Puebla del Príncipe - Ciudad Real

Amigo Sancho! ¡Una muy grande aventura tenemos!

Tal vez estas hubiesen sido las palabras del mas famoso caballero andante que ha habido, al contemplar esta visión.
Décadas atrás a unos 12 kilómetros de Villamanrique, en la carretera Villamanrique Venta de los santos podíamos ver en la margen derecha, como a unos 500 metros de la misma un vagón de tren. Esta imagen por si misma te dejaba un poco sorprendido ¿que hace en la sierra, en medio de ninguna parte un vagón de tren? Y sin embargo hay estaba.
Esta carretera era muy estrecha (ya no lo es tanto) y aunque la sierra no es muy abrupta, la cruza, y las curvas como en cualquier carretera que crucé una sierra se suceden una tras otra.
Un día que transitaba por esa carretera la Guardia Civil me paró y me aparto a un lado para que pudiese pasar el Convoy formado por un gigantesco camión que trasportaba un enorme vagón de tren, y otro camión grúa que iba detrás, cuando el camión delantero entraba en una curva la largura de este era tal que no cabía en la carretera, entonces el camión grúa lo enganchaba por detrás y levantándolo salvaba la curva y así trabajosamente y con ingenio consiguieron llevar este vagón hasta su destino, la finca “Corcicas” donde entubo muchos años, pero igual que un día formo parte del paisaje de la sierra cierto día desapareció e igual que si nunca hubiese estado allí la sierra sigue con su estampa cambiante día tras día, estación tras estación y no queda ni el mas mínimo rastro de aquel vagón.
Estaba en la mili y un día un compañero estaba leyendo la revista “Interviú”, miré un poco por encima y vi una foto y la instantánea me resultaba muy familiar, no era otra cosa mas que el vagón de tren de Corcicas, le pedí al compañero la revista y el reportaje se titulaba así. <El vagón de Franco en Sierra Morena> Había varias fotos y contaban como entraron por una ventana que estaba rota.
Después cundo me licencie un día me acerque hasta el vagón y al igual que comentaban en el reportaje accedí al interior por la ventanilla rota, por dentro ya estaba muy deteriorado por el abandono, el oxido había echo acto de presencia y hasta los pájaros habían entrado y sus cagadas lo demostraban, no obstante aun se podía observar que las alfombras del suelo así como el tapizado y los muebles convertían el vagón en una habitación de un muy lujoso hotel. Cuando me cansé de mirarlo todo me marché y después durante muchos años mas cada vez que pasaba por allí (tres veces por semana) el vagón seguía en su sitio como queriendo saludar a todos los viajeros que se molestaban en mirar.

JOSA.

Extraordinario relato Josa, me encantan todas esas anécdotas que nos regalas fruto de tus andanzas por todas esas tierras que no esconden ningún o casi ningún secreto para tí. Nunca había oido hablar de este tema que hoy nos brindas, ni siquiera a personas mayores, por lo tanto me sorprende ciertamente lo del vagón en medio de la nada y lejos, lejísimos, de cualquier vía férrea.

Saludos,


Isidro