Todavía queda por ahí algún socialista democrático Con estos resultados, el pueblo andaluz no acaba con un régimen político que está podrido en la indecencia, después de 30 años de robos y corrupciones. Pese a todo y aunque los resultados hubieran sido mejores para el centro-derecha, la mayoría de la gente con sentido común se hubiera mostrado descontenta con las urnas. Cuesta comprender que, después de tantas desvergüenzas que han dejado a Andalucía por los suelos, los socialistas andaluces hayan conseguido 47 parlamentarios, siendo los responsables políticos de este desprestigio. El señor Pérez Rubalcaba ha dicho durante la campaña electoral: “Estamos orgullosos de lo que hemos hecho en estos 30 años en Andalucía”. Las causas de este peculiar orgullo deben incluir el expolio de la EXPO 92, con el enriquecimiento fraudulento del cuñado de Felipe González, Francisco Palomino, y los sucios negocios de Juan Guerra; o el mayor fracaso escolar en toda Europa de los alumnos andaluces, víctimas de la Logse; 1.200.000 parados a día de hoy, que incluyen la mayor tasa de de desempleo juvenil de todo el continente; 400.000 familias sin ningún ingreso mensual, lo que ha disparado los niveles de pobreza. Hasta el punto de que si no fuera por Cáritas, que además evita todo elogio sobre su labor en los medios de comunicación, Andalucía sufriría una situación de hambruna callejera que ya incluye a un sector de la clase media que ha tenido que cerrar sus negocios o están en paro y sin ningún subsidio. No es posible ni creíble que esta prenda de valor que es Rubalcaba pueda sentirse orgulloso de que su partido haya destruido el mínimo tejido industrial de que disponía esta región cuando los socialistas llegaron al poder, y que haya dejado en total abandono la agricultura y la pesca, después de una política torpe con Bruselas y de una mala, malísima administración de los recursos regionales para con estos tres sectores esenciales en la economía andaluza, hoy en total descalabro. Si a esto se une la política de nepotismo de Manuel Chaves, con subvenciones millonarias a sus hermanos, a la empresa de su hija y los contratos por influencia a favor de su hijo Iván, el conseguidor, no creo que quede mucho hueco para sentirse orgulloso de la gestión del PSOE en los últimos 30 años. Si a esto unimos el escándalo nacional de los ERE y sus 1.500 millones dilapidados, y en gran parte sustraídos a los subsidios de los empleados, ya me dirán ustedes cuáles son los motivos de orgullo de esta baratija maquiavélica con que Rubalcaba luce en la política nacional Sin embargo, al margen de estos latrocinios y descalabros económicos que han llevado a Andalucía a la ruina, también existe una sensación muy generalizada de desaliento y de estafa entre las personas verdaderamente de izquierdas, que creen en un socialismo humanista y hasta llegaron a militar en su día en las filas del partido socialista. Son personas convencidas de que este partido ha utilizado el poder en favor de clanes familiares, con una total desatención a las políticas sociales en favor de la clase más desprotegida. Es precisamente este sector de las personas ideológicamente decepcionadas el más beligerante a la hora de exponer sus razones para que el PSOE sea desplazado del poder por entender que ha sido esta ambición, con sus consecuencias intoxicantes, la que ha conducido al partido socialista a convertirse en una organización sectaria, muy lejana de los principios que alentaron a los fundadores del PSOE. Aunque gobierne José Antonio Griñán, su derrota electoral es importante, porque ya no podrá ejercer el poder desde el dominio totalitario de los últimos 30 años. Tendrá que adaptarse al programa de los comunistas. Y no cabe duda que Izquierda Unida va a hacer valer esta exigencia con toda la legitimidad que le dan los votos. Otra sorpresa en esta campaña electoral ha sido la virulencia de Felipe González, esa maza sebácea de más de 70 años que parece el abuelo de la chica del madrileño barrio de Salamanca que le acompaña, que ha lanzado una soflama contra los periodistas de algunos periódicos llamándonos la “caverna mediática”. Lamento que se nos haya acabado hoy el espacio para comentar este comportamiento de un individuo al que le gusta presentarse como hombre de Estado y que le llamen así. Nada más opuesto ha sido su comportamiento. Les prometo volver sobre el tema. Antonio Guerra es ex director de ‘El socialista’, doctor en Cirugía y Medicina, y catedrático de Instituto. Esto es mío: Los progres no borreis este artículo copiado: lo ha escrito un socialista como vosotros, la diferencia es que este es un demócrata y vosotros los manivelas, espinoto, hidalgo, manchester, margaritam respondón, agallas y de más compañeros mártires, sois unos fanáticos de RUGAlCABAFAISAN. |