Puebla del Príncipe - Ciudad Real

ESCRITO DE MALATESTA

“Cuando hay algo en mi mente, y cuando necesito esencialmente soñar, tengo la suerte de ir allí, donde se juntan la tierra y el cielo, donde los problemas no es que se empequeñezcan, es que se desvanecen, huyen cobardes de su poco valor, o se ponen a jugar al escondite, entre ramas de tomillo, y entre un mar de musgo y piedras multiformes y sempiternas.
Es como una iglesia solitaria y perpetua, arrodillarse y adorar en silencio el misterio del mismo silencio. Es un momento, es un soplo muy querido por mi, en el que convive la expectativa de un amor, y la supervivencia a veces de una resaca. Me gusta estar a solas con Él, y me basta.
Lo tiene todo.
Conforme voy subiendo la cuesta de las escuelas, aquellas en las que Don Alberto me enseño a escribir, un suspiro brota de mi corazón, es el mejor de mis sueños, bueno es el cielo.
Si te sientas dirección al oeste,(creo que aquello que se ve es la Torre) parece estar siempre esperando a que le cuentes algo, parece que tiene sed de verdad. No me gusta sentarme dirección al este, porque lo que veo es el camino por el cual siempre abandono el pueblo. Y dirección al norte, nadie que no sea de aquí, podrá explicar nunca los miles de tonos que puede tener la tierra. Hacia sur..... siempre el sur y sus Sierras de las que nunca aprenderé el nombre, tal vez la de Segura, que se junta con Sierramorena, el Yelmo...Yo que se. Pero aquí esta la experiencia de que el sur existe.

EL CALAR es la enfermería del corazón, porque sana un corazón herido, porque sana un corazón sufrido, porque sana un corazón maltratado, y porque devuelve a la vida a un corazón destrozado.
El tiene la sonrisa de cielo azul, da tranquilidad a mi alma, la llena de luz y a veces, cabizbajo prefiero no mirarle pues es tan pulcro, que creo no merecerlo, pero estos ojos míos me delatan, esa mirada suya me atrapa, me envuelve, me fascina, y hasta me dejaría matar por su “pico rajao”........”