Puebla del Príncipe - Ciudad Real

Ya que parece que el Llanero Ordinario no lo pudo leer, creo que le causaría picores.

Martires y ¿martires?

Tal vez el no ser del pueblo y hablar de oídas, me hace ser más valerosa, tener más temple y, ser más objetiva al discutir del tema del cura González y otros curas. Porque además la palabra tabú o impedimento no existe en mi vocabulario.
No arrojéis más ese cadáver contra nosotros, tener un poco de decoro. Me niego a que se monopolice la desgracia de una guerra en una sola persona, el párroco González cayó en manos de desalmados y fue asesinado, hecho que lamento profundamente como cualquier muerte de las casi medio millón ocurridas y otro medio millón de desaparecidos, pero no fue el único, hubieron muchos más curas que corrieron la misma mala suerte, por ejemplo los dieciséis curas ejecutados por Mola en Guipúzcoa por ser nacionalistas vascos, ( que claro está no merecen un reconocimiento). ¡El doble rasero como siempre!
Parece ser que los curas republicanos y socialistas no son dignos de entrar en la casa del Señor, ni de figurar en las paredes de las iglesias “Caídos por Dios y por España”. ¿Es que hay mártires y mártires? La guerra civil española enfrentó a católico contra católico, a sacerdote contra sacerdote pero no todos tuvieron el mismo trato.
La muerte de sacerdotes durante la guerra civil española se debió al apoyo de la Iglesia Católica al golpe de Estado contra el gobierno establecido. La Iglesia “guerrera” la que hacía de sus templos sagrados cuarteles generales del fascismo, hizo de aquella guerra civil su cruzada y, arrimo su sardina al ascua franquista, cuando ganaron la guerra, celebraron juntos el triunfo junto a Pio XII, que se refirió al genocidio como “la deseada victoria católica”
Seguro que a González lo beatificaran, no me cabe la menor duda, por mi parte la Iglesia Católica puede beatificar a quien le dé la gana, ya que el verbo beatificar y canonizar solo puede conjugarlo ella, pero se “olvidan” intencionadamente de muchos compañeros de profesión del párroco González.
Se olvidan de otros curas que durante la guerra y la dictadura, desde los púlpitos hablaban de los sentimientos del pueblo y fueron apartados o asesinados, como siguen existiendo curas obreros que trabajan en barrios conflictivos de las grandes ciudades como E. de Castro, a quien el cardenal Rouco Varela, ha cerrado la parroquia de San Carlos de Borromeo “por rojo”.
Se olvidan de otros curas que se alejaron de las directrices de la jerarquía eclesiástica para embarcarse en la defensa de los derechos y libertades de la mano del movimiento obrero en los últimos años del franquismo denunciando los abusos del régimen, predicaron contra los abusos del capitalismo y cedieron los locales de la Iglesia para acoger las reuniones clandestinas de obreros y opositores a Franco pero fueron denunciados, espiados, interrogados encarcelados y torturados.
La Iglesia Católica, la “única”, la “verdadera” la que permitía la entrada del dictador asesino bajo palio en los lugares sagrados, la que calificó la guerra fratricida como “cruzada” nunca ha pisado la realidad y su grado de compromiso solo es con los poderosos aunque eso conlleve apoyar a una dictadura por su interés, por todo ello la Iglesia debería pedir PERDÓN, mucho PERDON.

Maria M.


P.D. Para cuando la beatificación de Salvador Allende, Víctor Jara, Hernández, Lorca,…
O de gente anónima como Cristóbal Abengonzar Muela, Jerónimo Alcañiz Lizcano, Eusebio Angora Chocano, J.A. Arias Marchante, Antonio Avilés Manzanero, Francisco Aybar Granje, Julián Barrejón Campo.