sois rancios y casposos.... y me gusta teneros de frente. La cuna del hombre la mecen los cuentos, los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, el llanto del hombre lo taponan los cuentos, los huesos del hombre los entierran los cuentos, y el miedo del hombre...ha inventado todos los cuentos. Yo sé muy pocas cosas, es verdad, pero me he dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos... Tiemblo de miedo uy,uy,uy,.... vuestro cuento lo conozco, es el de siempre, los uniformes y las botas, los poderosos, fuerte y heroicos, contra las alpargatas y los frágiles. Era un erizo pequeñito, de color marrón, un poco torpe y patosito. Tenía un hocico negro y unas patitas gordas. Siempre se metía en líos, por culpa de sus púas pinchosas. Un día, estaba tejiendo Doña Gatita un jersey muy lindo para su bebé gatito y el erizo se acercó a curiosear. La gata, había comprado en la tienda del pueblo, una gran canasta de madejas de colores y quería hacerle el jersey cuanto antes, para que no pasara frío. Doña Gatita, le decía a su pequeñín: ¡Que guapo vas a estar!, ¡Eres el gatito más lindo de toda la vecindad!. El erizo, se había escondido detrás del sillón. Los colores de las madejas, llamaron su atención y al inclinar la cabecita para verlas mejor, se cayó dentro de la canasta. El erizo, se metió, entre las madejas y no podía salir. El hilo se había enganchado en sus púas y lo había enredado todo. ¡Ay, Ay, mira lo que has hecho! Dijo la gatita. ¡Ahora que voy a hacer!. El erizo, se sintió muy avergonzado y pidió perdón a la gatita, pero el hilo estaba destrozado y ya no servía para hacer el jersey. Al llegar a su casa, el erizo le contó a su mamá lo que había ocurrido. Le pidió que ella, hiciera un jersey para gatito. Su mamá le dijo: ¡No te preocupes cariño, yo lo haré!. ¡No tienes que ser tan travieso!. ¡Has de tener más cuidado!. El erizo no sabía remediarlo, era tan inquieto, que volvió a meter la pata, bueno mejor dicho las púas. Vio la madriguera de un conejo y quiso entrar en ella para curiosear. La Señora Coneja, acababa de tener crías. Estaban todas allí, muy juntitas. Todavía eran demasiado pequeñas para salir. El erizo, consiguió meterse en la madriguera y llegar hasta las crías. Todo estaba muy oscuro y no podía ver nada. El erizo iba de un lado para otro, sin darse cuenta que según se movía iba pinchando a las crías. ¡Fuera de aquí!. Le dijo Doña Coneja, muy enfadada. El erizo, estaba, triste, el no quería hacer daño, pero siempre le salía todo al revés. Pensando y pensando, encontró la forma de hacer algo bueno y práctico con sus púas. ¡Ya sé!. ¡Limpiaré las alfombrillas de las casitas de los animales!. Dijo, convencido de que había encontrado la solución. ¡Esta vez, tengo que hacerlo bien y estar preparado para trabajar!. ¡No volveré a equivocarme!. Comenzó a trabajar, como un verdadero experto. Se ponía su mascarilla para el polvo, y limpiaba y limpiaba. Los animales, estaban muy contentos de que por fin, hiciera algo que le gustara y no molestara a los demás. Se convirtió en un gran limpiador de alfombras y todos estaban muy orgullosos de él. Había encontrado una razón para ser feliz. Un besito. P.D. Pienso en ti y t´estimo
|