Puebla del Príncipe - Ciudad Real

¿Os a ocurrido?
a veces, paseando por alguna calle, encuentras alguna zanja que hienden el asfalto. En esos momentos, todo el mundo artificial de la ciudad queda al desnudo. Porque, si se observa con detenimiento ese agujero en plena calle, no puede extraerse sino una sensación de desagrado.
La tierra que sale del subsuelo de la ciudad tiene una particular impureza, parece oler a gas y agua residual. Trozos de metales, de ladrillos, se entremezclan con esa tierra por lo general oscura y como entumecida. El suelo de la ciudad no tiene esa vitalidad desbordante del campo, continuamente recorrido por bichejos, donde hay raíces y caudales de agua. La tierra que está bajo el asfalto es tierra muerta, tiene un deje paliducho que la hace mas claramente enfermiza.
Esos agujeros en el piso de la ciudad nos hablan de conducciones subterráneas, de cloacas, ratas, de detritus que no se pudren como los de la naturaleza, sino que quedan momificados, amontonándose en una papilla infecta.
En esos momentos es cuando sufres la impresión de que la vida en la ciudad tiene bastante de mórbido. Algo que hace que hasta la tierra, el barro creador se convierta en un sudario estéril.