Manzanares - Ciudad Real

Existe un desglose casi bestial a la hora de hablar de la lucha de clases. Que si clase media, que si clase obrera con privilegios, que si clase alta, etc... Así que vengo a ayudar un poco.

Hoy, 6 de mayo de 2013, la lucha de clases está así:
Clase obrera: 12 - 198610875126: Élite

Ahora viene la duda, ¿a qué clase pertenezco yo?. Parece fácil, pero no lo es. ¿Soy clase obrera? No, porque tengo un chalé. Tengo cierto beneplácito del Dios Dinero. ¿Soy clase media? Hostia, pero si eso no existe. ¿Soy de la élite? Jamás he pisado una ceremonia de la élite. ¿Entonces?

Pues verás. Perteneces a un grupo, que deambula por las nubes, cuya economía le permite mantener una vida normal, alejada de la pobreza, pero alejada de la riqueza. Digamos que para los pobres eres rico, pero para los ricos eres pobre. Tu status te otorga ciertos privilegios, por ejemplo, aparcar en el parking del Corte Inglés sin preocuparte lo que te va a costar. (Eso debe ser un puntazo). A menudo te cruzas con algún indigente que rebusca en la basura. No te cabe en la cabeza. No entiendes cómo pueden hacerlo. La política no te interesa demasiado, aunque tienes una fuerte tendencia hacia la derecha. Eres sensible a la muerte de inocentes, aunque el sofá de Versace te impide acordarte durante más de dos minutos. Tienes varios familiares por debajo del umbral de los mil euros. Les cuesta llegar a fin de mes. La mayoría están en paro. Habláis poco. Piensas que no son de tu clase. "Si quisieran podrían ser como yo, pero son unos vagos", piensas.

Un día sin querer, el lujoso capó de tu BMW, es atropellado por el padre de una familia, que harto de todo, decide suicidarse en la carretera. Pero algo falla. El hombre cruza en un momento de ambar finalizado. Tú tenías cierta prisa por ver el Barça esa noche. Digamos que las multas por saltarte semáforos nunca te han importado mucho. Se pagan y ya está. Para eso está el dinero. El hombre parece grave. Varios testigos te culpan de haberte saltado el semáforo. La policía llega. Les intentas contar que no ha sido culpa tuya. El capó de tu BMW ha quedado horrible. Ahora estás en un aprieto. Los peritos policiales determinan que ibas a 110 km/h en ciudad. El seguro se limpia las manos. Tenías un buen seguro. La cosa se complica. Te citan para acudir a juicio. Te sientes estafado. Varios transeúntes declaran en tu contra. El juicio sale en tu contra. Eres condenado a cinco años de prisión. Intentas comprar los mejores abogados. Evitar la cárcel a toda costa. Incluso te afilias al PP. Pero parece que ya es tarde. Pierdes tu trabajo. Acabas en la cárcel, que con varios recursos, se reduce a tres años. Eran buenos abogados. Cuando sales, tu cuenta bancaria está temblando. Tenéis que mudaros a un piso más humilde, de alquiler. Buscas trabajo, pero no encuentras. Pides ayuda a tus familiares, pero estos de desentienden de ti. Te preguntas por el motivo. Siempre les has tratado bien. Comienzan a llegar los apuros económicos. Ahora entiendes algo más la desesperación. Tus contactos te abandonan. Empiezas a sentir el hambre. Intentas robar. Te sientes sucio. No estás en tu clase. Este no es tu status. Lloras.

Y ahora viene la cuestión. ¿A qué clase pertenecías? Siempre has sido clase obrera. Siempre has estado rodeado de gente humilde y trabajadora. Desde tu familia en paro, hasta aquellos desconocidos que hacían cola delante de ti en la gasolinera. Todos. Pensaste que te habías desmarcado. Que podías ser élite. Pero no.

Siempre he dicho que la élite es para aquellos que pueden cometer un asesinato y tener el suficiente poder para comprar decenas de testigos y expertos que apoyen su inocencia de una forma reiterada y salir impunes. ¿Puedes hacer eso? ¿Verdad que no? Bienvenido/a a la clase obrera.