Moral de Calatrava - Ciudad Real

Farmacias en guardia: ¡que viene Putin!
19 ABR 2010 18:54
Cuando el farmacéutico vio entrar a Vladimir Putin por la puerta del local supo que venía para 'ajustar cuentas'. En efecto. El primer ministro se apoyó en el mostrador, le ordenó que sacara el libro con los precios de los medicamentos prioritarios y de paso le preguntó que cuánto costaba el Arbidol (un antigripal) con ese tono despistado que gasta Colombo ante sus 'presas'.


Fíjense en el boticario, en su palidez de aspirina, en sus ojos azules (tonalidad hielo GULAG), en su mirada llorosa, perdida e inanimada como de camarero del Titanic. Menos mal que tenía los ansiolíticos a mano…

La escena, que parece sacada de un episodio de 'Farmacia de Guardia' (serie muy popular entre los rusos por cierto) ocurrió en Murmansk, en una farmacia de la cadena '36.6'. Putin había ido a esta región norteña a supervisar la industria pesquera, cuando -resuelto a demostrar quien corta el bacalao- ordenó a su chófer parar ante una farmacia y entró para comprobar si la limitación de precios de fármacos impuesta por su gobierno se cumple de verdad.

Mientras buscaba azorado la lista de las medicinas, el joven farmacéutico balbució: "Estamos un poco turbados. No todos los días tenemos tales clientes". A lo que Putin repuso: "No tenemos prisa". La frase detonó desafiante, como en medio de una mina de oro excavada por presidiarios a mediados de los años 30 en los confines de Siberia oriental.

Finalmente, y para bien de la tensión arterial del boticario, los precios de los fármacos estaban todos en orden e incluso el del Arbidol (5,4 euros) figuraba por debajo del límite fijado por la legislación vigente (6,8 euros). "Su cadena no es mala. Es bueno que estén a la altura de las expectativas del gobierno y de los consumidores", dijo Putin para alivio de todos los presentes, incluido el gobernador de Murmansk, Dimitri Dimitriyenko.

A comienzos de abril, Putin advirtió a los gobernadores que serían ellos los responsables de las alzas injustificadas del coste de los medicamentos, razón que explica el rictus cadavérico de Dimitriyenko (a la derecha de Putin) durante el chequeo de precios.

En junio del año pasado, Putin hizo una visita sorpresa a un supermercado de Moscú, donde se escandalizó por los altos precios de las salchichas y embutidos. Su amonestación pública tuvo efectos inmediatos sobre los precios de la carne de cerdo, que se encogieron casi tanto como el corazón del gerente del supermercado.

Putin desciende a la calle y entra en las tiendas como en un 'saloon' del oeste para evitar que se disparen los precios. Un gesto altamente apreciado por los jubilados, cuyas pensiones muchas veces no alcanzan para adquirir medicamentos básicos, y que añoran los tiempos cuando Stalin mantenía a raya los precios con la punta de su lápiz rojo, abaratando puntualmente los productos de primera necesidad.

Putin se ha propuesto mantener este año la inflación en torno al 6-7% (la mitad que en los últimos doce años), y sabe que sus apariciones como 'justiciero social' no tienen precio de cara al electorado más castigado por el libremercado.

Tras su paso por el supermercado y la farmacia, muchos esperan que Putin 'descienda' a otros establecimientos para continuar su particular pulso con la 'mano invisible' de Adams Smith.

Un café (medicina indispensable para muchos organismos), no baja de los tres o cuatro euros en el centro de Moscú, la ciudad más cara del mundo. Los expatriados más cafeteros no ven el día que Putin entre sin avisar en la cafetería del barrio y pida -con el ceño fruncido a lo Clint Eastwood- un cortado por favor.


https://ww.elmundo.es/blogs/elmundo/cronicasdesdeeuropa/2010/04/19/farmacias-en-guardia-que-viene-putin.html

Todo gobernante populista tiende a disfrazarse de “tío de la vara” cuando la cosa pinta mal para sus intereses personales o partidistas. En esas lides podemos hablar tanto de Putin como de Berlusconi, Hugo Chávez , o el desaparecido Jesús Gil. Supongo que en la inmensidad rusa que te toque la visita del Clint Eastwood de la estepa es menos probable de que a uno le toque el Euromillón.
Me parece un gesto cara a la galería, un gesto que conecta con el pueblo y eso lo hace necesario tanto para el pueblo como para él. El pueblo ruso que a lo largo de su historia ha conocido de todo menos la libertad tiene una extremada facilidad para ser presa de iluminados y semidioses. Una nación esculpida a golpe de sangre, opresión, industria y campos de trigo, que ha sido capaz de conquistar el cosmos pero incapaz de garantizar los derechos humanos en su territorio.
No creo que el señor Putin sea el ejemplo de gobernante preocupado por su pueblo. Y si el artículo deja entrever que de alguna manera copia a Stalin en sus métodos, es que la historia rusa, sin duda, se vuelve a repetir cíclicamente como es natural en ellos.