Sin Asunto Una huella sangrienta y moralmente repulsiva, esta en los origenes del PP, fundado por Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo de la España franquista, el mismo que prohibió al poeta Luis Cernuda regresar del exilio para asistir al entierro de su madre (“¡Que se quede donde está! ¡Aquí ya tenemos bastantes maric8nes!”), celebró que la Guardia Civil rapara el pelo y obligara a beber aceite de ricino a las mujeres de los mineros en huelga en la cuenca asturiana del Nalón, encubrió el asesinato del estudiante Enrique Ruano por agentes de la Brigada Político-Social, impulsó y justificó por radio y televisión las ejecuciones del político comunista Julián Grimau y de los anarquistas Francisco Granados, Joaquín Delgado y Salvador Puig-Antich. Cuando un clamor internacional intentó frenar los fusilamientos de 1975, Fraga ironizaba con el asesinato de los fusilados: “Como catedrático de Derecho Político, Teoría del Estado y Derecho Constitucional, yo creo que lo más justo sería colgarles de los coj8nes”. En 1973 un periodista de Reuters le preguntó en Londres cuál era la fuente de legitimidad de la dictadura franquista, Fraga contestó airado: “¡Nuestra legitimidad procede de las metralletas!”. Su afición a las metralletas se plasmó el 3 de marzo de 1976, cuando ordenó como Ministro de la Gobernación el desalojo de la iglesia de San Francisco de Asís de Vitoria-Gasteiz, empleando gases lacrimógenos y fuego real. Los trabajadores que se habían concentrado en el recinto sagrado exigían mejoras salariales en el marco de una jornada de huelga general. Cinco murieron ametrallados y se produjeron más de 150 heridos. Se recogieron más de 1.500 casquillos de bala y la Policía Armada celebró su hazaña, manifestando por radio que se trataba de una verdadera masacre. “Les hemos dado una paliza que no olvidarán”, afirmó un agente con euforia y Fraga ladró: “¡La calle es mía! ¡Dejémonos de pamplinas!”. El 9 de mayo de ese mismo año mueren tiroteadas dos personas en la romería de Montejurra y otras resultan heridas. Se trata de una acción planificada de los partidarios de Sixto de Borbón-Parma, el pretendiente carlista al trono que se enfrenta a su hermano Carlos Hugo, de tendencia izquierdista. El complot se autodenomina “Operación Reconquista” y cuenta con la aprobación y el apoyo de la Guardia Civil, el SECED (más tarde CESID y, actualmente, CNI) y el propio Fraga. Conociendo un poco la ralea del fundador del PP, es más facil entender como estos dias venimos asistiendo a toda una serie de actos, fotografias, y excesos verbales de cachorros del PP, y de algunos de sus dirigentes, incluidos alcaldes como el de Baralla, que vienen realizando de exaltación del franquismo, apologia del terrorismo, del fascismo y del nazismo. El pasado sangriento que dió origen a su formación, sigue corriendo por sus venas... |